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Reapropiación



La reapropiación es el proceso a través del cual se toma un texto preexistente y, mediante un nuevo montaje o una nueva ubicación espacio-temporal, se produce un texto nuevo que funciona como mecanismo para desestabilizar una narrativa hegemónica, en un contexto de relaciones de poder.[1]

Según Paul B Preciado, los grupos deciden reapropiarse de la injuria para hacer de ella un lugar de acción política y de resistencia a la normalización.[2]

La reapropiación de la injuria incluye su transformación en palabra de autonominación. El uso en primera persona de palabras que funcionan o han funcionado como insultos subvierte su significado. El uso hegemónico del insulto o injuria es un proceso por el cual el sujeto es constituido como excluido, abyecto, como sujeto no legítimo en un orden o régimen. La enunciación injuriosa acumula el poder de la autoridad a través de la repetición o cita en un conjunto de prácticas autoritarias precedentes.

Por el proceso de reapropiación, la injuria es utilizada en un contexto intencional distinto y rompe y subvierte esa cadena de transferencia autoritaria por la cual el sujeto al que interpela es excluido, y produce, así, efectos de construcción y afirmación identitaria por la cual su significado es modificado de forma radical: de ser la marca que define un espacio no habitable, pasa a ser un signo de identificación colectiva, de afirmación comunitaria y de construcción de prácticas relativamente autónomas. La fuerza de la autoridad es desplazada y la legitimidad de la nominación transferida desde la instancia normativa del régimen a los sujetos excluidos del mismo.[3]

La reapropiación de términos peyorativos por parte de los movimientos sociales a los que estos se refieren tiene una larga tradición: Michel Foucault hablaba, en el primer volumen de la Historia de la sexualidad, de un «discurso reverso» a través del que la homosexualidad comenzó a hablar de sí misma, reivindicando para ello los términos con los que había sido médicamente descalificada. Comenzó siendo habitual en habla inglesa tanto con términos relativos a la sexualidad como a la identidad étnico-cultural, religión, diversidad funcional, ideología política. Un claro ejemplo de reapropiación de una injuria relacionada con la identidad étnico-cultural en idioma inglés es la palabra nigger. Posteriormente los movimientos sociales hispanoparlantes también lo han desarrollado con el uso de palabras como marica, sudaca, tullido/a,[4]puta o gorda.[5]​ Esta reapropiación del insulto solo tiene sentido cuando la lleva a cabo el colectivo referido.[1]



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