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Salto del agua



Salto del agua es el nombre con que se conoce a una zona histórica de la Ciudad de México ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en el cruce de las actuales calles Eje Central Lázaro Cárdenas, avenida José María Izazaga y Arcos de Belén. Tomó su nombre de la antigua Fuente del salto del agua ubicada en ese punto, de la cual subsiste una réplica.

Su ubicación está asociada a Moyotlan, uno de los cuatro campan de México-Tenochtitlan. Una de las fuentes de abastecimiento de agua del altepetl de los mexica fueron los manantiales de Chapultepec, los cuales traían agua dulce a Tenochtitlan por medio de un acueducto, el cual fue destruido durante el sitio de Tenochtitlan. En el sitio probablemente existieron chinampas, algunas encontradas con la construcción de la línea 8 del metro de la Ciudad de México.[1]

Luego de la conquista, entre 1522 y 1530[2]​ este fue reconstruido a la usanza española, llamándolo acueducto de Chapultepec, el cual tenía como fin probablemente una caja de agua, un sitio público. Una parte de Moyotlan se convirtió después de la Conquista de México en el barrio de San Juan Moyotlan. En el sitio alrededor del término del acueducto se construiría el llamado Tecpan de San Juan, es decir, la casa de gobierno del pueblo de indios de San Juan Moyotlan, el cual quedaría en el costado derecho de la fuente. El espacio quedaría configurado en una plaza que se llamaría Plaza del Tecpan de San Juan[3]​ o del Tumbaburros, en donde se instalaba además un importante mercado indígena. El pueblo se benefició además de la cercanía de la fuente, incluyendo al mercado que ya recibía agua de ahí en 1575.[4]​ Completaría la plazoleta el Templo de la Concepción del Salto del Agua, que data de finales del siglo XVIII.

A finales del siglo XIX la zona lindaba con el barrio del Niño Perdido y la calle del mismo nombre desembocaba en este mismo sitio.[3]Manuel Rivera Cambas en su México pintoresco, artístico y monumental narró la ejecución en ese sitio el 20 de septiembre de 1865 la ejecución a garrote vil de Ismael Pérez Trejo, Anacleto Pineda y un hombre de apellido Guerrero, acusados de ser los secuestradores de Julián Castilla, dueño de tres panaderías de la ciudad. Pérez Trejo era cobrador de las panaderías de Julián Castilla, y con sus cómplices lo llevaron con engaños a una casa de la calle del Niño Perdido, en donde lo asesinaron. Capturados, fueron ejecutados los tres en la plazuela del Tecpan de San Juan, sitio que decidieron sus juzgadores como el de la ejecución como forma de escarmiento.[3]

En los años 30 del siglo XX comenzaría la demolición de los edificios en torno a la plazoleta con el fin de crear nuevas calles y avenidas. El entorno del Salto del agua cambiaría aún más con la construcción del Eje Central Lázaro Cárdenas y la avenida José María Izazaga.

Las fuentes de la Ciudad de México eran sitios públicos donde confluían cientos de personas cotidianamente a abastacerse de agua, pero también a beberla, a dar de beber a los animales de granja y a lavar la ropa. Tales sitios no estaban exentos de conflictos, riñas y de la instalación de puestos de comercio ambulante. La fuente "de cal y canto" ya es mencionada como Salto del agua por Agustín de Vetancurt en 1698.[5]​ En 1779 como parte de las obras mayores de urbanización de la ciudad, el entonces virrey Antonio de Bucareli y Ursúa ordenó edificar en el término del acueducto de Chapultepec una fuente, la cual fue obra de Ignacio Castera. El arquitecto la construyó y fue entregada el 20 de marzo de 1779.

De estilo barroco, el conjunto escultórico de la fuente, un edificio rectangular, integra símbolos que aluden tanto a lo hispano como a lo indígena. En el centro del conjunto está tallado el escudo de armas de la Ciudad de México rematado por la corona española, detrás un águila con las alas abiertas que sostiene estandartes españoles y armas indígenas. El caño del acueducto hacía caer el agua hacia un tazón de piedra con reminiscencias marinas, de talla ondulada. Dicho tazón de piedra es sostenido por tres niños que están encima de tres delfines. A los costados tiene dos columnas salomónicas y dos pilastras en forma de delfín[6]​, encima de los cuales hay dos cartelas con orlas florales. En los remates de las columnas hay dos mujeres, una española y una indígena, ambas recogen agua que emana del remate principal, una copa. A los costados izquierdo y derecho finalizan conjuntos de columnas apilastradas con almohadillado, las cuales cuentan también con un copón cada una como remates. El agua caía a una poza principal, base de la fachada, de talla irregular. En la fuente original el agua salía del caño principal y de las bocas de los cinco delfines. En la réplica de 1945 se ha perdido uno de los chorros de agua, el de la mujer indígena. La fuente conserva dos lápidas epigráficas[6]​.

También en ese sitio tomaban materia prima los aguadores que la tomaban y la vendían por reparto a quien la necesitara.[7]​ A principios del siglo XIX la fuente del Salto del agua era una de las 40 públicas de la ciudad, en donde se abastecían del líquido todas las personas que no tenían mercedes de agua, es decir, tomas directas a su hogar, las cuales eran pagadas por las clases altas de la capital y por los sitios religiosos.

Según Alexander von Humboldt el agua que se vertía en esta fuente era de color azulado "no es muy pura y solo se vende en los arrabales", y atribuía ello al alto índice de carbonato de cal.[8]​ A mediados del siglo XIX la fuente y los arcos presentaban escasez y en 1855 el entonces presidente Antonio López de Santa Anna ordenó construir una nueva calle que conectara la zona con la avenida Bucareli, destruyendo los arcos del acueducto novohispano y enviando el flujo de agua por cañerías subterráneas.[9]​ Dicha modificación provocó escasez en los cuarteles 6 y 8 en ese año[10]​.

La fuente permaneció hasta 1945, fecha en que fue removida y en su lugar se colocó una réplica hecha por Gustavo Ruiz basada en el diseño de Castera, la cual al momento de su retiro estaba deteriorada. La misma fue llevada a los jardines del Museo Nacional del Virreinato, donde permanece.[11]

El templo de la Concepción data de 1750, es de una sola planta, cuenta con una cúpula y tiene techo con bóvedas. En el siglo XX fue remodelado, y desde la ampliación de las avenidas quedó rodeada por el par vial de José María Izazaga y el cruce con Eje Central.



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