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Rasputín



Grigori Yefímovich Rasputín (en ruso, Григо́рий Ефи́мович Распу́тин; Pokróvskoye, 9 de enerojul./ 21 de enero de 1869greg.-Petrogrado, 17 de diciembrejul./ 30 de diciembre de 1916greg.) fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la dinastía Románov. Rasputín es la transcripción al español procedente de la francesa, aunque más acorde con la pronunciación en ruso es la forma Rasputin.[1]

En su lugar de origen pretendía darse una apariencia de Jesucristo y tenía fama de sanador mediante el rezo, razón por la cual, y gracias a una amiga de la zarina llamada Anna Výrubova, en 1905 fue llamado al palacio de los zares para cortar una hemorragia de su hijo y heredero Alekséi Nikoláyevich Románov, que padecía de hemofilia. El zarévich efectivamente mejoró —algunos investigadores sostienen que fue mediante hipnosis[cita requerida] y la familia Románov, especialmente la zarina Alejandra, cayó bajo la influencia de este controvertido personaje.

Rasputín nació y se crio en un pequeño pueblo de Siberia Occidental llamado Pokróvskoye, que pertenecía entonces a la región de Tobolsk, actual óblast de Tiumén, y está a unos 300 km al este de los Urales, en la orilla izquierda (norte) del río Turá. Es posible que, como era habitual entre los campesinos rusos, su nombre derivara de un seudónimo y proviniera de la palabra rasputnyi ('disoluto').[2]​ El registro de la parroquia local contiene la siguiente entrada el 10 de enerojul./ 22 de enero de 1869greg.: «En el pueblo de Pokróvskoye, en la familia del campesino Yefim Yákovlevich Rasputin y su esposa, ambos ortodoxos,[3]​ nació un hijo, Grigori».[4][5][6]​ Al día siguiente fue bautizado nombrado en honor de San Gregorio de Nisa, cuya fiesta se celebra el 10 de enero.[7]

Grigori fue el quinto de nueve hijos. Solo sobrevivieron dos: él y su hermana Feodosia. Nunca asistió a la escuela; según el censo de 1897 casi todo el pueblo era analfabeto.[8]​ En Pokróvskoye, el joven Rasputín era considerado un extraño, pero dotado de dones misteriosos. "Sus extremidades se sacudían, movía los pies y siempre mantenía las manos ocupadas. Pese a algunos de sus tics físicos, llamaba la atención".[9]​ Lo poco que se sabe sobre su infancia fue transmitida por su hija María.[10]​ Según ella, a los catorce años la idea de que «el reino de Dios está en nosotros» le hizo «correr a esconderse en el bosque, temeroso de que la gente notara que le había ocurrido algo inimaginable». Cuando se hubo recuperado, volvió a casa con «la sensación de una luminosa tristeza».[11]​ Más o menos a esa edad, harto de soportar que otros niños lo llamasen «enclenque», un día se resolvió y les agredió. Aunque se arrepintió de aquello, pues no era violento, se hizo más sociable desde entonces y fue capaz de ir al mercado de Tiumén (80 km al oeste) a vender el centeno de su padre. Sin embargo, en conjunto, Rasputín siguió siendo un muchacho demasiado disperso como para convertirse en un hombre de provecho. Empezó a beber y lo detuvieron junto con otros por el robo de unos caballos. Finalmente, la asamblea rural lo absolvió, aunque los demás fueron desterrados a Siberia Oriental.

El 2 de febrero de 1887, Rasputín se casó con Praskovia Fiódorovna Dubróvina, tres años mayor que él, con quien tuvo tres hijos: Dmitri, Varvara y María. Dos hijos anteriores a ellos murieron muy niños.[12]​ En 1892, Rasputín dejó abruptamente su aldea, esposa, hijos y padres.[13]​ Pasó varios meses en un monasterio de Verjoturie (hoy en la óblast de Sverdlovsk). El autor Aleksandr Spiridóvich sugirió que lo hizo por la muerte de un niño, pero el monasterio fue ampliado en aquellos años para recibir más peregrinos.[14]​ Ingresó poco después en una secta cristiana condenada por la Iglesia Ortodoxa Rusa conocida como jlystý ('flagelantes'), quienes creían que para llegar a la fe verdadera hacía falta el dolor. En las reuniones de esta secta, las fiestas y orgías eran constantes y Grigori se convirtió en un acérrimo integrante. El ingreso en esta congregación marcó al profeta siberiano de por vida —esto explicaría la notoria vida sexual que tuvo en años posteriores y que acabó ennegreciendo su reputación de hombre santo—. Posteriormente llevó una vida de ermitaño hasta que conoció al Hermano Macario, un iluminado que tuvo una fuerte influencia sobre Rasputín, pues llevó a Grigori a renunciar a beber y comer carne. Cuando regresó a casa se había tornado un ferviente converso.[15][16]

Rasputín no solo se ganó el favor de la familia real, sino que también buena parte de la aristocracia se rindió a él. Esto se debió sobre todo a su carisma personal. En la medida en que el carisma pueda explicarse, el suyo era producto de los siguientes factores: una mirada muy fija y penetrante (era de pelo castaño pero de ojos azules muy claros); un verbo fácil y muy ambiguo (alguien dijo que sus frases nunca constaban de «sujeto, verbo y predicado», sino que siempre faltaba algún elemento) que parecía el de un oráculo; un gran atractivo para con las mujeres basado, además de en su físico y en su intuición, en su conocimiento de las Escrituras y en cierta tradición religiosa rusa que seguía prácticas orgiásticas como camino a Dios. Finalmente, la época de Rasputín era de romanticismo filoeslavo, y él, ruso de la profunda Siberia, recriminaba a los nobles, muy emparentados con la aristocracia europea (sobre todo con la alemana): «No tenéis una sola gota de sangre rusa».[17]

Sin embargo, fue muy atacado por aquellos cortesanos y nobles que se sintieron amenazados en sus intereses y propagaron rumores que sirvieron de alimento para los revolucionarios enemigos del régimen zarista. El zar solo lo toleraba en la medida que la zarina lo aceptara, aunque no había decisión del zar que no pasara por la supervisión de Rasputín. Durante la Primera Guerra Mundial fue acusado de ser un espía alemán y de influir políticamente en la zarina, que era de ascendencia alemana, en sus nombramientos ministeriales cuando el zar estuvo ausente por la guerra. Este hecho fue desastroso para la permanencia del régimen zarista.

Considerado amigo íntimo del zarévich Alekséi Nikoláievich y su «médico» personal, ya que este le proporcionaba una especie de «hipnosis curativa» y le ofrecía la seguridad que su sobreprotectora madre no podía ofrecerle, el futuro de la dinastía Románov estaba en sus manos. Si él no salvaba de la muerte al hemofílico zarévich la especulación sobre el heredero al trono quedaba abierta. Gracias a esas aparentemente milagrosas curaciones la zarina Alejandra confió ciegamente en el curandero, ya que las pruebas de sanación que le producía a su hijo eran inexplicables. Confió también en los vaticinios del monje sobre los destinos de la santa Rusia, a la cual veía Rasputín en sus visiones «envuelta en una nube negra e inmersa en un profundo y doloroso mar de lágrimas».

En el gobierno y en la corte se consideraba que la influencia de Rasputín sobre el zar y la zarina era nefasta en un momento en que la situación de la monarquía ya era muy crítica.[18]​ El primer ministro Aleksandr Trépov le ofreció doscientos mil rublos para que regresase a Siberia y fracasó, a principios de 1916, una tentativa de asesinato del exministro del Interior, Alekséi Jvostov. Finalmente la conjura que tuvo éxito fue la del príncipe Félix Yusúpov, en la que también estaban implicados un líder derechista de la Duma, Vladímir Purishkévich, y dos grandes duques, Dmitri Pávlovich y Nicolás Mijáilovich.[19]

Yusúpov, Purishkévich y el gran duque Dmitri planearon atraer a Rasputín al palacio de Yusúpov con la excusa de que se reuniría con la esposa de este, la gran duquesa Irina Alexándrovna. Así, a pesar de haber recibido una advertencia previa del peligro el mismo 16 de diciembrejul./ 29 de diciembre de 1916greg., Rasputín se presentó en el palacio poco después de medianoche. Allí Yusúpov lo hizo esperar a la gran duquesa, mientras esta supuestamente atendía a otros invitados, en una estancia del sótano donde le sirvió vino y unos pasteles envenenados con cianuro. Exasperado porque el veneno parecía no hacer efecto, Yusúpov le disparó un tiro con una pistola Browning y lo dejó por muerto mientras se preparaba para salir a deshacerse del cadáver. No obstante, Rasputín había sobrevivido y Purishkévich, después de fallar en dos ocasiones, lo derribó con otros dos disparos y le asestó un golpe en la sien. Después arrastraron el cuerpo con cadenas de hierro y lo arrojaron al río Nevá, donde a pesar del veneno, los disparos y el golpe finalmente murió de ahogamiento. Fue encontrado el 18 de diciembrejul./ 31 de diciembre de 1916greg..[20]​ Rasputín fue enterrado junto al palacio de Tsárskoye Seló en enero de 1917. Después de la Revolución de Febrero, su cuerpo fue desenterrado y quemado en el bosque de Pargolovo, donde las cenizas fueron esparcidas.[21]

Investigaciones recientes señalan que en el asesinato de Rasputín estuvo involucrado el servicio secreto británico, a través de un agente que residía por entonces en Petrogrado llamado Oswald Rayner, bajo el mandato de otro agente llamado John Scale, quien participó directamente en el asesinato.[22][23]

Rasputín llevaba en su juventud la vida típica de un campesino siberiano, hasta que sufrió su «conversión». Era un hombre muy alto, de hábil y elocuente poder oratorio, personalidad abrumadora, de aspecto un tanto tosco, grosero a veces, violento, tenía una mirada muy penetrante y era poseedor de un carisma profundo. Amaba y odiaba efusivamente. Era un actor soberbio y convincente, se sabía poseedor de estas habilidades y las usó inteligentemente en su provecho.

En su época había rumores de que era una persona licenciosa y de que se le había visto numerosas veces borracho y en compañía de prostitutas. Sus relaciones con sus discípulos, sus visitas de alcoba, en su mayoría mujeres de la alta sociedad rusa, también eran polémicas. Una de sus máximas era: «Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores». Sin embargo, los historiadores no han encontrado pruebas concluyentes que afirmen esta vida licenciosa. Independientemente de su veracidad, esta reputación ha sido trasladada a varias biografías, películas e incluso canciones.

La novelesca vida de Rasputín y las anécdotas y leyendas que corrían sobre ella, lo convirtieron en un personaje popular y en sujeto para diversas obras de ficción desde casi el momento de su muerte. Entre ellas, cabe destacar:



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