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Santa Pola



Santa Pola[3]​ es un municipio de la Comunidad Valenciana (España) situado en la costa de la provincia de Alicante, en la comarca del Bajo Vinalopó. Contaba con 33.303 habitantes en 2020 (INE).[4]​ Los principales atractivos de Santa Pola son sus restos históricos, su puerto, sus salinas y sus playas dotadas de bandera azul, símbolo de calidad ambiental otorgado por la Fundación Europea de Educación Ambiental.

El topónimo Santa Pola es una derivación de Santa Paula, a su vez derivado del nombre latino del apóstol San Pablo que, según la tradición, desembarcó en la isla de Tabarca.[5]​ No obstante, es muy probable que la relación con San Pablo sea una etimología popular proveniente del latín palus ("humedal"), que por metátesis pasaría a pauls y de ahí a pol.[6]

Santa Pola es un municipio costero, con 52,8 km², buena parte de los cuales está protegido por parajes naturales. El núcleo de la población se desarrolla teniendo el puerto y el castillo como centro, pero limitado por dos parajes naturales que lo flanquean. Al oeste, se encuentra el parque natural de las Salinas de Santa Pola, y al este, se encuentran la Sierra y el Cabo de Santa Pola.

La línea de costa tiene 13 km y se puede dividir en varios sectores. Desde el límite sur con Elche hasta el casco urbano encontramos una fina franja de arena, que es la que separa las salinas del mar; en esta zona se encuentran las playas de El Pinet y La Gola. Las playas urbanas son la del Tamarit, Lisa y Gran Playa al oeste del puerto; y al este la de Levante, las calas de Santiago Bernabéu, (una sucesión de pequeñas playas separadas artificialmente mediante espigones) y la del Varadero, que se encuentra junto a los astilleros. Desde ahí en adelante, toda la costa del cabo es estrecha y accidentada, con pequeñas calas que se encuentran bajo el acantilado.[7]​ El cabo en sí es vértice geodésico de primer orden y se conoce también como cabo de l’Aljub. Tiene sobre él un faro de tercer orden instalado desde 1858 sobre la antigua torre de la Atalayola.[8]​ Frente al cabo, a menos de 3 millas náuticas (5,56 km), se encuentra la Isla de Tabarca, también llamada Isla Plana o de Santa Pola, que pertenece al municipio de Alicante.[9]

El relieve presenta tres zonas totalmente distintas:[10]​ la del NE está ocupada por la sierra de Santa Pola, una especie de promontorio tabular compuesto por margas azuladas y molasas amarillentas que alcanza una altitud máxima de 143 m en el lugar donde está el faro.[7]​ La zona del NO, tierra adentro de la citada sierra, se corresponde con un llano de tipo cuaternario donde se ha desarrollado la única zona agrícola del término municipal, mientras que toda la mitad meridional viene a coincidir con la zona pantanosa de la Albufera de Elche, separada del mar por una flecha de arenas con dunas. En esta zona marismeña se venía extrayendo sal desde tiempo inmemorial, pero las grandes explotaciones que hoy dominan su paisaje empezaron a gestarse a finales del siglo XIX (700 hectáreas en el Braç del Port) y se ampliaron a comienzos del siglo XX.[7]

Localidades limítrofes

Santa Pola disfruta de un suave clima mediterráneo árido, con una media de 14°C en enero y de 26º en agosto, que es ideal para el turismo.[7][10]​ Las lluvias, no obstante, son muy escasas, no superando los 240 mm anuales.[7]

Los primeros vestigios de vida humana en el área de Santa Pola se remontan al III milenio a. C., habiéndose encontrado materiales y pinturas del Eneolítico en la Cueva de las Arañas del Carabassí, así como restos del paso de cazadores-recolectores del paleolítico superior en la Cueva de las Teresitas.[7]​ En el siglo IV a. C. se construyó un poblado ibérico amurallado en la desembocadura del río Vinalopó, a orillas de la antigua Albufera de Elche, que sirvió como base comercial, principalmente con Grecia.[11][12]​ En el siglo I se construyó, cerca del lugar que había ocupado el poblado ibérico, un puerto que servía a la ciudad de Illici y se denominó Portus Illicitanus, según aparece citado por Claudio Ptolomeo en Civitates Mediterraneae.[6][7]​ Este puerto fue fundamental para el desarrollo del comercio marítimo en la región, además de uno de los puertos más importantes junto con el de Cartagena.[13]​ En él se preparó en 460 la flota que el emperador Mayoriano había botado para atacar a los vándalos del norte de África y que resultó quemada en el mismo puerto.[13]​ Del asentamiento romano se conservan una necrópolis, una factoría de salazón de pescado y la Casa Romana del Palmeral.[7]​ Parte de sus restos aparecen descritos ya en 1621 por el ilicitano Cristòfol Sanz, aunque no serían excavados sistemáticamente hasta el siglo XX.[14]

Se sabe poco de la situación de Santa Pola tras la caída del Imperio romano, ya que el puerto quedó prácticamente en desuso y la población de la zona cayó drásticamente. No obstante, se cree que los visigodos tenían una flota lista en él al menos desde la época de Sisebuto (612-621), con la que es probable que el conde Teodomiro repeliera un ataque bizantino en 754.[13]​ En época medieval debió de seguir en uso, pero la primera mención que consta de Santa Pola data de 1275, apareciendo como puerto del Cap de l'Aljub ("Cabo del Aljibe").[7][15]​ El puerto, que volvió a cobrar importancia, se protegió en 1337 con una torre que en 1379 ya estaba comandada por un alcaide, mientras que a su alrededor había un corticho (sic) de pescadores, según el Llibre de Concells de Elche. Aparecieron también unos almacenes que ya aparecen citados a mediados del siglo XV, y documentos algo posteriores hablan ya de tiendas, un horno de pan y de obras para una iglesia.[14]​ La prosperidad comercial y el peligro de la piratería berberisca aconsejaron a los ilicitanos la construcción de un fuerte o castillo de grandes dimensiones en donde se pudieran refugiar los marineros y mercaderes en caso de ataque. La obra fue iniciada en 1557 por el duque Bernardino de Cárdenas, virrey de Valencia e hijo del marqués de Elche, y en 1562 ya estaba dotada de cañones.[7]​ En 1609 embarcaron en Santa Pola los moriscos ilicitanos con destino a Orán.[14]

En 1739, según un informe redactado por el administrador del marqués de Elche, dentro de las murallas del castillo se encontraban la iglesia de la Virgen de Loreto y 29 casas donde residían 21 familias de soldados,[14]​ pese a haber desaparecido ya el peligro pirata.[7]​ En 1761 el Veïnatge d'Elx señala 15 soldados en el castillo y 26 vecinos de dicho castillo (unos 100 hab.), que habitaban la población que ya se iba formando alrededor del fuerte y que aparecía ya claramente definida en 1766 en un plano del "Lugar nuevo de Santa Pola" en el que se señalaban unas tres docenas de casas además del cuartel.[7]​ A raíz de las obras de colonización de la isla de Tabarca que comenzaron 1769 y por las que se deforestó buena parte de la sierra de Santa Pola, el número de habitantes aumentó rápidamente. En 1769 había unos 471 habitantes que en 1794 ya eran 870. Cavanilles, que visitó la localidad ese año, señala que «[...] su caserío es infeliz y pobres los vecinos, ocupados en parte en la agricultura, y en parte en la pesca. Las mujeres y niños hacen cordeles para las fábricas de Alicante».[14]

En 1812 aprovechando las circunstancias de la Guerra de la Independencia Española, la población solicitó la independencia municipal de Elche y creó su propio ayuntamiento, aunque la segregación no fue efectiva hasta 1835.[7]​ Durante el siglo XIX la actividad pesquera y mercantil de exportación hizo crecer la población casi exponencialmente,[7]​ al mismo tiempo que la función de veraneo. Las playas estaban en 1810 ya tan concurridas que el ayuntamiento de Elche se vio en la obligación de publicar un Reglamento y methodo de vida que debe observarse por los que vienen a esta de Sta Pola con motivo de recreo o bañarse.[14]​ De hecho, el Diccionario de Madoz (1845-1850) afirma que Santa Pola "consta de 350 casas, casi todas de un solo piso, aseadas, limpias y de agradable aspecto, muchas de las cuales pertenecen á propietarios de Elche, que solo las tienen con el objeto de ir á pasar en ellas la temporada de baños".[16]

En 1877, el rey Alfonso XII le concedió el rango de villa y, ya en 1944, se delimitó su término municipal. En la década de 1950 se amplió el puerto al aumentar la flota pesquera, aunque el impulso definitivo vino dado por el boom turístico de la década de 1960. Las primeras construcciones afectaron a la playa Lisa y a Santa Pola del Este, con casas de una o dos alturas, pero pronto comenzaron las grandes actuaciones a base de edificios de apartamentos de ocho y diez alturas a los que más tarde se añadirían los adosados en las laderas de la sierra.[7]

En 2017 el municipio de Santa Pola contaba con 31.137 habitantes, según cifras oficiales del INE. La mayoría de la población vivía en la ciudad de Santa Pola, y el resto en diversos núcleos de población, que se encuentran esparcidos por el amplio término municipal, distribuidos como sigue:[7][17]

A finales del siglo XVIII Santa Pola contaba ya con unos 780 habitantes que habrían aumentado a 1.400 en 1812.[7]​ La población creció hasta alcanzar los 2.759 habitantes en 1857 y los 4.383 en 1887, aunque luego se estancó hasta la década de 1950, primero gracias al incremento de la flota pesquera y luego gracias al impulso del turismo.[7]​ Tras un fuerte crecimiento demográfico continuado desde la década de 1960, Santa Pola contaba con 32.454 habitantes en el censo de 2011 (INE), lo que le convierte en el 13º municipio de la provincia de Alicante por población. El 11,8% de los habitantes censados en 2011 eran de nacionalidad extranjera; el 69,3% de los foráneos procedían de la Unión Europea, siendo la nacionalidad predominante la británica.[18]​ Por otra parte, la capacidad hotelera y de apartamentos sobrepasaba las 100.000 plazas a principios del siglo XXI, por lo que en los meses de verano la población real de Santa Pola supera normalmente los 125.000 habitantes, o lo que es lo mismo, llega a cuadruplicar la población empadronada.[7]

La economía tradicional de Santa Pola ha estado basada tradicionalmente en la agricultura, la artesanía y principalmente la pesca. En 2003 apenas el 1,3% de la población activa se dedicaba a la agricultura, que solo alcanza cierta rentabilidad si está ayudada por el riego artificial, como así sucede con las casi 200 hectáreas que hay plantadas de naranjos (102), mandarinos (74) y granados (18), a las que acompañan otras 230 dedicadas a hortalizas, donde se cosechan melones, escarolas, alcachofas y, desde hace algunos años, brócoli.[7]

La pesca, por su parte, ocupaba al 8,13% y, aunque con cierto peso, ya no reviste la gran importancia que tuvo hasta la década de 1980, cuando era la sede de la mayor flota pesquera valenciana y sus barcos (con casi 1700 marineros) se dedicaban a la pesca de altura en el mar de Alborán y en las islas Canarias.[7]​ Actualmente en Santa Pola solo quedan barcos pequeños que faenan entre las costas española y argelina y el volumen de pesca desembarcada ha caído de las 6.000 o 7.000 toneladas de la década de 1970 a las 4.151 de 2001 y a solo 2.753 en 2003.[7]​ Las mayores capturas son de pescadilla, salmonete, crustáceos y moluscos, que son comercializados en la misma lonja y distribuidos por toda la franja litoral desde Alicante hasta Almería.[7]

El mantenimiento de la flota pesquera motivó en su día la formación de astilleros, que actualmente tienen mejor clientela en la navegación deportiva.[7]​ El resto de la industria local es poco importante a excepción de la extracción de sal y a las derivadas de la construcción y el turismo.[7]​ El resto de la población está dedicada al sector servicios que es, con diferencia, el principal motor económico de la localidad.[7]

Por el término de Santa Pola circulan las siguientes carreteras:[21]

El núcleo urbano actual se desarrolló en el siglo XVII con una serie de viviendas dispuestas al norte de la fortaleza y al borde del camino de Elche. Sin embargo, el poblamiento no se desarrolló hasta principios del siglo XIX, cuando aparecen un buen número de calles dispuestas totalmente detrás de la pantalla defensiva de la fortaleza, mientras que esta última quedaba fuera del entramado urbano. La misma iglesia, que en aquella época ejercía una función central en el desarrollo urbanístico ulterior, se dispuso a una distancia prudencial de la fortaleza militar.[14]​ Sin embargo, a mediados de siglo el mar había dejado de ser fuente de peligros, y en un plano de 1863 ya aparece edificada la primera mitad de la calle del Muelle, inicio de la expansión hacia la línea de costa. El Diccionario de Madoz (1845-1850) describe Santa Pola diciendo que se conforma de "15 calles anchas, despejadas y rectas, y una plaza principal".[16]​ Entre la década de 1860 y la de 1930 la población creció poco, y lo mismo sucedió con el número de edificaciones, que, no obstante, fueron alineándose a lo largo de ejes ortogonales en dirección al puerto.[14]​ Fue el impulso turístico de la década de 1960 el verdadero motor de la expansión urbanística de Santa Pola. Las primeras construcciones afectaron a la playa Lisa y a Santa Pola del Este, con casas de una o dos alturas, pero pronto comenzaron las grandes actuaciones a base de edificios de apartamentos de ocho y diez alturas a los que más tarde se añadirían los adosados en las laderas de la sierra.[7]

La base de la gastronomía santapolera es el pescado y el arroz, sazonados con aceite de oliva, azafrán, ñoras, clavo y sal.[46]​ Son tradicionales el arroz a banda y arroz negro, así como los guisos: bollitori, gazpacho de mero, caldereta de langosta y el típico caldero.[46]

Santa Pola, de acuerdo con el artículo 35 de la Ley 4/1983, de 23 de noviembre, de uso y enseñanza del valenciano, es una localidad de predominio lingüístico valenciano. Además, y según reconoce la Constitución Española de 1978 en su artículo 3º, el valenciano es cooficial junto con el español. La última encuesta de usos lingüísticos del INE confirma que un 90% de la población conoce el valenciano. Aparte, y especialmente en el barrio residencial de Gran Alacant, se hablan otras lenguas originadas por los procesos migratorios, especialmente el inglés.

La variedad dialectal valenciana que se habla es el subdialecto alicantino. Destacan, como elementos lingüísticos característicos, la pérdida de la d intervocálica final (cansada = /cansà/); la asimilación vocálica (terra = /tɛrrɛ/); el uso de la ese sonora en la terminación -ció (combinació = /combinazió/) y en las s finales de palabra seguidas de vocal; léxico autóctono (mamola, arritranco, avixirugo); etc. El habla de Santa Pola presenta, además, algunos rasgos propios del catalán oriental, lo que provoca que, en algunas ocasiones, la fonética santapolera esté más cerca del habla de Tarragona o Barcelona que de las de Valencia.

El filólogo y eclesiástico Antoni Maria Alcover pasó por Santa Pola en su recogida de datos para lo que sería el Diccionario catalán-valenciano-balear. En aquel momento, al principios del siglo XX, consideró a Santa Pola como la frontera sur de la lengua catalana. En nuestros días esta afirmación se ha rectificado para considerar la vecina población de Guardamar como la localidad valencianoparlante más meridional.

El clima de Santa Pola es propicio la mayor parte del año para la práctica de footing, senderismo, cicloturismo, mountain bike o parapente.[47]​ Además, la situación protegida de la bahía es favorable a la práctica de windsurf, kitesurf, vela, natación, paddle sup o submarinismo.[47]

Desde 1990, la Media Maratón Villa de Santa Pola consigue reunir cada mes de enero a más de 6.000 atletas, mientras que la Duatlón Cross Memorial Pepe Bonet suele contar con unos 900 participantes.[47]​ La Travesía a Nado Tabarca-Santa Pola es la de mayor participación en pruebas en mar abierto desde una isla hasta la costa.[47]​ Tiene también un notable interés la popular Carrera al Amanecer que se realiza desde 1994 el último domingo de agosto y que transcurre al amanecer por los distintos paseos marítimos.[47]



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