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Rusofobia



La rusofobia o sentimiento antirruso engloba un amplio espectro de sentimientos vinculados con prejuicios, temores o aversiones hacia Rusia, los rusos, la lengua rusa, la madre Rusia y la cultura rusa. En la política internacional moderna, el término "rusofobia" se utiliza más específicamente para describir asuntos conservados de la época de la Guerra Fría.[1][2]

Muchos prejuicios presentan a menudo elementos de guerra política contra la Unión Soviética, que se siguen viendo en los debates de las actuales relaciones con Rusia. La amplitud de la rusofobia varía considerablemente de un país a otro, y no solo depende de la geografía, sino también de la historia y de otros variados factores. La intensidad de la rusofobia ha evolucionado en diversos países a lo largo de la historia.

Suele ser objeto de disputa si el sentimiento hostil hacia Rusia (tanto en la actualidad como en su pasado) es la consecuencia de una evaluación racional de sus políticas específicas, o bien se trata de un sistema compuesto de creencias y prejuicios estereotipados más allá de las acciones o políticas concretas.

En la segunda mitad de la década del 2010, el gobierno ruso y otros gobiernos afines han llevado a cabo una intensa campaña de denuncia de la supuesta rusofobia en Occidente, alegando la misma como causa de las acusaciones sobre presuntas responsabilidades del gobierno de Putin en sucesos dentro de, entre otros, la Guerra en el Donbáss, la Guerra civil siria, el Brexit, el auge del populismo en países de la Unión Europea y la victoria presidencial de Donald Trump en los Estados Unidos.

Se da la circunstancia que el brusco auge de la utilización del concepto rusofobia por los medios estatales y el Ministerio de Exteriores de Rusia se produjo a partir de 2014, año de la Crisis de Crimea, como herramienta en la guerra de la información.[3]

Hegel y una parte del idealismo alemán negaban a los eslavos, a los rusos y cualquiera de sus contribuciones a la civilización europea, e incluso el derecho de su cultura y a su gente de una existencia histórica independiente.

En las décadas de 1930 y 1940, Adolf Hitler y el NSDAP consideraban que la Unión Soviética estaba poblada por esclavos gobernados por amos "judíos bolcheviques". Hitler declaró en Mein Kampf su creencia de que el estado ruso era obra de elementos alemanes en el país y no de los eslavos:

Un plan secreto nazi, el Generalplan Ost pedía la esclavización, expulsión o exterminio de la mayoría de los pueblos eslavos de Europa. Aproximadamente 2,8 millones de prisioneros de guerra soviéticos murieron de hambre, maltrato o ejecuciones en sólo ocho meses de 1941-1942.

El 13 de julio de 1941, tres semanas después de la invasión de la Unión Soviética, el líder de las SS nazis, Heinrich Himmler, le dijo al grupo de hombres de las Waffen-SS:

En octubre de 2004, la Organización Internacional Gallup anunció que, según un sondeo, el sentimiento anti-ruso es relativamente fuerte en Europa, y sobre todo en Occidente. Se constató así que Rusia era, y probablemente es, el país menos popular del G-8 en el mundo occidental.[6]

El porcentaje de la población que tiene una percepción negativa de Rusia era del 62% en Finlandia, 57% en Noruega, 42% en Chequia y en Suiza, 37% en Alemania, 32% en Dinamarca y en Polonia, 23% en Estonia, y 73% en Kosovo.

Las que tienen la caricatura de un hombre con apariencia de cosaco de Zaporozhia dicen: «¡Gracias a Dios que no soy un moscal!».
La camiseta roja en la parte de la imagen dice: «¡Levántate Ucrania, que los moscalí no duermen por una hora!».

El apelativo moscalí es una forma de referirse a los rusos con una connotación negativa; es una adaptación polaca de la palabra moscovali que en idioma turco significa nativo de (el principado de) Moscovia, es decir, moscovita.
Se corresponde con el apelativo ucrainófobo ruso jojlý, jojol en singular.

Los responsables rusos afirman francamente que los sentimientos negativos hacia Rusia están bastante extendidos en Polonia.[7]​ Se publicó en el Civil society transparency and anti-corruption activities en Polonia que numerosos polacos parecen interesados en la política exterior rusa, pues tienen miedo que ese extenso país busque reconstruir su desmembrado anterior imperio bajo una forma diferente.

En las antiguas repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) han tenido lugar degradaciones y traslados a necrópolis de monumentos de la época soviética. Fueron originados por el sentimiento antisoviético que allí se desarrolló a consecuencia de la ocupación de las repúblicas bálticas durante la Segunda guerra mundial en los años 1940-1941 y las posteriores deportaciones masivas de habitantes entre 1944 y 1953.




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