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Rebelión delahuertista



Se conoce con el nombre de rebelión delahuertista el levantamiento iniciado en México por Adolfo de la Huerta en contra del presidente Álvaro Obregón y de su candidato a la presidencia Plutarco Elías Calles. Algunos historiadores sostienen que realmente las víctimas de este movimiento fueron los socialistas de Yucatán, en especial su líder Felipe Carrillo Puerto, el cual fue fusilado por fuerzas delahuertistas bajo el mando de Juan Ricárdez Broca el 3 de enero de 1924.

Tras el triunfo del Plan de Agua Prieta, ocupó la presidencia interina de la república el exgobernador de Sonora y Jefe militar del Ejército Constitucionalista Liberal, Adolfo de la Huerta, apoyado por Obregón y Calles. De la Huerta duró en el poder desde el primero de junio de 1920 hasta el 30 de noviembre de ese mismo año. Al día siguiente, Obregón tomó posesión de la presidencia.

Sin embargo, hacia el final del gobierno de Obregón, cuando era necesario convocar a elecciones presidenciales, el antiguo 'Partido Liberal Constitucionalista', formado sobre la base de los rebeldes de Agua Prieta, se escindió en dos facciones. Por un lado, los obregonistas que apoyaban la candidatura del general Plutarco Elías Calles, y por el otro los delahuertistas, que apoyaban a Adolfo de la Huerta.

La presión al interior del partido ocasionó que en diciembre de 1923 se levantara en armas la segunda de estas facciones, argumentando que no estaban de acuerdo con el dedazo de Obregón en favor de Calles.

El 22 de diciembre de ese mismo año, Obregón ordenó a Ralph O'Neill quien estaba reconstruyendo la Fuerza Aérea Mexicana , el bombardeo de la ciudad de Oaxaca desde el avión Quetzalcóatl, sin embargo, O' Neill se negó, argumentando que el avión estaba en mal estado. O'neill pasó a liderar varias misiones estratégicas de combate contra los rebeldes.

A mediados de diciembre de 1923, el General Carlos Greene se unió a la rebelión delaheurtista y alzó en armas en Tabasco, y el 23 de ese mismo mes tomó la villa de Jalapa.[1]​ Posteriormente, el 10 de enero de 1924, al frente de 2500 hombres sitió y tomó Villahermosa la capital del estado, sin que pudieran ser contenidos por las fuerzas leales al Presidente Obregón,[1]​ haciendo huir al gobernador Tomás Garrido Canabal, quien debió esconderse algunos días para después, el 14 de enero salir escondido en un cayuco hacia la población de Montecristo.[2]

El General Greene logró que los regimientos militares 67, 38 y 3 de Comalcalco, Huimanguillo y Frontera pertenecientes a la 12 zona militar al mando del General Vicente González, se sumaran al movimiento rebelde.[3]

Debido a su aislamiento geográfico, Tabasco se convirtió en el reducto más seguro para los rebeldes, quienes desconociendo al gobernador Tomás Garrido y posesionados de la capital del estado, nombraron como gobernador, primero a Manuel Ferrer Vega quien desempeñó el cargo los días 18 al 20 de enero y después a Manuel Antonio Romero que ocupó la gubernatura desde el 21 de enero hasta el 7 de junio de 1924 cuando terminó la rebelión.[2]

Adolfo de la Huerta dejó Veracruz el 5 de febrero para dirigirse a Villahermosa, antes, llegó al puerto de Frontera, al que el 20 de febrero a través de un manifiesto declaró "Capital Delahuertista de México" instalando ahí su gobierno.[4]​ De Frontera, salió el 11 de marzo rumbo a los Estados Unidos.[2]

El final de la rebelión delahuertista se comenzó a escribir, cuando las tropas federales tomaron Mérida y marcharon rumbo a Tabasco convertido en el último reducto de los rebeldes. El General Vicente González que se había pasado del lado de los rebeldes, regresó al ejército federal y tomó el puerto de Frontera, ante esto, el 7 de junio el gobernador delahuertista de Tabasco Manuel Antonio Romero abandonó Villahermosa huyendo hacia Guatemala, el General rebelde Cándido Aguilar, no pudiendo sostenerse en Campeche se encaminó hacia Tabasco con las fuerzas que lo seguían, en el camino se fue quedando sin soldados, y pese a que se unió al General Salvador Alvarado no pudieron resistir, y Villahermosa fue recuperada por las fuerzas federales el 17 de junio.[2]

La rebelión delahuertista había durado seis meses, el mismo lapso que Tabasco estuvo sustraído "de facto" del pacto federal. Algunos de los jefes importantes como Cándido Aguilar y Guadalupe Sánchez se refugiaron en los Estados Unidos, pero otros como los generales Carlos Greene y Salvador Alvarado de conocida filiación revolucionaria, fueron asesinados,[2]​ el primero fue fusilado en su hacienda de Comalcalco, Tabasco, y el segundo fue capturado y asesinado por Diego Zubiaur, uno de sus escoltas, en el rancho "El Hormiguero" en Montecristo, Tabasco cuando era conducido hacia la cárcel del puerto de Frontera. En otros casos Manuel M. Diéguez fue asesinado y el general Guadalupe Sánchez desapareció sin dejar rastro alguno.[5]

Obregón debió enfrentar militarmente a los de la huertistas y los venció finalmente en febrero de 1924 gracias en gran parte a la creación de un nuevo servicio aéreo. Hay que señalar que el gobierno de Obregón recibió el apoyo del gobierno estadounidense en forma de aviones de combate y munición para enfrentar la rebelión.

Tras el fracaso de la rebelión, Adolfo de la Huerta se exilió en Los Ángeles, California. En 1935, el entonces presidente Lázaro Cárdenas le otorgó la amnistía, y lo nombró inspector general de los consulados mexicanos en Estados Unidos.

El conflicto apenas duró unos meses, pero el número de oficiales que murieron o se exiliaron en Estados Unidos, permitió que se comenzará el proceso que profesionalizó al ejército mexicano, acabando con las revueltas militares. [cita requerida]

En el Estado mexicano, una de las formas populares de transmisión de la información eran las coplas populares, que los músicos del pueblo componían y cantaban, según ocurrían los sucesos políticos o sociales. Además de relatar la historia tal como la conocían, los copleros solían expresar su particular punto de vista sobre los hechos que narraban. La rebelión de De la Huerta no fue la excepción; abajo, dos coplas de la Charla de comadres, a propósito de la rebelión delahuertista.

va a agobiarnos la más triste situación,
nos veremos en una ruina completa,
muertas de hambre y sin ninguna protección,

-No se acuite comadrita, que a la fecha
va perdiendo gran terreno la reacción,
pues me dicen que ya Adolfo De la Huerta,
las espaldas ha enseñado el correlón.

-¡Ay qué bueno! Comadrita, me despido,
son las once y tengo que dar de comer.
-Las haremos, no se vaya, que el marido
si la quiere que la aguarde, ¿qué ha de hacer?.

-Pues entonces comadrita, ya me animo,
que las sirvan y brindemos con placer.
-Yo...por Calles... -Yo por Álvaro tan digno.

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