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Rimado de Palacio



El Libro rimado de Palacio o simplemente Rimado de Palacio es una obra de Pedro López de Ayala fechada entre 1378 y 1403.

Se conserva en cinco manuscritos: manuscrito E (Biblioteca de El Escorial), el N (Biblioteca Nacional de España), el P y el C (Biblioteca Nacional de Francia) y el A (Biblioteca de la Real Academia Española en Madrid).

La primera edición moderna es de 1829, pues algunos fragmentos fueron incluidos en la "Historia de la Literatura Española" de Bouterwek.

Sus fuentes serían, en primer lugar, religiosas: el Antiguo Testamento (sobre todo el Libro de Job), y otros textos cristianos, tanto rituales (formularios de confesión, «Ordo Commendationis» o «Ritual de Agonizantes») como místicos (la Scala Paradisi de san Juan Clímaco). También filósofos antiguos como Aristóteles o Boecio. En tercer lugar, le influyen autores latinos (Valerio Máximo o Tito Livio). Finalmente, cabe citar la literatura castellana (Libro de buen amor, Amadís de Gaula), la historiografía precedente y las Partidas.

La obra se ha dividido en dos partes:

También se ha estructurado en tres:

Una división más compleja advierte cuatro partes:

Lo más común es admitir tres partes:

Se compone de unos 8.200 versos escritos en su mayor parte en cuaderna vía:

También ensaya la copla real en dodecasílabos que tendrá gran éxito luego en el siglo XV en el famoso pasaje del Deytado sobre el Cisma de Occidente, que refleja su gran preocupación por la división de la Iglesia en el momento que llegó a haber tres papas: "La nave de Sant Pedro pasa grande tormenta, / e non cura ninguno de la ir a acorrer..." El canciller, por tanto, representa una cierta transición a los usos métricos del siglo siguiente.

Se trata de una extensa amalgama de asuntos morales, religiosos, sociales e incluso políticos. Se reduce a ser una prolongada diatriba contra los vicios de su época, así que su finalidad es didáctico-moral, pero el pretexto entremezcla la moralidad de tipo religioso con los consejos políticos. Es claro reflejo de las costumbres del hombre del siglo XIV, con consideración estamental de la sociedad. La parte dedicada a la crítica política es lo mejor de la obra, en la que afloran sarcasmo e ironía, pero su humor es siempre agrio, austero y moral: no reacciona ante el espectáculo de su tiempo con la despreocupada risa y la ambigua moral del Arcipreste de Hita.

Usa un vocabulario directo y reiterativo. Hace gala de una enorme cultura, pero sus imágenes son sencillas:

Destaca el uso del diálogo.



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