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Recato



Pudor (del latín pudor, -ōris), es un concepto que el Diccionario de la lengua española define como sinónimo de «honestidad», «modestia» y «recato».[1]​ Puede también interpretarse como la vergüenza a la hora de exhibir el propio cuerpo desnudo o de tratar temas relacionados con el sexo, o el sentimiento que mueve a ocultar o evitar hablar con otras personas sobre ciertos sentimientos, pensamientos o actos que se consideran íntimos.[2]

Para Aristóteles y Tomás de Aquino, el pudor no sería exactamente una virtud, sino más bien un sentimiento o una exaltación del ánimo, inherente a cierto tipo de expresiones. Cuando falta se hablaría de desvergüenza.

Otra manera de encarar la cuestión es la que formulan los filósofos personalistas. Estos sostienen que es propio del individuo ser pudoroso, como una defensa de la intimidad.

Según otros estudiosos del tema, el pudor es una preocupación injustificada, de la que conviene liberarse cuanto antes. Se subraya su índole convencional, supeditada a las distintas culturas, por lo que no se puede decir exactamente qué es en sí mismo:[3][4][5]

No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre. Se trata de la desnudez de tu padre.

No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en tu casa o fuera de tu casa.

No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija. Es tu propia desnudez.

No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre. Ha sido engendrada por tu padre, y es tu hermana.

No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre. Se trata de la familia de tu padre.

No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre. Se trata de la familia de tu madre.

No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre.

No te acostarás con la mujer del hermano de tu padre. Se trata de la mujer del hermano de tu padre.

No descubrirás la desnudez de tu nuera. Se trata de la mujer de tu hijo, así que no descubrirás su desnudez.

No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano. Se trata de la desnudez de tu hermano.

No descubrirás la desnudez de una mujer y de su hija.

No descubrirás la desnudez de la hija de su hijo, ni de la hija de su hija. Eso es un acto perverso, pues se trata de parientas cercanas.

No descubrirás la desnudez de la hermana de tu mujer, mientras esta viva, pues la harías su rival.

Al menos desde el siglo XV, los genitales, tanto masculinos como femeninos, han venido siendo conocidos como «vergüenzas»:

De la encuesta realizada al respecto por la novelista Lourdes Ventura (2006), se desprenden los siguientes datos:



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