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Rompiendo las olas



Breaking the Waves (conocida como Rompiendo las olas o como Contra viento y marea) es una película danesa de 1996 con la que se consagró el director Lars von Trier. Está en la trilogía Corazón dorado, de la que forman parte Idioterne y Dancer in the Dark.

Como la primera película de von Trier realizada después de su fundación del movimiento Dogme 95, está muy influenciada por el estilo y el espíritu del movimiento, aunque la película rompe varias reglas establecidas por el manifiesto del movimiento. Breaking the Waves ha sido descrita como "quizás la película más aclamada de von Trier", y ha ganado numerosos premios, incluido el Grand Prix en el Festival de Cine de Cannes de 1996.

La interpretación de Emily Watson destaca en la película y fue elogiada por la crítica. Recibió nominaciones en los Premios Óscar, Globos de oro y BAFTA. Fue ganadora en Los Angeles Film Critics Association, entre otros.

La historia transcurre durante los primeros años de la década de los 70. La protagonista es una joven (Emily Watson) que pertenece a una comunidad de Escocia a orillas del mar. Esa comunidad tiene fuertes vínculos religiosos de carácter calvinista, de acentuado carácter puritano y patriarcal. Las mujeres no pueden hablar en la iglesia, es decir no tienen voz, ni pueden participar de ciertas ceremonias. En el comienzo de la película se muestra que en la iglesia local el campanario está vacío; comienza cuando el Consejo de la Iglesia se reúne para “autorizar” o no la boda de la protagonista, Bess, con un extraño, Jan (Stellan Skarsgård), un noruego que trabaja en pleno océano, en una plataforma extractora de petróleo. Los ancianos autorizan, con reservas, el casamiento.

El día del casamiento, el helicóptero que debe traer a Jan se atrasa, y Bess entra en desesperación ante el temor de ser abandonada. Cuando llega, ella lo recibe a golpes de puño. Hay una fiesta de bodas en la que los amigos del novio, risueños, bullangueros y bebedores de cerveza, contrastan con la parsimonia de los parientes y amigos locales. Bess ríe y baila, ebria de alegría. Una gozosa sexualidad se instala entre ella -virgen hasta entonces- y su esposo.

La luna de miel se acabó pronto y Jan debe volver a su trabajo en medio del mar. La desesperación de Bess es enorme. Se aferra, llora, grita, no quiere dejarlo partir. La separación se cumple, y Bess entra en una ansiosa espera del regreso, que se cumplirá al cabo de algunas semanas.

Antes de conocer a Jan, ella había sufrido una crisis a raíz de la muerte de su hermano, por la que fue hospitalizada. La viuda de este hermano (Katrin Cartlidge), enfermera en el hospital del pueblo y forastera, decidió quedarse a vivir allí para cuidar y acompañar a Bess. Retoma ese cuidado desde la partida de Jan.

Durante esta angustiosa espera del regreso, el espectador descubre que Bess tiene una particular relación con un Dios muy severo. Mantiene con él diálogos imaginarios en los que ella hace las dos voces: la suya, que suena debilucha y pequeña; y la de un Dios bronco y severo. Ella habla en nombre de Dios.

Jan sufre un terrible accidente en la plataforma y es trasladado a tierra firme, donde Bess decide cuidar a su marido inválido, lo que pondrá a prueba su amor y su capacidad de superación.

Debido a que Jan está cuadripléjico, él teme no poder tener nunca más sexo. Entonces le pide a Bess que tenga sexo con otros hombres, y que le cuente, para de esta manera recrear la situación como si fuesen ellos dos los amantes, aunque quizás para lograr placer sexual o para que ella pueda tener una vida lejos de los pies de su cama, como una viuda. Bess quizás teme sobre su futuro, sobre que ocurrirá si se conoce su proceder en un pueblo tan puritano. Pero la creencia de que el amor entre ellos mantendrá a Jan con vida la llevan a aceptar su plan de tener encuentros sexuales.

Accediendo a su plan, Jan empieza a tener una mejoría de salud al relatarle sus actos de promiscuidad. Ella quizás cree que lo hace en nombre de Dios, pero sabe que lo hace por amor a Jan. Intentando avanzar con su mejoría, Bess se prostituye en el puerto aunque, cuando los hombres quieren tener sexo brutal con ella, escapa. Pero, para mal de ella, Jan comienza a empeorar. Bess regresa al puerto y pide ser llevada al barco de donde había escapado por la violencia sexual, consciente de que para que mejorara Jan, debía sacrificarse. Regresa agonizante y muere en el hospital, provocando que su marido se recupere de milagro.

En su funeral es tratada como prostituta y se anuncia el infierno como destino. Pero no es su cuerpo el que está en el cajón, sino bolsas de arena, ya que había sido intercambiado por Jan y sus colegas. Ellos se adentran en el mar y lo arrojan allí, provocan un repique de campanas proveniente del cielo.

La película está dividida en siete capítulos diferentes. Cada capítulo comienza con un marco de título de panorama filmado de forma impresionista que presenta interludios de música rock de comienzos de los setenta. Cada uno de estos capítulos está filmado con una cámara inmóvil, pero presenta movimiento en el panorama. El estilo general está fuertemente influenciado por el realista Dogme 95 movimiento, de la cual von Trier fue miembro fundador, y sus imágenes granuladas y fotografías de mano le dan la estética superficial de una película de Dogme. Sin embargo, las reglas de Dogme exigen el uso de ubicaciones reales, mientras que muchas de las ubicaciones en Breaking the Waves se construyeron en un estudio. Además, la película está ambientada en el pasado y contiene música doblada, así como una breve escena con CGI, ninguna de las cuales está permitida por las reglas de Dogme.

La película obtuvo una calificación de aprobación del 85%, y una calificación promedio de 8.24 / 10 en Rotten Tomatoes de 59 reseñas. El consenso crítico dice: " Breaking the Waves ofrece un testimonio notable de la perspicacia y habilidad cinematográfica del escritor y director Lars von Trier, y anuncia a Emily Watson como un talento sorprendente".[1]​ También tiene una calificación de 76/100 en Metacritic basada en 28 comentarios, citando una recepción "generalmente favorable".[2]​ Durante un espectáculo en el que personalidades del cine enumeraron sus principales películas de la década de 1990, Breaking the Waves fue nombrada una de las diez mejores películas de la década por el crítico Roger Ebert y el director Martin Scorsese.[3]



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