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Rodrigo Caro



¿Qué día cumple años Rodrigo Caro?

Rodrigo Caro cumple los años el 4 de octubre.


¿Qué día nació Rodrigo Caro?

Rodrigo Caro nació el día 4 de octubre de 1573.


¿Cuántos años tiene Rodrigo Caro?

La edad actual es 451 años. Rodrigo Caro cumplió 451 años el 4 de octubre de este año.


¿De qué signo es Rodrigo Caro?

Rodrigo Caro es del signo de Libra.


¿Dónde nació Rodrigo Caro?

Rodrigo Caro nació en Utrera.


Rodrigo Caro (Utrera, 4 de octubre de 1573-Sevilla, 10 de agosto de 1647) fue un poeta, historiador, abogado y sacerdote católico del siglo de Oro español.

Estudió cánones en la Universidad de Osuna, donde se matriculó en 1590, y desde 1594 en la de Sevilla, donde se graduó en 1596, después de que, a la muerte de su padre, fuera recogido por su tío Juan Díaz Caro, que vivía en Sevilla. Fue abogado eclesiástico entre 1596 y 1620, y no le faltó trabajo, pues atendió en ese periodo siete pleitos al año. Mantuvo a su madre y a ocho hermanos y todavía no recibía la protección de quien habría de ser su mecenas, el duque de Alcalá. Fue ordenado sacerdote a lo más tardar en 1598 y recibió un beneficio eclesiástico en la parroquia de Santa María de Utrera. Consiguió ser nombrado abogado del concejo municipal de su villa y en 1619 empezó a trabajar como censor de libros. Fue visitador general de la archidiócesis (una especie de inspector de iglesias) y en junio de 1627 se trasladó a Sevilla, donde se desempeñó además como juez de testamentos. Otras comisiones del arzobispado le acarrearon diversas amarguras y un pequeño destierro a Portugal. En 1645 renunció a su capellanía por no poderla atender, debido a una enfermedad de estómago que se le fue agravando. Murió dos años después a los 73 años de edad, el 10 de agosto de 1647.

Rodrigo Caro estuvo muy en contacto con los círculos cultos de la ciudad de Sevilla desde el final proveniente del siglo XVI, será en dichos círculos donde se componían las academias literarias y artísticas, además de diversas tertulias, elaboradas en el palacio del tercer duque de Alcalá y en el taller de Francisco Pacheco. La ciudad de Sevilla poseía un contexto mediante el cual mostraba principios de decadencia social y económica, desapareciendo el espectacular crecimiento cultural del siglo anterior. Su principal consecuencia fue para las tertulias, en la que Rodrigo Caro participaba.[1]

El conocimiento del saber propio del humanismo perteneciente al siglo XVI, evolucionará a un planteamiento más limitado y erudito, con un estilo mucho más marianista que servirá para la transición hacia el pensamiento barroco. Será en este contexto donde el interés por el pasado se hace latente. Bajo este contexto se formará e investigará Rodrigo Caro, bajo una transformación no únicamente cultural, sino también bajo una decadencia mediante la cual hay un ambiente contra reformista que dará paso al barroco en un futuro.[1]

Sus dos obras más representativas serán la Canción a las Ruinas de Itálica, la cual escribió por vez primera en 1595, y sus Días Geniales o Lúdricos[2], siendo esta última obra una representación simbólica del propio autor por parte del protagonista Don Fernando, el cual simboliza un retiro intelectual. Se estima que la obra estuvo finalizada en 1926 (¿? Imposible). No obstante, su aportación más reiteradas se encuentran en los ámbitos de la poesía y en el de la prosa, generando una representación existente entre los parámetros de la epigrafía y de la anticuaria orientados siempre de cara a la historia local, con una tendencia del barroco en ellos. Será un autor que alrededor de su carrera escribirá tanto en español, destacando un fuerte carácter histórico y biográfico, como también escribiendo latín, con una tendencia de carácter funerario y tratados de eruditos, finalmente también se encuentran en ellos notas y referencias a dioses antiguos.[1]

En el ámbito de la poseía lírica, posee cierta importancia referida Canción a las Ruinas de Itálica, existiendo cinco versiones de la canción escritas por el propio autor entre 1595 y 1614, integrándose en una producción literaria de la Edad Media, la cual evoca a las ruinas y restos arqueológicos como reflexión moral para los poetas. Dicha canción siendo es un especial recuerdo de la gran influencia de las ruinas arqueológicas de la antigua ciudad romana, ya que Rodrigo caro visitó la ciudad en 1595, cuando era estudiante en la universidad de Sevilla.[3]

En el ámbito de la prosa, destaca por el frecuente uso por la historia y la epigrafía sobre el ámbito local, buen ejemplo de ellos en cuanto a la temática historiográfica son obras como Inscripciones an­tiguas del arzobispado de Sevilla vistas en los años 1621-1625, De ueteribus Hispanorum Diis o Varones insignes en letras, naturales de la ilustrísima ciudad de Sevilla. En cuanto a las temáticas relacionadas con el carácter epigráfico, una prueba de ello es su obra titulada Memorial de la Villa de Utrera (1604) o las An­tiguedades y Principado... (1634) [1]

Cabe a destacar que posee especial relevancia del autor una serie de libros, en primer lugar, Varones insignes en letras naturales de la Ilustrísima ciudad de Sevilla,[4]​ el cual adquiere una simbología de la ciudad propia de Sevilla, intentando establecer a través de un recorrido histórico, dar un reconocimiento a la ciudad a la par que Roma.

También posee un libro únicamente dedicado al ámbito de la prosa, Poesía castellana y latina e inscripciones originales[5]​ en la que se hace un balance acerca de todo lo que aconteció el autor. Finalmente, también se puede encontrar una de sus obras más preciadas, Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorographia de su convento iuridico o antigua chancillería. [6]

Mantuvo relación con numerosos autores, como Francisco de Rioja, quien le dio largas constantemente en su petición de una capellanía real y del cargo de cronista de Indias; Francisco de Quevedo, a quien conoció en un viaje que este hizo a Sevilla con el rey en 1624; Francisco Pacheco, etc. Fue, sobre todo, arqueólogo, anticuario e historiador; tenía una gran biblioteca de clásicos y hasta un pequeño museo y escribió tanto en latín como en castellano.

Sus principales obras en prosa incluyen, entre otras:

En el campo de la poesía[8]​ escribió sobre la historia y riquezas de las ciudades andaluzas de Carmona, Utrera y Sevilla, así como sonetos y poemas laudatorios a San Ignacio de Loyola y a otros personajes. Utilizó motivos propios de la canción de amor erótica para manifestar su entrega a Cristo y también escribió romances burlescos, como el que relata la aventura que le aconteció en 1627 en la torre de la Membrilla, junto al río Guadaíra. En latín escribió un divertido poema mitológico titulado Cupido pendulus,[9]​ una epístola en verso a Juan de Robles, un largo poema sobre los orígenes de Utrera, dos odas a la Virgen de las Veredas de Utrera y a las reliquias de Úrsula y Eufrósine, epigramas a Fernando de Herrera, Luis de León, Alfonso García Matamoros, Benito Arias Montano, y otros personajes, etc. Pero, sin duda alguna, su poema más famoso e importantes fue la Canción a las ruinas de Itálica, que ha pasado a todas las antologías. De complicada historia textual (fue retocada por su autor cinco veces), posee un gran sabor clásico. Como todos los poetas barrocos de la escuela sevillana, el tema de las ruinas arqueológicas le fascinaba. Podríamos decir que, en este poema, Caro encontró la forma perfecta de expresar sus pensamientos sobre el impacto que le produjeron las ruinas de este emblemático lugar del pasado. El poema está lleno de motivos ilustres y hallazgos expresivos que justifican su fama: la presencia del interlocutor Fabio, que da altura moral al texto; el tópico del ubi sunt? con sus interrogaciones retóricas; el eco del nombre "Itálica", hábil recuerdo de Virgilio y Garcilaso; la gravedad del tono y la cuidada estructura de muchos versos hacen de esta poesía una de las mejores de su época. Marcelino Menéndez y Pelayo prologó la edición de sus Obras en Bibliófilos andaluces, XIV y XV, 1883 y 1884.



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