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Revolución Constitucionalista



La Revolución Constitucionalista de 1932, Guerra Paulista o Guerra Civil Brasileña[6]​ fue un movimiento armado ocurrido en el Estado de São Paulo, Brasil, entre los meses de julio y octubre de 1932. Su objetivo fue la derrocada del Gobierno provisorio de Getúlio Vargas y la promulgación de una nueva Constitución para el Brasil.

El conflicto fue una respuesta a la Revolución de 1930, que puso fin a la autonomía de que gozaban los estados durante el período de la Constitución de 1891. La revolución de 1930 impidió la toma de posesión del gobernador de São Paulo, Júlio Prestes, en la Presidencia de la República y el derrocamiento del presidente Washington Luís, que fue gobernador de São Paulo desde 1920 hasta 1924, ponendo fin a la República Velha.

Desde el punto de vista político, tras la Revolución de 1930 que impuso en el poder a Getúlio Vargas, el Estado de São Paulo luchó para recuperar la tradicional hegemonía paulista en Brasil, supremacía perdida bajo el régimen de Getúlio Vargas, quien sometió al estado a dos interventores federales.

Surgieron las reivindicaciones a favor de un gobierno paulista, que pretendían la restauración de los grupos hegemónicos del Estado de São Paulo (el más rico y poblado de Brasil desde la década de 1930), cuyos intereses, tanto económicos como políticos, estaban siendo perjudicados por la nueva situación, a pesar de que algunos interventores, como João Alberto Lins de Barros, habían procurado conciliar la agricultura basada en el café con la nueva orientación del gobierno federal, deseoso de impulsar el desarrollo de otras provincias como Rio Grande do Sul, Paraíba o el Nordeste.

Bajo la conducción del Partido Democrático Paulista, entonces presidido por el profesor Francisco Morato, antiguo aliado de la revolución getulista, se inició un movimiento de oposición frontal al gobierno central basado en Río de Janeiro para que se otorgara nuevamente a los paulistas la autonomía política que ellos consideraban haber pedido en beneficio del gobierno central de Vargas.

Los nuevos líderes paulistas rompieron con el gobierno federal y buscaron alianzas con otros estados, pero finalmente apenas lograron la adhesión de las tropas del Sur de Mato Grosso, territorio que buscaba su separación como estado independiente y que, más de 45 años después (1977), se convertiría en Mato Grosso del Sur.

Pese a este magro apoyo, el 9 de julio de 1932 estalló la revolución constitucionalista de São Paulo, primero contra el interventor federal designado por Getúlio Vargas, el paulista Pedro de Toledo, luego proclamado gobernador. Se formaron batallones de voluntarios y adhirieron al movimiento algunas unidades del Ejército, un fuerte contingente de Mato Grosso y la casi totalidad de la fuerza pública estatal. Fueron movilizados inicialmente cincuenta mil hombres, comandados por el coronel Euclides de Oliveira Figueiredo primero y por el general Bertoldo Klinger después, bajo la jefatura suprema del general Isidoro Dias Lopes.

Los paulistas contaban con los principales centros de industria de Brasil, que pusieron al servicio de la revuelta. Apenas iniciada la sublevación, el gobierno federal ordenó el envío de tropas para restablecer la autoridad de Río de Janeiro, pero chocaron con feroz resistencia armada, en tanto el Estado de São Paulo contaba con la mayor población de Brasil, tornándose en un serio desafío para el gobierno de Getúlio Vargas.

Las tropas federales recurrieron a la aviación militar para atacar a los rebeldes, y recién desde mediados de agosto lograron recuperar territorios del Estado para el gobierno central. Las luchas continuaron en las semanas siguientes, y las tropas federales recién lograron recuperar la misma ciudad de São Paulo a mediados del mes de septiembre, pero aún continuó la resistencia en el interior del Estado. Recién el 4 de octubre de 1932 las últimas tropas paulistas capitularon en los distritos rurales, pese a lo cual hubo combates aislados tras la rendición final. La lucha dejó 934 fallecidos según cifras oficiales, pero cálculos estimativos asumieron la cifra de hasta 2200 muertos.

Algunos meses después de la capitulación, el gobierno federal, a fin de pacificar el país, decidió convocar elecciones para la Asamblea Constituyente, respondiendo al objetivo principal de los revolucionarios paulistas: la restauración del orden constitucional. São Paulo fue ocupado militarmente de octubre de 1932 a agosto de 1933. Fueron exiliados el exgobernador Pedro de Toledo, sus secretarios y otros políticos que tomaron parte activa en la revolución.



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