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Soviet



Un sóviet o soviet[1]​ (en ruso, Сове́т, «consejo») es una asamblea, convocatoria, cabildo, concilio o consejo obrero de trabajadores.[2]

Los primeros sóviets fueron la raíz de la Revolución rusa de 1905. Originariamente, el término hacía referencia a las asambleas de obreros, soldados y campesinos que fueron fundamentales para el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917, así como la base para la formación de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, primero, y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1922. La Constitución soviética de 1918, con los bolcheviques ya en el poder, organizó la administración política del Estado en un sistema inversamente jerárquico y democrático —es decir, de abajo hacia arriba— de consejos (sóviets) de obreros, campesinos y soldados. Así, el primero de estos Soviets se fundó en la ciudad de Ivánovo.[3]

La estructura jerárquica del Estado, que iba de abajo arriba y de arriba abajo —uno de los principios del centralismo democrático leninista—, estaba conformada por sucesivos consejos, hasta llegar a la máxima autoridad, el Sóviet Supremo. En un nivel medio entre los gobiernos locales y el poder federal, cada República de la Unión Soviética tenía su propio Sóviet Supremo, si bien, con la institucionalización de la URSS en 1922 y la paulatina burocratización del Estado obrero, los sóviets comenzaron a perder una gran parte de su poder real y capacidad de decisión a nivel local o de base, convirtiéndose, a su vez, en niveles superiores, en órganos de gobierno al estilo de los parlamentos de otros estados. Así, la Unión Soviética pronto adquirió un sistema político de tipo «parlamentario» con un único partido, en el que el jefe de Estado o Presidente del Presidium del Sóviet Supremo era elegido por el poder legislativo (este último). El poder ejecutivo lo ejercía el Consejo de Ministros, cuyo nombre original en ruso fue, hasta 1946, «Consejo de Comisarios del Pueblo» (Sovnarkom).[3][4]

También se dieron experiencias soviéticas en otros países fuera de Rusia y su órbita. Destacan el Sóviet de Limerick, que fue instaurado en Irlanda en 1919. La República Soviética de Baviera, o el Sóviet de La Argañosa, que fue instaurado en 1934 en Asturias, al norte de España, y estuvo dirigido por Juan Ambou y Aida Lafuente. Las tres experiencias tuvieron una duración muy efímera.[3]

En la República de Cuba en el batey del Central Azucarero Mabay, en el municipio de Bayamo, de la entonces provincia de Oriente y actual Arquímedes Colina a solo 19 km de la ciudad de Bayamo, municipio del mismo nombre y capital de la provincia Granma, se instaura desde mediado de los años 50 del siglo XX el Soviet de Mabay como representación de la unidad obrera para luchar por su reivindicación, constituye una de las tradiciones históricas de aquellos obreros de la industria azucarera y todavía existe esta organización.

Este núcleo rural que pertenece a la llanura fluvial del Cauto surge como asentamiento independiente a partir del año 1918 con la construcción del ingenio azucarero «El Carmen», que luego se le denomina «Mabay» y en la actualidad lleva el nombre del mártir del movimiento 26 de Julio Arquímedes Colina Antúnez, revolucionario procedente de este poblado que participa en la última etapa de la guerra civil cubana desde la Sierra Maestra.

Esta forma de organización que se adopta desde el 13 de septiembre de 1933 constituye un ensayo de gobierno popular con obreros, campesinos y militares tras el derrocamiento del régimen pronorteamericano de Gerardo Machado. Este es el más organizado y fecundo intento del Partido Comunista que idea y lidera el brote popular en la zona oriental de Cuba, y lo denomina como soviet.

Ante la maniobra norteamericana para reducir el precio del azúcar y disminuir drásticamente los salarios que provocan el consecuente descontento de los obreros del sector, en agosto de 1933 las organizaciones revolucionarias efectuaron una gran reunión en el batey del central «Mabay», donde se conforma un Comité de Huelga y las Comisiones de Auxilio con el fin de abastecer de alimentos a los huelguistas y encargarse de mantener el orden.

El 13 de septiembre de 1933, después de una infructuosa discusión con la dirección obrera, el auditor de este central azucarero se ve obligado a entregar las llaves de esta fábrica al Comité de Huelga, el cual toma su control; mientras que la dirección regional del Partido Comunista, radicada en la ciudad de Manzanillo, orienta constituir el Soviet mediante una gran asamblea con los trabajadores agrícolas, pequeños colonos, los huelguistas acompañados de sus familiares y los soldados de la Guardia Rural de la comarca del poblado de Mabay. Al acto asisten Paquito Rosales y otros dirigentes del Comité Distrital del Partido Comunista radicado en Manzanillo, en el cual se informa sobre el contenido e importancia de esa forma de gobierno. Por su parte, Rogelio Recio Martínez, dirigente principal del levantamiento, rememora años después que la bandera roja del proletariado fue izada en la torre más alta del central productor de azúcar de caña y, las comisiones de comunistas divulgan a toda la provincia oriental las medidas adoptadas, factor que permite crear gobiernos similares en poblados como Julia y Veguitas más al suroeste de Mabay.

Como resultado de estas acciones el central azucarero de Mabay se declara propiedad colectiva, en tanto, la refinería, las colonias y las fincas ganaderas corren el mismo fin. Además, se crea una comisión para discutir los planteamientos obreros con la compañía dueña de la esta industria, se disuelve la Comisión de Estaca para organizar militarmente la defensa obrero-campesina mediante la llamada Guardia Roja, se reparten tierras a los desposeídos y se establece un asentamiento poblacional en el barrio María Luisa. Además, se logra la reorganización de la Comisión de Auxilio que es la encargada del abastecimiento de víveres y alimentos; se emitieron boletines y volantes con propaganda política y realizan obras de saneamiento en el poblado.

Todas las gestiones del Comité de Huelga en pos de las demandas obreras son apoyadas por Antonio Guiteras Holmes, entonces secretario de Gobernación y finalmente, la Compañía acepta la jornada de ocho horas, el salario mínimo y el pago en efectivo, la legalización del sindicato, el control obrero sobre la designación del personal -excepto el administrativo- y reconoce la ocupación de la tierra; así como la repartición de parcelas en las cercanías a esta industria. Sin embargo, a pesar de los pasos positivos dados en toda el área del central azucarero y las regiones vecinas, el proceso queda detenido y solo se circunscribe a ella porque en las demás provincias de Cuba no existen las condiciones objetivas que favorecen a la organización masiva y a la creación de un verdadero gobierno popular.




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