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Ricardo Macías Picavea



¿Qué día cumple años Ricardo Macías Picavea?

Ricardo Macías Picavea cumple los años el 17 de junio.


¿Qué día nació Ricardo Macías Picavea?

Ricardo Macías Picavea nació el día 17 de junio de 1847.


¿Cuántos años tiene Ricardo Macías Picavea?

La edad actual es 177 años. Ricardo Macías Picavea cumplió 177 años el 17 de junio de este año.


¿De qué signo es Ricardo Macías Picavea?

Ricardo Macías Picavea es del signo de Geminis.


Ricardo Macías Picavea (Santoña, 17 de junio de 1847-Valladolid, 11 de mayo de 1899) fue un escritor, geógrafo, periodista y pensador español perteneciente al regeneracionismo.

Bachiller en artes en 1863 en Valladolid, estudió Derecho y Filosofía y Letras en las Universidades de Valladolid y Madrid, si bien no llegó a concluirlos por un fundamental desacuerdo respecto a los sistemas de enseñanza. Profesor de Instituto en 1874, en las asignaturas de latín y geografía, se doctoró en 1876. Su vida trascurrió en Valladolid, donde desarrolló su labor como catedrático del Instituto Zorrilla, intelectual y escritor. Fue discípulo de Julián Sanz del Río, a quien Macías conoció en la Universidad de Madrid, sin ser estrictamente krausista, y de Nicolás Salmerón, de aquí su republicanismo progresista. Macías desarrolla y difunde su pensamiento en el ámbito local, provincial y regional, desde su centro vallisoletano. Hacia 1876 se orienta hacia el Positivismo. Participó en la reforma administrativa del ejército, pero no en la revolución de 1868 contra Isabel II. Reformó junto al Marqués de Sandoval la instrucción pública, y también participó en la reforma educativa en 1884 con Alejandro de Groizard. En 1885 estuvo en el Consejo de Administración de la nueva Caja de Ahorros y Monte de Piedad.

Publicó un manual elemental de gramática latina, un compendio de geografía, varios cuentos y dos novelas, así como artículos políticos en un periódico republicano de Valladolid que llegó a dirigir, La Libertad (1881). Estuvo en el Ayuntamiento Republicano de Valladolid desde que fue elegido concejal en 1891 hasta que abandonó voluntariamente en 1895 como reacción a lo que el llamó acomodamiento del republicanismo a la Restauración. Macías defendió un modelo orgánico de sociedad que reafirmaba el papel fundamental de los cuerpos intermedios (familia, municipio, provincia, región y corporaciones) frente al individualismo russoniano. Quiso una reforma agraria y recomendó un tipo de acciones tan civilizadas como la desobediencia civil. También defendió el darwinismo contra los ataques de los neocatólicos.

El problema nacional. Hechos, causas, remedios (Madrid, 1899). La primera lección que nos ha transmitido es la de la rotunda desmitificación de la España austracista, que interpretó como una gran desviación de nuestra evolución orgánica:"No. Carlos V y Felipe II fueron dos césares germánicos, que mataron primero el alma de España, y luego hicieron servir su robusto cuerpo, el cuerpo titánico que les legaron los Reyes Católicos, a la persecución loca y tenaz de los para nosotros exóticos ensueños e ideales que constituía la tradición perpetua del imperialismo alemán".[1]

Se sitúa en la línea regeneracionista cuya máxima figura fue Joaquín Costa. Macías planteaba problemas y apuntaba soluciones concretas que, en parte, pretendían situarse por encima de las meras ideologías. Parte Macías de un cierto optimismo: las limitaciones geográficas y raciales de los españoles son superables mediante la educación y el abordaje de cuestiones económicas estructurales como la del aprovechamiento de los recursos hídricos. Lo más interesante de El problema nacional es su abordaje crítico del caciquismo político imperante, y el desenmascaramiento de la ficticia democracia implantada por Cánovas. Pero también hace un análisis del sistema educativo. Para él la enseñanza es libresca y memorística, sin práctica ni experimentación en laboratorio, sin crítica de fuentes; no hay interés por cómo se hace la ciencia: "eso no se enseña en España"... Los estudiantes viven fuera de sus casas, sin ninguna disciplina, sin vida corporativa, disipados, holgazanes, armadores del escándalo y frecuentadores de garitos. Huelgas y vacaciones constantes. Los profesores dejan un momento la clínica o el bufete y explican la materia a un grupo numeroso, aburrido, indiferente; por la tarde al paseo... Y después, antes de los exámenes todo se remedia con un manual y el programa de la asignatura. Los padres presionan y piden carreras fáciles... Los manuales quizá no son caros, tampoco obligatorios, pero son buena expresión del nivel existente, salvadas las excepciones: "Doctrinas arqueológicas, teorizaciones de invención arbitraria, errores increíbles, ignorancias inexplicables, lenguaje sin arte, y aun sin gramática...". Los datos estadísticos sobre los costes públicos de la enseñanza -mínimos- completan su crítica. En sus recetas sobre las universidades, señala que bastan cuatro centros, todos con el doctorado, completos; con laboratorios, museos y bibliotecas, ejercicio constante de los alumnos; cursos normales y otros especiales por catedráticos, agregados y ayudantes; disciplina sobre la vida de los escolares, vigilancia de hospedajes, corporaciones de estudiantes para el estudio y trabajo, excursiones, juegos y deportes.

Es, en tono menor, el diagnóstico de Costa en Oligarquía y caciquismo. Fue el autor además de Apuntes y estudios sobre la instrucción pública y sus reformas 1882, Geografía elemental. Compendio didáctico y racionado 1895, La muerte de Cervantes, La mecánica del choque y El derecho a la fuerza. Es también autor de poemas y de ensayos y como narrador se le enclava dentro del Naturalismo por sus novelas El derecho de la fuerza y Tierra de Campos (1888), que pasaron prácticamente desapercibidas, y donde, con gran amenidad, hace gala de un fino y agrio humor. Est aúltima está ambientada en las crisis agrarias de los años ochenta, aunque parte de lugares conocidos como Medina de Rioseco, se sitúa en un lugar imaginario llamado Valdecastro, supuestamente situado a medio camino entre Urueña, Tiedra y Mota del Marqués (que llama Mauda en la novela). El protagonista de la novela es Manuel Bermejo, que regresa a su tierra para iniciar una aventura regeneradora basada en la explotación racional y científica de la tierra. Sus numerosos artículos periodísticos han sido recogidos por Fernando Hermida de Blas (Artículos de La Libertad... Valladolid, Junta de Castilla y León-Consejería de Educación y Cultura, 1998).



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