San Fernando de Occidente o simplemente San Fernando es un municipio de Colombia, situado en el departamento de Bolívar, a orillas del río Magdalena. Se sitúa a 260 km al sur de la capital departamental, Cartagena de Indias.
La población fue fundada el 30 de mayo de 1759 y recibió su nombre en honor al rey medieval de la Corona de Castilla Fernando III el Santo.
San Fernando se encuentra dividido administrativamente en 12 corregimientos:
Además, por las veredas de El Limón, La Costa, Dios me Vea, Raizalito, Las Bateas, La Cruz, Lázaro y Astillero.
Lo que hoy es San Fernando de Occidente estuvo habitada durante la época prehispánica por los indios de la tribu Malibúes (Malabúes o Malebuyes) pero especialmente por las tribus de los Menchiquejos, los Guatizos, los Huracanes, los Cazangas y los Bateas respectivamente. Todas estas tribus estaban bajo el dominio del Cacicazgo de Mompoj tras adscripciones hechas por alianzas y pactos entre estos pueblos.
Esta zona fue especialmente próspera para el desarrollo de las tribus aquí localizadas debido a las riquezas agrícolas, de fauna y flora y de sus múltiples cuerpos de agua que se encuentran ubicadas a lo largo y ancho del territorio fernandino. Un aspecto importante a destacar es que durante la conquista y la colonización de estas tierras por parte de los españoles llegados desde Cartagena, hubo gran resistencia a tal acto, primeramente por los indios Menchiquejos, quienes desde las primeras épocas habían hecho su asentamiento en la margen derecha del Río Grande de La Magdalena muy cerca del caño que hoy lleva su nombre y que colinda con la Ciénaga de Chilloa (territorio que en esas épocas perteneció a la Provincia de Santa Marta).
Pero su resistencia no fue permanente y cayeron bajo dominio español, razón que éstos atribuyeron para decidir su destino. Es así como los ibéricos destierran a los indios bajo el proceso de la expansión de blancos, mestizos, mulatos y zambos bajo la excelsa orden de Fernando Mier y Guerra quien se trasladó a la ribera del frente, en la Provincia de Cartagena, y quien le cedió una porción de tierra a la señora Juana Batallé (otros aseguran que su verdadero apellido es Bataller) para que se establecieran allí.
Pero los indios desterrados por personas ajenas al territorio que desde hace siglos estaba en su poder vieron nuevamente como su pequeño territorio empezó a ser invadido por otros colonos lo que hizo elevar una petición al Virrey Solís en el año 1750 con el fin de determinar los límites del terreno correspondiente a su resguardo. En efecto, desde el Marqués de Santa Coa, hasta un vecino de apellido Solís, pasando por los predios del acaudalado ganadero Don Blas de Godoy, habían establecido las estancias de las nuevas tierras para el resguardo de los indios. El protector de indios procedió a la delimitación, correspondiendo una lengua (desde el cerrojo de la iglesia) río arriba, río abajo y hacia los playones. Es así como nace el pueblo San José de Menchiquejo que hoy queda bajo jurisdicción del Municipio de San Fernando.
Así una vez avanzada la colonia y los respectivos procesos de asentamientos en tierras vírgenes, se procedió con la fundación de San Fernando de Occidente (capital municipal), de los distintos corregimientos, veredas y caseríos que hoy conforman el territorio del municipio. El poblado de San Fernando de Occidente fue elevado a la categoría de Municipio en 1832 con lo que pasó a ser la capital de este nuevo territorio segregado de Mompox. Actualmente el Municipio tiene una extensión total de 675 km².
El 30 de mayo del año de 1759 es la fecha de fundación o poblamiento de San Fernando de Occidente, así aparece registrado en el libro “Apuntaciones Historiales de Mompox” de Don Pedro Salcedo del Villar. Para ese entonces, procedentes de la Villa de Mompox, llegaron a estas laderas famosas por sus abundantes nísperales silvestres y propiedad del Marqués de Santa Coa, los colonos Juan Rodríguez, Francisco Rangel, Félix José Patiño y Carmen León Pérez, con sus familias, para dedicarse a cuidar una extensa ganadería de Don Juan Bautista Mier y La Torres, acaudalado español, casado con la hija de Don Julián de Trespalacios.
El nombre de la nueva población fue dedicado a la católica majestad de Fernando III, el “Santo”, pues la fecha del 30 de mayo fue tomado por la iglesia para su veneración. El apelativo de occidente fue dado porque ya había otra población con el mismo nombre en la margen derecha del río (Provincia del Magdalena).
Esta ladera fue durante la colonia tránsito obligado del comercio establecido entre Mompox y el interior del país y se convirtió en un sitio estratégico y adecuado para apacentar el ganado y como alacena abundante en variedades de frutas. Condiciones que hicieron atractivo y apacible el lugar al extremo que muchas personas procedente del interior y de Mompox optaran por radicarse posteriormente.
El ordenamiento territorial durante la Nueva Granada (1843-1857) cambia sin éxito los nombres de algunas aldeas. Los parajes de Menchiquejo, fracción del distrito parroquial de San Fernando, será administrado bajo el nombre de Aldea de Valest.
Continúa entonces la situación vigente, debido a que la falta de límites distritales, entre San Fernando, Margarita, Mompox y Pinillos, donde cada cual sostenía sobre el otro, sus pretensiones territoriales, situación que dificultaba a los alcaldes, avenirse a su fijación, por las "inconciliables pretensiones".
Por lo anterior, quedó demostrado que San Fernando, era un distrito muy pobre en recursos y en extensión, lo que generó que la ley # 28 de noviembre de 1872 en su Artículo 3°, lo degradara como distrito parroquial. Pero un año después es restablecido su estatus mediante la ley # 37 del 15 de diciembre de 1873, en su Artículo 5.
Entre 1930 y 1960 el comercio del país se hacía a través del río Magdalena. Grandes buques de vapor y luego las navieras viajaban constantemente desde Barranquilla a La Dorada (Caldas). En su paso por San Fernando atracaban obligatoriamente a recoger ganado de la hacienda La Esmeralda y leña en el puerto conocido como la Manga. Las personas que vivieron esa época recuerdan con nostalgia el buque llamado “David Arango” que naufragó frente a Magangué.
El río también fue escenario propicio para el contrabando de tabaco, que era traído del Carmen de Bolívar y Zambrano de manera clandestina en horas nocturnas, para evadir la requisas de los guardas y era transportado en granes champanes piloteados a punta de canalete y lata. El negocio del tabaco fue tan productivo que muchos se enriquecieron.
A mediados del siglo XX, las actividades agropecuarias eran notables, pues los campesinos vendían a buen precio las cosechas de año y veranillo, a los señores Domingo Baena Silva y Eustaquio Longaray, dueños de dos grandes depósitos de granos en la comunidad.
Estos señores compraban todo el maíz y ajonjolí que se producía en el medio, así como también, cerdos para sacrificar y extraer manteca, gallinas y muchos otros productos, que ellos mismos embarcaban en buques y lanchas para ser comercializados en Barranquilla. Esta actividad le produjo a Domingo Baena, grandes ganancias, al punto que se convirtió en una de las personas más ricas del pueblo.
Con relación a la actividad ganadera, existieron en esa época, fuera de la hacienda La Esmeralda, otras personas con hatos ganaderos, entre los cuales se destacaron las familias Pérez Rangel y Pérez Fernández, quienes compartían dos fincas que poseían el mismo nombre, Flor del Campo, identificables precisamente por los respectivos apellidos; la Vega Surmay, dueños de fincas en Guasimal y Lázaro y la Silva Pérez, dueños de la finca Los Jobitos y La Sabana de Peralejo.
Entre los años de 1920 y 1930, existió en San Fernando una fábrica oficial para producir licor, de propiedad de Ismael Vega Surmay, Antonio Rangel y Ramón Domínguez, licor que era extraído de la panela que producían los trapiches de Punta de Hornos y Margarita. El guarapillo de la panela se dejaba fermentar y posteriormente se destilaba en unos alambiques de cobre, manejados por expertos catadores como Jorge Cesáreo Arias Vega y Amiro Peñas Rodríguez, obteniéndose como producto final, un ron de buena calidad, muy apetecido por los bohemios de la época.
Para el año 1928, estos señores deciden vender los equipos y aparatos de la fábrica de licores, ya que para esa misma fecha, el gobierno nacional, asumió el control de las Licoreras y prohibió a los particulares la producción de ron, so pena de ser multados y hasta encarcelados.
Desde tiempos inmemoriales existieron en San Fernando, dos fábricas de jabón y de velas de cebo. La una propiedad de la señora María de la Paz Pérez de Silva y Dormelina Silva Pérez, hija de esta y, la otra, de Ubaldina Silva. En estas fábricas artesanales, se producía dos productos de primera necesidad en la comunidad: el “jabón de monte” y la “vela de cebo”, como popularmente se les llamaba.
Para la preparación del jabón de monte, se picaba el cebo de res, con hojas de plantas aromáticas (matarratón, naranjo agrio) y almidón de yuca, éstos componentes se ponía a hervir en agua en unas calderas grandes llamadas pailas, durante varios días, en el transcurso de los cuales, se les vaciaba un producto químico denominado “lejía”, destilado de unos aparejos de bejucos llamados destiladeros, que contenían cenizas tapizada en hojas de plátano, a los cuales se les echaba agua y se les dejaba destilar gota tras gotas y se almacenaba en unos botellones grandes llamados damajuanas. Cristalizado el producto, se vaciaba en unos moldes prefabricados en madera, de donde se procedía a cortar los panelones de jabón, una vez enfriada la plancha.
Para fabricar las velas de cebo, se ponía a sofreír el cebo de res picado y limpio, en calderos grandes hasta derretirse, luego se mojaban en diferentes sesiones y días, unos pabilos de algodón prefabricados, hasta completar un grosor adecuado.
Tanto el jabón de monte como las velas de cebo, eran comercializados en la población y Mompox, la demanda del primero se debía a la limpieza y suavidad que dejaba en la piel de las personas, después de la utilización en el baño, así como también, evitar la caspa o seborrea del cabello. Las velas de cebo tenían y aún tienen, un uso medicinal, para desinflamar golpes y magulladuras mediante sobos, al igual que en las apretazones y pechugueras ocasionadas por el asma, el ahogo y la gripa, como un gran descongestionante nasal y bronquial.
Actualmente la señora Felisa Pérez de Silva, ha continuado con la producción artesanal del jabón y las velas de cebo, a mediana escala y a pedido personal, constituyéndose estos dos productos, en un patrimonio de la tradición fernandina, que no se debe perder.
También hubo en la población una fábrica de “jarabe de totumo”, producto artesanal elaborado con procedimientos químicos del fruto del totumo, azúcar y otros componentes, de conocimiento y manejo del señor Manuel Herrera, quien debido a la edad y a algunas limitaciones visuales, se ha visto obligado a suspender la producción de este producto, que representaba una cura efectiva para el tratamiento de gripes y catarros crónicos, por sus efectos broncodilatador.
El tabaco se convirtió por su consumo, en un artículo de primera necesidad y, por razones obvias, en una actividad comercial muy lucrativa. El tabaco que se consumía era traído del Carmen, Córdoba, Zambrano, Plato, Tenerife, Pinto y Tacamocho. Los grandes comerciantes eran personas oriundas de estas poblaciones. El tabaco era transportado por el río Magdalena, en champanes o canoas grandes, por patrones y bogas a punta de lata y canalete.
Se llega a San Fernando siguiendo estas rutas:
Letra compuesta por: Mario Flórez López.
I
San Fernando hermosa tierra y labrantía Santo pliego perfumado con azahar Vuelo de aves remontan en armonía Surcando el aire que dibuja el humedal
Coro
La vida de tus ancestros Es la historia Bravo pueblo Menchiquejo Es inmortal Con bravía se supo defender A occidente la ribera hizo cambiar San Fernando, San Fernando, paz y gloria Rey y Santo su leyenda la escribió En tus calles y con corazón valiente De una raza altiva y fuerte con honor
II
Magdalena y el brazo cual remanso Entre caños y manglares un pescador Zona fértil ganadera de playones Hizo Dios el portal de la región
Coro
La vida de tus ancestros Es la historia Bravo pueblo Menchiquejo Es inmortal Con bravía se supo defender A occidente la ribera hizo cambiar San Fernando, San Fernando, paz y gloria Rey y Santo su leyenda la escribió En tus calles y con corazón valiente De una raza altiva y fuerte con honor.
El escudo de San Fernando, igual al de Bolívar su departamento, corresponde a la escuela española de heráldica. Se nota la ausencia de lambrequín, adorno heráldico generalmente en forma de hojas de acanto. Este escudo presenta también como marco de diagramación la forma acorazonada en mérito a las antiguas vasijas de barro utilizadas por los primitivos pobladores (los indígenas) en sus labores domésticas.
La divisa es la banda que aparece en la parte superior del escudo con el nombre del Municipio: MUNICIPIO DE SAN FERNANDO. La divisa inferior, en forma muy sobria aparece la fecha de su fundación: 1759. Estas cintas son de color acanelado que sirven para encabezar y finalizar el escudo heráldico del municipio donde representan el color del suelo.
La franja superior de fondo verde, significa frondas frescas, follajes exuberantes. Se observa el rostro de una mujer de labios carnosos, alusivos a la danza y al canto. Una mascarada con un gorro frígido sostenida por un asta dejando entrever la picardía, la alegría, lo quimérico, lo emotivo, lo carnavalesco del teatro de la ribera. Esta mujer quien también representa a la población indígena de la comunidad y a su frente el español, hacen apoteosis de la fundación del Municipio.
La franja central muestra la riqueza hídrica, ciénagas, lagunas, caños, humedales y hermosos paisajes. El río es la principal arteria que irriga y da subsistencia a los pobladores. Y el pescador usando su atarraya, reafirmando la supervivencia del hombre anfibio. Y su eterna acompañante, la canoa, su versátil medio de transporte. Por último la franja inferior, sobre fondo rojo, vemos el mapa o delineamiento del municipio, una corona de oro con piedras preciosas y un cetro alusivas a su patrono San Fernando Rey.
El lienzo o bandera de San Fernando, cumple con el orden cromático universal, en cuanto al color de sus tres franjas que la conforman, alusivas al Municipio: Verde, Blanco y Rojo. Resalta en el centro un Sol resplandeciente.
El color Verde significa las riquezas de vegetales, La fauna y la flora del municipio. El color Blanco de la segunda franja, simboliza el espíritu de paz de la comunidad. El Rojo, la sangre palpitante de vida de la Gente del pueblo y en honor a los paisanos que dieron la vida por la patria.
El Sol es la luz del Caribe que ilumina cada día a las gentes del pueblo, por el camino del bien, la honestidad y la inteligencia y sus doce rayas, simbolizan los doce corregimientos que lo conforma al municipio.
El Territorio Municipal de San Fernando tiene una extensión total de 675 km². Limita al norte con el Municipio de Mompox, al sur con el Municipio de Margarita, al oriente con el Río Magdalena (Brazo de Mompox) y al occidente con el municipio de Hatillo de Loba y Pinillos.
San Fernando de Occidente es muy rico en este campo, sus depósitos de flora son inmensos, tanto así que aquí no se hallan todos los tipos de plantas existentes en el medio, solo los más comunes. Algunas de las plantas más conocidas son: Totumo. Roble. Ceiba Bonga. Tamarindo. Guanábana. Papayo. Guayaba. Guayaba Agria. Coco. Plátano. Caimito. Mango. Matarratón. Jobo. Orejero. Naranja Agria. Naranja. Níspero. Olivo. Guayacán. Guayacán de Bola. Guayacán Cienaguero. Maracuyá. Ceiba Amarilla. Ceiba Roja. Hicaco. Paloprieto. Espino. Guacamayo. Maíz. Yuca. Bambú. Campano. Pringamoza. Raboalacrán. Malva. Sábila. Espantamuchacho. Lirio Blanco. Tamaca. Palma de Vino. Corozo. Suán. Hierba de Vidrio. Escobilla. Mora. Mamón. Chingalé. Tolú. Toronjil. Capacho. Coral. Viudita. Balsamín.
Naranjuelo. Limoncillo. Cañandonga. Solera. Guásimo. Batata. Ñame. Pintacanilla Salvaje. Pintacanilla. Limón. Vijao. Taruya. Tapón. Algodón Salvaje. Hierba de Cotorra. Hierba de Pajarito. Caña. Higuerón. Majagüito. Estropajo. Cusú. Hojancho. Zapote. Mamey. Cacao. Escobilla Menuda. Halconcito. Anamú. Cañahuate. Guamacho. Cerezo. Gonorrea. Piñón. Uvito. Guacharaco. Sotacaballo. Algarrobo. Ajonjolí. Mijo. Árbol del Pan. Cadillo de Perro. Ojohuei. Bejuco Malibú. Bejuco Blanco. Bejuco Matamba. Rabo de Iguana. Aruñagato. Huevoegato. Zarza Amarilla. Zarza Playonera. Patilla. Pepinillo. Ahuyama. Pepino. Pomelo. Marañón. Cereza. Guanabanito. Mariangola. Ciruela. Anón Verrugoso. Anón Liso. Chirimoya. Caracolí.
Limón Mandarina. Cojón de Fraile. Carbonero. Palma Sará. Calabaza. Diente de Perro. Pico de Loro. Bleo. Mandarina. Guama. Verdolaga. Eucalipto. Cardón. Tuna. Maicholo. Bejuco de Pito. Cucharito. Bejuco Prieto. Pica - Pica. Espuela de Gallo. Cantagallo. Helecho. Ají Picante. Ají Dulce. Papayote. Sancoaraño. Balso. Pasto. Paja de Bejuco. Paja India. Paja Guinea. Cucullina. Ánglenton. Arrocillo. Canutillo. Lengualisa. Gramalote. Hierba de Chavarrí. Bicho. Leucaena.
Este es otro de los campos fuertes de los tesoros naturales con los que cuenta San Fernando. Encontramos en esta zona: Loro. Perico Serrano. Perico Manguero. Pisingo. Cotorra. Garza Real. Garza Morena. Carrao. Chavarrí. Coquito. Colibrí. Toche. Azulejo. Papayero. Mirla. Cucarachero. Limpia Casa. Sangretoro. Halcón. Pigua. Águila. Chichafría. Yolofo. Cocinera. Abuelita. Tierralita. Lechuza. Patoyuyo. Gallito de Ciénaga. Guacharaca. Canario. Bebehumo. Cargabarro. Carpintero. Guacamaya. Guacamaya Colombiana. Guacamaya Gonsala. Barraquete. Pundungo. Ponche. Lobo Pollero. Viudita. Ciempiés. Salamanqueja. Puerco Espín. Perica Ligera. Mono Aullador. Martica. Nutria. Iguana. Galápaga. Tapaculo. Morrocoyo. Venado. Mico. Tití. Zorro. Zorro Patón. Zorro Guache. Zorra Rabo Pelado. Cocuyo. Luciérnaga. Búho. Lorica. Guartinaja. Ñeque. Armadillo.
Serpiente Mapaná X (Boquidorá). Mapaná Raboseco. Candelilla. Boa. Coral. Guardacamino. Patoco. Bejuquillo. Ramera. Culebra Amarilla. Culebra Toche. Mapaná de Agua. Alacrán. Araña de Tigre. Comején. Choza. Cucarrón. Gusano de Paloma. Gusano Coral. Avispa Culepato. Avispa Papelillo. Avispa Concha de Armadillo. Avispa Conguita. Avispa Pargatera. Avispa Vaquera. Abeja Africana. Abeja Pata Pelúa. Abeja Mosca Grande. Enrredacabello. Abeja Paraca. Avispa Carnicera. Tábano. Congo. Lobo Playero. Lagarto. Guataquí. Camaleón. Babilla. Caimán. Inguensa (galápaga).
Tortuga. Ardita. Marimonda. León Colorado. Zorro Gato. Zorro Perro. Mapurito. Mochuelo. Rosita Vieja. Congo Bajero. Congo (pájaro). Tucero. Tanga. Viudita (pájaro). Mercedita Blanco (pájaro). Patocucharo. Coyongo Bolillón. Coyongo Cabeza de Cera. Garcipolo. Paco – Paco. Patico de Agua. Culona. Pajarito Cura. Oropéndola. Corníz Sabanera. Corníz Mocha. Tintín (pájaro).
Peces: Bocachico. Bagre Pintado. Bagre Blanquillo. Chucho. Moncholo. Mojarra Amarilla. Mojarra Barbona. Mojarra Lora. Mojarra Cachama. Pincho. Sardina. Comelón. Chango. Chupe. Dorá. Sábalo. Vizcaína. Tolomba. Cabeza de Piedra. Agujeta. Garagara. Coroncoro. Pez Sapo. Raspa Canoa. Barbú. Raya de Río. Cangrejo de Agua Dulce.
La unidad geológica de San Fernando es Cenozoica, con depósitos fluvio-lacustres, marinos, glaciales y volcánicos.
La clase de clima que presenta San Fernando es Cálido Semiárido.
Los suelos de San Fernando según unidades de área-km² y % son suelos de la planicie aluvial lacustre. Presenta en su zona intermedia y sur: 7.501, 78 28,88 y en su zona ribereña y centro: 1.182,24 4,55. Esta zona de Planicie Aluvial y Lacustre está compuesta por suelos de clima cálido y húmedo, evolucionados a partir de depósitos cuaternarios de origen fluvial y fluviolacustres y localmente fluviovolcánicos y marinos. Fluvaquents, Dystrubets, Udifluvents, Hapludox y Endoaquepts.
También posee suelos de clima cálido árido, localmente desértico, evolucionados a partir de depósitos cuaternarios de origen fluvial y fluviolacustre, localmente fluviocolubial y fluviovolcánico. Haplustepts, Ustifluvents, Haplustolls y Endoaquepts.
Topográficamente el municipio es completamente plano y abundante en humedales ricos en recursos ictiológicos. Entre los caños más importantes tenemos: El Mono, El Violo, La Guadua, El Limón y Guataca.
Dentro del complejo cenagoso sobresalen las ciénagas de Menchiquejo, Guatizo, Cazanga, Agudelo, Pajaral, El Rodeo, Agudelito, El Saco, Los Hinguenzos, Cascajal, Huracán y la Ceiba entre otras. Cabe señalar que en la zona rural, especialmente en lo que se conoce como los playones, los dueños de fincas han hecho canales de riego a propósito por sus potreros, originando el abono y desaparición de muchas ciénagas para luego tomar posesión de esas tierras.
San Fernando presenta la siguiente cobertura de la tierra según categoría y clase de cobertura: • Cobertura de Agroecosistemas: Presenta cultivos anuales y transitorios así como pastos. • Coberturas de áreas húmedas continentales y costeras: Presenta herbáceas y arbustivas costeras.
Según la Precipitación Total Anual (milímetro por año) San Fernando presenta entre 1.000 a 2.000 mm/año. Incluye el dato adicional que San Fernando presenta aproximadamente 50 días con lluvias durante el año.
El brillo solar de esta zona presenta de 2.101 a 2.500 horas de sol anual.
Así ha evolucionado San Fernando desde 1973. • 1973 a 1985 – Hubo una tasa de 0,020 a 0,040. • 1985 a 1993 – Hubo una tasa de 0,030 a 0,001. • 1993 a 2005 – Hubo una tasa de 0,020 a 0,040.
• Producción Anual (toneladas): Entre 1.700 y 85.000 destacándose los cultivos principales de Cítricos, Yuca y Plátano. • Área total cosechada (hectáreas): De 2.801 a 7.400 hectáreas totales cosechadas.
• Porcino (número de cabezas): Menos de 2.200. • Vacuno (número de cabezas): De 13.000 a 65.000. • Producción de Leche (litros/día): De 5.900 a 11.000.
San José de Menchiquejo es un pueblo de origen precolombino y por consiguiente tiene mayor tradición histórica que San Fernando. Se constituyó en el año de 1710, en un Resguardo Indígena, que vio constreñidas e invadidas para esa época las tierras con toda clase de estancias, rancherías y hatos. Los ganados embarazaban las tierras arruinando los cultivos, además de haberse constituido costumbre de embalsar ganados por el pueblo. Ante la situación se ven precisados a demandar de la Autoridad Real, amparo el la propiedad de las tierras que les habían sido asignadas, comprendidas en una legua de distancia alrededor del poblado, equivalente a cinco mil varas de medir, castellanas, por cada lado.
A la vez solicitan el cambio del anciano cura que les adoctrinaba por tenerlos muy atormentados, afligidos y desconsolados con impertinencias, regaños y molestias atribuidos a la avanzada edad que este tenía, pidiendo se haga cumplir el pago de $31, que ante el padre cura se había obligado a pagar Francisco Chacón, en resarcimiento de daños y perjuicios, causados en las sementeras por los ganados de Antonio Rico.
En esta ocasión, el desalojo de españoles invasores, es ordenado bajo multa de $100 y el de personas de otras esferas (negros, mulatos, morenos y mestizos), mediante amenaza de 100 azotes y 20 días de cárcel. Sin embargo, la situación no se remedia. Los naturales son forzados a desplazarse a la orilla oriental del río, en la región de San Sebastián, donde serán hostigados y rechazados por los hermanos de sangre indígenas, los “alarbes Chimilas” por don Juan de Villafañe, vecino de Mompox y propietario de la zona, quien los desplaza hacia la frontera Isla de Patico, de donde igualmente fueron desalojados por otros ganaderos, regresando a la ladera original de partida, en terreno que les concede la hacendada momposina Juana Bataller.
Cuarenta años más tarde (1750), se verán obligados a iniciar nueva demanda de amparo por los derechos del Resguardo, asignado desde 1672 conforme a las nuevas leyes de Castilla. En los infolios del expediente correspondiente a este nuevo pleito reivindicatorio, no se sabe que admirar más: si la “malicia indígena”, trasunta en las declaraciones rendidas ante el Juez Instructor comisionado desde Tamalameque; si la rectitud, entereza y probidad de este ante las artimañas de la parte blanca interesada con algunas autoridades momposinas, o el curioso desistimiento del primer apoderado de los Menchiquejos, presionado y en solidaridad con los blancos, invocando “problemas de visión y abandono de sus negocios”, como móviles justificatorios para desistir del poder. Los siguientes eran los naturales que en esa época reclamaban las tierras: Domingo de la Cruz, Antonio Pérez, Santiago Flórez , Gregorio Álvarez, entre otros.
Los colonos que no querían entregar sus tierras eran: José Romero, Francisco J. Rangel, Juan Jiménez, Juana Tomasa de la Madrid, Clara Callejas, Julián de Ascencio, Bernardo Rangel, Alonso del Carmen, Blas de Ascencio, doña Francisca Rosado, Francisco Pérez, Pedro Pérez, Clara de Avendaño, Miguel de Aguilar, María del Carmen Aconcha, José Rodríguez, Manuel Recidia. Cabe señalar que estas personas residían en Mompox.
En septiembre 9 de 1.812 cuando se llevaba a cabo el proceso de reconquista por parte de España, los patriotas de Menchiquejo son atacados por los realistas de San Sebastián. Los españoles incendian a Menchiquejo, pero llegan refuerzos de Mompox, rechazando al enemigo y luego penetran en San Sebastián y lo incendian como represalia.
A mediados del siglo XIX se le quiso cambiar el nombre a este corregimiento por el de Valest, en honor a un prócer momposino. Hoy el corregimiento de Menchiquejo es uno de los más Pujantes y cuenta con los mismos servicios públicos de la cabecera. Su gente emprendedora se dedica a la agricultura en pequeñas parcelas, a la pesca y a la cría de ganado en menor proporción.
Punta de Hornos fue durante la colonia el centro abastecedor de ladrillo y cal con el que se construyeron las grandes edificaciones que hoy erigen a Mompox como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. Para esa época, Don Juan Bautista Mier y Torres, trasladó su prole de criado para que se dedicaran a este oficio, entre los que se mencionan: Encarnación Argüelles, Feliciano Chávez, Celestino Torres. Posteriormente estos señores se radicaron con sus familias en este sitio. La razón de ser del el origen del nombre del corregimiento, se debió a la construcción de grandes hornos para la fabricación de ladrillo.
Fue también en épocas pasadas un gran productor de caña para la producción de panela. Actualmente es uno de los corregimientos que han mostrado un notorio crecimiento en su población, la que se dedica a las labores del campo.
Los primeros pobladores de Guasimal fueron Andrés Torres, Luciano Rangel, Juan Cubillos, Víctor Cabrales, Julio Alvarado, Sebastián Gutiérrez y Magdaleno Pedrozo. Estos señores llegaron aproximadamente en el año de 1842 y construyeron sus casas a orillas del caño Labrador, dedicándose a la pesca, agricultura y al pastoreo de ganado. La llegada de más personas contribuyó al crecimiento del pueblo. El nombre de Guasimal nació porque en este lugar había inmensos bosques de Guásimo.
Los primeros habitantes de Santa Rosa llegaron de Margarita, San Fernando, Punta de Horno y otros caseríos cercanos, aproximadamente entre los años 1842 y 1846. Los primeros que llegaron a este lugar fueron las familias Cadena y Crespo. En el caño Rojas plantaron las primeras viviendas, pero las continuas inundaciones los obligaron a radicarse en el sitio donde hoy se encuentra. Este Corregimiento se perfila como el más grande del municipio por su extensión y se constituye en su principal despensa agropecuaria.
El nombre de Santa Rosa se debió a que una señora llamada Santos Urbina devota de la Virgen de Santa Rosa, los 30 de agosto levantaba un altar para su veneración. Otras personas se fueron sumando a este fervor religioso hasta hacer de la Virgen su patrona y darle así el nombre a la población.
Fue fundado por Cecilio Torrejano, Norberto Vanegas, Delfín Hernández, Cayetano Nieto y Eugenio Gutiérrez, en el año de 1900. Estas personas se dedicaron a la pesca y a la agricultura; cabe señalar que los productos de estas actividades eran trasladados a Mompox, en canoa por el caño de Guataca, para su comercialización.
El poblamiento de este corregimiento se inicia a finales del siglo XIX, siendo sus primeros habitantes Gregorio y Eduardo Torres, Dominga Garcés y Adolfo Amarís. Con el pasar del tiempo este pueblo se ha convertido en el mayor productor de cítrico.
Este lugar fue escogido, tiempo atrás, por los ganaderos para contar las reses que entraban y salían de los playones de Raizalito, Dios Me Vea y Baranoa. Los Cadenas fueron los primeros en establecerse y en colocarle el nombre de El Contadero.
Este caserío se considera como la Puerta de entrada al Playón. La familia Cristo fueron los primeros que habitaron estas tierras que para el entonces eran abundantes en palmas de vino y chingalé motivos dieron origen a su nombre. Hoy se constituye en un centro pesquero importante del Municipio. Cabe evidenciar además, que en épocas de invierno establece comunicación fluvial con Magangue, El Banco y Pinillo.
Corregimiento ubicado al occidente del Municipio, a orillas del riachuelo conocido como “Caño Mono”. Deriva su nombre de los inmensos guaduales que existieron. La familia Imbreth, fue la primera en llegar para el año de 1900. El caserío se ha ido poblando con gente venida de otros lugares, sobre todo de pescadores.
Estos caseríos se han poblado recientemente por gente de Los Piñones y Guataca, corregimientos del Municipio de Mompox y del Municipio de Margarita. Es una zona abundante en caños y ciénagas, lo que ha hecho que sea rica en muchas especies animales y pastos silvestres. En épocas de sequías se convierte en estancias de los ganaderos de la región.
Es el Corregimiento más disperso del Municipio. La familia Cuevas fue la primera en habitar estos lugares a comienzo del siglo XX. Posteriormente con la llegada de otras familias procedentes de Mompox y Guataca la población fue creciendo merecen mencionarse: los Nietos, Torrecillas, Alvear, entre otros. Las viviendas se hallan dispersas lo que ha permitido un atraso en la solución de las necesidades básicas, por parte de las administraciones Municipales.
También se le conoce con el nombre de Cuatro Bocas. Está ubicado en la margen izquierda del Caño de Guataca. Su fundación se remonta a principio de siglo XX, siendo sus primeros pobladores las familias Nieto, Revuelta, Silva y otras. Actualmente tiene aproximadamente 20 casas, su perímetro reducido no le permite expandirse más ya que se encuentra cercado por predios de la Hacienda la Esmeralda.
La Comunidad fernandina ha sido netamente católica y el fervor religioso por el Santo Patrono conllevó a los primeros pobladores, a construir una Ermita y para el año de 1790, fue traída de Quito, Ecuador, la imagen de San Fernando, tallada en madera y que en la espada de plata que lleva en su mano derecha reza: “Acabada el 12 de junio de 1790”. Desde entonces todo el pueblo lo venera con una devoción infinita.
El templo antiguo y el actual
Para el año de 1890, el señor Agustín Patiño, hombre de alto espíritu religioso, donó un lote de ganado vacuno para la construcción del primer templo que era de ladrillo y adobe, del cual aún quedan vestigios. Sobre este templo la gente recuerda que durante la Guerra de los Mil Días, un grupo de benefactores quisieron prenderle fuego, pero el gran poder milagroso del santo patrono, a tiempo que los malhechores introducían las antorchas en el techo de palma, derramaba chorros de agua. En el año de 1955 fue destruido huyéndole a la erosión del río.
San Fernando presenta también como todos los pueblos una rica tradición oral, representada en los cuentos, mitos, leyendas, décimas, coplas y otras composiciones literarias. Las causas que dieron origen a esas manifestaciones literarias de tipo oral, no fueron más que las creencias populares míticas sobre brujas, espantos, entierros y fantasmas, que en los tiempos en que no existía la luz eléctrica en las noches oscuras, propiciaban el juego de la imaginación de las personas. En esas noches, era fácil confundir un árbol, una rama o un bulto cualquiera, con los famosos espantos.
Así por ejemplo, son famosas las creencias en "la bola de fuego", que salía donde Belarmino Aconcha, hoy entrada al Barrio Santo Domingo; “el pelaíto negro” que veían en las noches oscuras, frente a los predios del señor Longaray; “el hombre sin cabeza”, que se tiraba al río frene a la casa de la familia Garcés; y que hablar de “la voz” que se oía los jueves santos en el portón negro, a la entrada de la finca Flor del Campo; y de la “lámpara de Guatizo”, que espantó a pescadores y cazadores, y “la mujer de la Iglesia”, que se les aparecía a ciertas personas que transitaban a altas horas de la noche por el lugar. También quedan en el recuerdo las narraciones fantásticas de don Miguel Nieto, quien hizo creer a la población que un caimán se había montado en una Ceiba.
Por otro lado, hay que resaltar la rica producción literaria de muchas personas de la comunidad, entre los que se destacan los poetas, compositores de versos, décimas y coplas y una gran variedad de danzas, disfraces y bailes, que permanecen inéditos y sin difusión.
Se puede decir que en la comunidad la fe y la superstición conviven en armonía, en un sincretismo religioso sin precedentes, que hacen posible deslindar con claridad el terreno de la fe católica de lo mítico.
Esa cosmovisión de la realidad, hunde sus raíces en el pasado histórico y es herencia cultural de la raza negra africana, de la raza India Americana y la raza Blanca Española. De los Negros e Indios heredamos lo supersticioso y de España la fe católica. Este bagaje mítico - religioso ha trascendido tanto que todavía la gente creen en espantos, los cuales deambulan por las calles, sobre todo en época de Cuaresma.
El Animero
Invocar a las ánimas por el mes de noviembre, era una tradición. Dicen que los viejos acudían a este ceremonial para pedirle a las ánimas benditas abundantes cosechas y protección para las plagas. El Animero, como se le llamaba a quien hacía el ritual, llegaba por las noches al cementerio en compañía de otra persona. El acto se iniciaba con la oración de las ánimas del purgatorio y el clavado de una hoja en cruz en el centro del cementerio.
Luego, el Animero y su acompañante, salían caminando de espalda y tras ellos iban las ánimas en procesión, con una canilla encendida como vela. Durante el recorrido hacían estaciones en las que el Animero rezaba y el acompañante le contestaba con la palabra “amen” y el sonar de una campana durante tres intervalos. El acto terminaba con el retorno de las ánimas al Campo santo. Muchos de los abuelos afirman haber visto, asomados desde las claraboyas de sus casas estas procesiones y que el tiempo se ha cambiado, desde que se dejaron de invocar, pues ya no se sabe cuando es verano y cuando es invierno.
El Penitente
El Penitente era un hombre que tenía el cuerpo lacerado y lleno de sangre, que deambulaba por los montes provisto de un chucho o perrero, con el que correteaba a los niños y jóvenes que desobedecían las órdenes de los mayores o de sus padres.
Los Entierros
Eran tesoros dejados enterrados supuestamente por una persona rica bajo la custodia del diablo, quien se manifestaba de múltiples maneras: indio, gato negro, puerco, gallina, toro negro, braza, llama, hombre.
Los entierros siempre ponían de manifiesto a quienes se les aparecía el cumplimiento de un deseo. Ese deseo generalmente consistía entregar el alma de un hermano, de los papás, tíos, hijos... Además la persona afortunada tenía que orinárselo en cruz, si se le manifestaba en braza o candela. O a veces pelear si se trataba de un toro, indio, perro, etc. Nuestros abuelos para buscar entierros utilizaban varillas y hojas en cruz. Era en Semana Santa las épocas en que salían y en la que los ambiciosos se atrevían a sacarlos.
El Nazareno del otro mundo
Los Nazarenos eran personas que ofrecían una manda para agradecerle a Jesucristo el haberle curado de una grave enfermedad. La manda consistía en cargar los pasos que sacan en las procesiones del Jueves y Viernes Santo en Mompox. Todo Nazareno tenía por mandato divino acudir durante la Semana Santa a cada una de las Iglesias a ofrecer en agradecimiento a Dios, tres Padres Nuestros y tres Aves María, esto tenía que hacerse antes de las procesiones y se hacía acompañado de otro nazareno, pues sí se lo hacía solo se le aparecía el Nazareno del otro mundo.
La Mano Pelúa
Era una mano cubierta de pelo que salía en el río a los niños y adultos tercos. Cuentan que a muchos se los llevó; los agarraba por las partes intimas hasta llevarlo a lo más profundo, causándoles la muerte por inmersión. Sus cadáveres jamás aparecían.
El Hachero del otro mundo
Cuentan que el Jueves y el Viernes Santo se oía a la media noche el eco de un hachero tumbando árboles frondosos en las montañas. Quienes escuchaban este ruido sentían que el cuerpo se les espeluznaba. Al día siguiente iban a darse cuenta y no encontraban rastro de árboles cortados.
EL Monteador del otro mundo
Las personas que vivían en fincas solían escuchar desde sus zarzos en las noches de Semana Santa varios perros ladrando azuzados por un hombre.
El Jardeador del otro mundo
Cuentan que a media noche del Jueves y el Viernes Santos se solía escuchar a un hombre jardeando ganado. Algunos sostenían que lo que jardeaba ese hombre era los espíritus malignos.
El Caballo Negro
Refieren los viejos que a media noche generalmente en Semana Santa se veía pasar por la calle un caballo negro montado por un Jinete vestido de blanco de ojos brillantes y dientes de oro. A veces al caballo se le escuchaba el casqueteo y a veces parecía andar por el aire. Quienes veían este espanto se quedaban sin voz y los pelos de punta.
El Pelaíto Negro
Narran los abuelos que en ciertos sitios salía un pelao negro, completamente desnudo de ojos brillantes y dientes relucientes. Solía cruzarse del río hacia el monte.
La Ñatera o El Ñato Pelúo
Era una calavera ñata que imitaba a los niños que le contestaron con gestos groseros a los adultos o a sus padres. Supuestamente era la muerte.
El Cuero Arrastrado
A las 12 de la noche cuando todo el mundo estaba acostado se solía escuchar el arrastre de un cuero de ganado que recorría la población de arriba-abajo. Quienes escuchaban el ruido no debían asomarse por las ventanas o claraboya.
La Piedra de Ara
En el culto católico era una loza o piedra consagrada sobre la cual extiende el sacerdote los corporales durante la celebración de la misa. Cuentan los abuelos que además de eso, esta piedra daba poderes especiales a quienes la poseían.
El Hombre sin Cabeza
Era un hombre vestido de blanco, sin cabeza que lo veían en ciertos recintos, algunos lugares preferiblemente cerca al río. Los que lo vieron cuentan que se lanza en forma de clavado dejando una fuerte ola en el río.
La Sombra
Anteriormente solía salirle a las personas que andaban por las calles en altas horas de la noche, una sombra que los perseguía y los hacía correr hasta sus casas a donde llegaban casi privados.
La Matraca
Cuentan los viejos que durante la cuaresma y especialmente el Jueves y Viernes Santo acostumbraba, salirle a las 12 del día y a las 12 de la noche la matraca. La matraca era un ruido incesante que perseguía a los incrédulos y desobedientes que a esas horas deambulaban.
Pactos con el Diablo
Cuentan los abuelos que muchas personas hicieron fortuna haciendo pacto con el diablo, y a cambio entregaban el alma de uno de los trabajadores.
El Currucucú
Era un pájaro que emitía un canto tenebroso “cucurucu...”. Las mamás asustaban a los niños llorones y les decían que se los iba a llevar el curucucú. Asustados los niños calmaban su llanto.
El Niño en Cruz
Era un crucifijo de oro que se incrustaba en la muñeca izquierda las personas que querían tener poderes sobrenaturales, especialmente para pelear.
La Hoja en Cruz
Es una espada de 18 pulgadas de largo de acero que tiene una empuñadora en forma de cruz. Recibía la bendición de un sacerdote durante cada viernes de la cuaresma. Dicen que quien tiene este objeto está libre del asecho de los espíritus malignos. Según la leyenda con esta espada muchos cazaron brujas que solían asustarlos por las noches.
El Perro de dos Cabezas
Había un perro de dos cabezas que se paseaban en las calles atemorizando a todo aquel que anduviera a altas horas de la noche.
La Campana del Diablo
Era un acampana que aparecía colgada en los árboles y con su sonido agudo hacía correr a los transeúntes incrédulos.
La Leyenda del Cacique Huraca o Huracán
Cuenta la historia que los primitivos pobladores de San Fernando, los indígenas Huracanes, tribu perteneciente a los Malibues y que se ubicaron exactamente, en lo que hoy es la Hacienda “La Esmeralda”, poseían un tesoro. Para protegerlo de los invasores españoles lo enterraron en un lugar cercano a la ciénaga que hoy lleva su nombre. Para despistar a los codiciosos hicieron varios hoyos y en ellos enterraron ollas de barro llenas de arena, las que hoy han encontrado los guaqueros o buscadores de tesoros, pero sin hallar el oro escondido. Hoy el fantasma del cacique vigila con celo su presente, recorriendo las ciénagas y sus alrededores.
La Mujer de La Iglesia
En la iglesia de San Fernando, salía en horas de la noche una mujer vestida de blanco que caminaba por el aire. Este fantasma hizo correr a más de uno. El decir de los abuelos apunta, que esta era un alma vagabunda.
La Lámpara de Guatizo
Cuentan los abuelos que en la ciénaga de Guatizo sale una lámpara en las noches sin luna que hace correr a los pescadores haciéndoles perder el puerto de regreso.
Composiciones Líricas: Coplas, Décimas
Coplas de Ayer Ayer que te vi. alegre te vi pasar tuve ganas de decirte engañera donde vas.
Corazón porque no calla No te cansas de llorar Mira que me estoy muriendo Mira que no puedo más.
Décimas Morena de ojos claros mira lo que estás haciendo por culpa de nuestro amor el negro se está muriendo
Tú preguntas por mi nombre, yo me llamo Agustincito me esperas el año entrante para la fiesta del Cristo.
Ventana sobre ventana, sobre ventana una flor sobre la flor Nicolaza y sobre Nicolaza yo.
Águila que va volando, que en sus patas lleva un hilo déjame para coser este corazón herido.
Pajarito... pajarito si volaras más que el viento llévame este papelito a donde quiera que vayan todos mis pensamientos
Y con esta me despido dice el poeta de Las Cuevas yo siempre soy tu amigo morena Santarosera.
Agustín Torrecilla, el poeta de las Cuevas.
Representantes de la poesía fernandina
De la poesía se destaca Miguel Fernández Piñeres, poeta En el campo momposino, compuso a San Fernando una loa. Esta loa la compuso para conmemorar la bendición del templo el 27 de agosto de 1967.
Loa a San Fernando
¡Salve eglógico rincón, paradisíaco vergel de la Isla Momposina! Bajo el dombo real de un cielo azul turquesa, a la sombra letificante de poli sonoras palmas, como en perpetua adoración por la belleza del paisaje, se arrodilla dulcemente tu ladera sobre el río.
Retienes en tu alma mestiza y tropical, el misterioso encanto de la raza aborigen, que con el legendario cacique Huracán, apacentó sus sueño de amor sobre las aguas; al par que guardas con ufanísima prestancia el arrogante señorío del español encomendero que ciñó tu frente virginal, con la monárquica diadema de tu preclaro nombre, empenachado todo él de heroicas y triunfales, remembranzas que evocan, como heráldicos clarines, las míticas hazañas de un rey cristianísimo y valiente, sencillo y puro como un cantar de gesta, pintoresco y santo como las góticos vitrales del piadoso medioevo! Salve, solar delicioso y seductor, en que sentaron sus reales apergaminadas familias, de la hispánica estirpe, cuna de los Pérez y Garcés, de los Rodríguez, Rangeles, Pantiños, que, de tus dulces vegas y riquísimos huertos, ataviados con el ambarino manto de los naranjos y limoneros, han sabido crear un idílico valle, donde canta el labriego y el pastor, el himno sacrosanto de sus diarias faenas, al compás del son tonificante del hacha vigorosa, y del arrullador mugido de las ubérrimas vacadas!
¡Salve, San Fernando de la Trinidad, florido jardín de católicos hogares! En el honrado pecho de tus recios y esforzados varones, y en los castos ensueños de tus bellísimas doncellas, arde siempre encendida la lámpara esplendente de la fe de Cristo y el amor entrañable de la Virgen Purísima María.
Bajo la mirada providente de Dios padre, muy cerca del costado abierto de Dios hijo, y animado por el tibio y amoroso soplo del Espíritu Santo, discurro por entre las orgullosas espinas de maíces y cañas, el estremecido acento de una mística oración, impetrada por los labios de todos tus moradores.
Es una común y magnífica plegaria, que se derrama a lo largo del Magdalena, y, como las garzas blancas de sus cálidas orillas, tienden su largo y silencioso vuelo hacia el azul infinito, para luego recoger sus alas en ese inmenso y palpitante corazón, en ese colosal ventrículo de piedra que es tu templo augusto, de donde retorna siempre al cielo, cabalgando sobre él jubiloso repicar de los alados y exultantes bronces, para caer de nuevo sobre la tierra esperanzada, vuelta en fúlgido chubasco de divinas y fecundas bendiciones!.
Música
En el municipio de San Fernando no existen agrupaciones musicales organizadas, sino que de manera individual hay quienes se dedican a cultivar este arte, convirtiéndose en unos verdaderos trovadores sobre todo de música vallenata, este es el caso de Arquímedes Beleño y Benito Beleño en el corregimiento Punta de Horno; el profesor Camilo Garrido Mejía y Nicolás Rodríguez Camaño, conocido popularmente como “Lingue”, en el corregimiento de Santa Rosa; el profesor Hugo Alfredo Silva Villalobos en San Fernando, quien además de componer, ha recopilado en un mosaico las canciones de Oswaldo Garrido.
En el corregimiento de las Cuevas se destaca Agustín Torrecilla, quien ejecuta de manera magistral la violina. En el corregimiento de “El Palmar” Hermides Beleño y en Guasimal José Montes, son también exponentes de este arte. Como acordeoneros meren mención: Nando Beleño ya fallecido y en cuya memoria se erigió una estatua, patrocinada por Emilio Ochoa. En su honor se celebra el festival de la canción inédita. En este oficio cabe resaltar también, a Mañe Arce y Víctor Eliseo Rodríguez, este último, verdadero rapsoda que tuvo el honor de codearse con figura de la talla de Alejo y Nafer Durán. Es meritorio destacar también las labores que realizan algunas personas en sus corregimientos y veredas de origen, en la preservación y difusión de la Cultura Fernandina. Así, vemos que son famosas las festividades de la Piqueria y el Canto Inédito en Punta de Hornos, como lo son también las muestras musicales empíricas en los distintos corregimientos y caseríos del Municipio.
Pintura
En el campo de la pintura sobresalen dos personajes: Hugo Nemesio Arias Villalobos y Luis Fernando Rangel Silva. El primero además de Pintor es escultor y ha tenido la oportunidad de exhibir sus cuadros en galerías de Barranquilla y Bogotá, ganando la admiración de los críticos en este arte. Su reconocimiento es tal, que en la revista cultural del Heraldo y Telecaribe han hecho comentarios elogiosos de su estilo.
Luis Fernando Rangel Silva joven figura de la pintura tuvo la oportunidad de exhibir en la Biblioteca Municipal José Sebastián Rodríguez Rangel, sus cuadros, bajo el patrocinio del Fondo Mixto de Cultura de Bolívar. Gil Mariano Herrera Díaz, es otro de los pintores destacados y su estilo se inclina por la acuarela.
Jaider A. Jiménez Iaselli es otro de los nuevos talentos destacados en dibujo y pintura del Municipio. A él se suman otras juventudes que se destacan en aspectos variados del arte, tal es el caso de Bárbara Guerrero y Martha Lucía Ortiz Terraza, ambas en Poesía.
Danzas prototípicas
Las danzas prototípicas de la región son: La Danza del Coyongo, La Danza de Indio, La Danza de Negro y La Danza de Farota. Danzas que el tiempo ha sepultado en el olvido; por falta de apoyo económico de las entidades gubernamentales y por la influencia de patrones culturales extranjeros. Sin embargo las instituciones educativas han tratado de revivir esas manifestaciones folclóricas.
La Danza del Coyongo
Es una danza que encierra un mensaje ecológico y describe la manera como el hombre caza de manera indiscriminada a las aves, llevándolas a la extinción total.
En esta danza participan los siguientes personajes: El Golillón o jefe de la danza, animal de plumaje blanco y de gañote rojo; seis Coyongos, dos Garzas Morenas y dos Blancas y dos Patos Cucharos; El Pescado y El Cazador y un grupo de música acompañada de: tambor, acordeón y el abanderado.
Algunas recitaciones expresadas por los participantes.
Una tarde de verano estando muy elevado divisé una hermosa charca creí que tenía pescado los hambrientos pescadores ni una escama me han dejado tan solo un coroncorito por no poderme tragar me pude haber encontrado.
Compañeros estamos mal no tenemos tranquilidad ni de noche ni de día porque anda en casería los malignos cazadores andan buscando primores para engrandecer su industria cuando se oye un disparo todo pájaro se asusta
En el rincón de la Pacha vi una muchacha bonita ella me dijo a mí que plumas tan exquisitas tiene ese pato cucharo cuando de pronto un disparo Dios mucha bonita
Soy un fijo cazador que nunca he perdido un tiro mi escopeta tiene un giro que no manca al disparar son seis que voy a bajar menos el pato cucharo que vivo me han de quedar para adorno de mi casa.
En la playa me encontré una novia muy bonita y cuando yo me acerqué para besar su boquita y saborear de su amor cuando de repente vi un maldito cazador.
Soy el coyongo chiquito pero me gusta el pescado y como mojarra y pincho me como un buen moncholo para quedarme llenito.
En un palo yo dormía cerca de la Rinconada yo pensaba que era un sueño pero era realidad una mancha de sardina con mi pico yo comía.
Actualmente esta danza se encuentra fuera de uso, por razones que van más allá de la falta de compromiso por parte de los habitantes del pueblo, y de las nuevas generaciones, que al no conocerla, no la practican en consecuencia como solía ser anteriormente.
Danza del Negro
Sus participantes se tiñen el cuerpo de negro y está conformada por doce participantes, una branchica o capitán de la danza, un perro y una tigra, y el grupo de tamboras. Durante la danza los participantes suenan unos machetes de palo al son de la música. En esta danza se emplea la recitación o verso.
Una vieja se echó un peo en la punta de la playa las sardinas se espantaron creyendo que era atarraya.
Las muchachitas de ahora Son chiquitas y son tetonas Parecen vaca paría Cuando van subiendo loma
Las muchachitas de ahora piden casa de balcón cocina de doce varas y no saben pegar botón.
Danza del Indio
En esta danza participan hombres y mujeres formando seis parejas. Cada fila encabezadas por el capitán y la capitana. Su vestuario consta de delantales, mantas y turbantes adornados con papeles dorados y con plumas de aves. Esta danza consta de las siguientes partes: la caracola, el pipirillero, los arcos, la tijera y por último viene la pelea de la India.
Danza de Las Farotas
Esta danza ya no se baila, pero cabe señalar que Reginaldo Ortiz, su creador, la llevó a los Galvis corregimiento del municipio de San Sebastián – Magdalena. Luego por razones de trabajo se traslada a vivir a Talaigua Nuevo, donde también la popularizó, al punto que los talaigueros la han hecho famosa en los carnavales de Barranquilla. En esta danza los hombres se disfrazan de mujeres.
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