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Santo Sudario de Oviedo



El Santo Sudario de Oviedo (conocido también por Pañolón de Oviedo[1], o Sudarium Domini[2][3]​) es una reliquia de la Iglesia católica que se encuentra depositada en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo, Asturias, España.[4]​ Se trata un pañuelo de lino con varias manchas,[5]​ de forma rectangular con unas medidas de 85,5 × 52,6 centímetros.[6][7]​ Se le venera como una prenda funeraria de Jesús de Nazaret mencionada en el Evangelio de San Juan.[8]

La palabra sudario proviene del latín "sudarium", que literalmente significa "trapo de sudor".[11]​ En la antigua Roma se refería a un pañuelo para limpiarse la cara. Era un elemento usado en múltiples ceremonias y rituales romanos, desde los cuales pasó a la liturgia católica. En el contexto hebreo, se refiere a una especie de hábito que usaban los hombres judíos después de casarse, envuelto en la cabeza y generalmente usado con un sombrero. [12]​ Los rituales funerarios judíos incluyen el envolver el cadáver en uno o varios trozos de lino. En el caso de la Resurrección de Lázaro, narrada en el Evangelio de San Juan, se menciona que las extremidades estaban atadas con trozos de lino (en griego κειρίαις, keiriais) y que su rostro estaba envuelto en un sudario.[13]​ En el caso de la resurrección de Jesús se menciona fue envuelto en telas aromatizadas, según la costumbre judía de dar sepultura.[14]

La primera referencia de un sudario venerado como reliquia proviene de un peregrino anónimo de Plasencia, hacia el 570. Según este, se encontraba en una gruta en la ribera del río Jordán. Hacia el 680 un obispo franco, Arculfo, dijo haberlo visto en Jerusalén.[15]

El primer documento que habla específicamente del sudario de Oviedo está fechado el 14 de marzo de 1075 y describe la apertura solemne del Arca Santa, conteniendo 30 reliquias, entre ellas, el Sudario de Oviedo. Según este documento, las reliquias fueron depositadas en el arca en el siglo VIII en Toledo con el fin de ponerlas a salvo del avance islámico. El arca habría llegado luego a la Catedral de Oviedo. Para justificar que hubiera permanecido tanto tiempo sin abrir, el documento explica que una vez se intentó mirar en su interior pero el arca habría desprendido una potente luz que hizo que todos desistieran de intentos posteriores. En el 1075, Alfonso VI de León y su corte, en cambio, habrían logrado ver en su interior después de un periodo de ayuno y oración. El original de este documento se ha perdido, y existen dudas sobre la autenticidad de las dos copias del siglo XIII existentes.[15]

Una carta de Osmundo de Astorga de entre el 1082 y el 1096 habla de una tradición registrada en algunos escritos, según la cual siete hombres llegaron desde Jerusalén hasta España llevando las reliquias a Toledo y luego a Astorga y a Oviedo.[15]

El obispo Pelayo, en su obra «Liber testamentorum ecclesiae Ovetensis», de entre el 1109 y el 1130, indica que, durante el reinado del visigodo Sisebuto, una caja llena de reliquias fabricada por algunos "discípulos de los apóstoles" fue llevada a África y luego a Toledo, donde habría permanecido hasta la invasión musulmana y el final del reinado de Rodrigo, en el 712, tras lo cual fue llevada a Asturias. En el siglo IX, Alfonso II de Asturias la habría llevado a la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.[15]

En la «Historia legionense», escrita hacia el 1115, se dice que el arca llegó a Sevilla en un barco directamente desde Jerusalén y que permaneció en Toledo durante cien años, para después ser transportada por mar a un puerto de Asturias cerca de Gijón. Luego, fue llevada a Oviedo por Alfonso II.[15]

Una lista de reliquias, escrita en siglo XII y dirigida a peregrinos, conocida como el manuscrito de Valenciennes, afirma que el arca fue a África, Cartagena, Toledo y, finalmente, a Oviedo. Una versión más tardía incluye Sevilla antes que Toledo. El «Chronicon mundi» de Lucas de Tuy, entre 1232 y 1239, cuenta que el arca fue llevada en el siglo VII a Toledo, donde permaneció 75 años, que en el 711 fue llevada a Asturias y que en el 828 fue llevada a Oviedo.[15]

Entre los siglos XII y XIII circuló una leyenda que decía que el arca había sido construida en Jerusalén, que luego había sido arrojada al mar en el puerto de Jaffa. Perseguida por los santos Julián y Serrano, el arca fue flotando hasta Cartago. Para salvarla de los paganos, fue llevada a Toledo cuando era obispo Ildefonso, entre el 657 y el 667, y luego fue transportada a la cima de una montaña llamada Monsacro, cerca de Oviedo, donde estuvo cuarenta y cinco años. El rey Alfonso II habría añadido al arca las reliquias de los santos Julián y Serrano y otras de distintas localidades de España.[15]

En el siglo XVI se cuenta otra leyenda que dice que, en el siglo V, san Toribio de Astorga tralsadó algunas reliquias desde Jerusalén hasta una localidad entre Galicia y Asturias y que luego había colocado una parte de estas en una capilla llamada de Santa María de Monsacro.[15]

Además, en la lista de reliquias del arca hay que destacar un trozo de tela de síndone. En la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo se conserva un trozo de síndone de 25×25 cm con un marco de plata. Es llamativo que las fuentes históricas hablen de una "reliquia de sudario", o sea una porción, mientras que el Sudario de Oviedo se considera completo.[15]

En el IV Concilio de Braga del 675 se hace referencia a un "Arca de Dios" con reliquias, cuando en esa época, según algunas fuentes, el Arca Santa se encontraba en Toledo.[16]

Hay una ruta del Camino de Santiago que recorre el norte de España y que va de León a Oviedo, pasando por la Catedral del Salvador, para seguir luego hacia el oeste. Esta ruta es conocida como Camino del Salvador.[17]​ Existe un refrán que dice: "Quien va a Santiago y no al salvador, visita al criado y no al Señor".[18]

Uno de los estudiosos del paño fue el obispo Giulio Ricci, miembro de la Curia Romana y presidente del Centro Romano de Sindonología. Ricci afirma que cuando contempló el paño por primera vez se convenció de su autenticidad al reconocer la semejanza con el Sudario de Turín. Su convencimiento se basa, por tanto en un indicio subjetivo de semejanza y la presunción de que uno de los dos objetos es auténtico. En 1966 escribió sobre este sudario, incluyendo en su obra una imagen gráfica de la cara de la Sábana Santa de Turín superpuesta en este sudario.[15]

Ricci pidió y obtuvo, el 29 de noviembre de 1977, el permiso para tomar algunos hilos y pequeños fragmentos del tejido del sudario que envió en parte a Max Frei-Sulzer para un examen de los pólenes. Entre el 15 y el 17 de mayo de 1979 el propio Max Frei-Sulzer tomó algunas muestras del sudario utilizando para ello cinta adhesiva.[15]​ Encontró pólenes de plantas comunes con la Sábana Santa de Turín y pólenes de plantas que no crecen en Europa pero que son frecuentes en los desiertos de Tierra Santa.[19]​ Sin embargo, la toma de muestras por parte de Frei fue tan anómala, la identificación de pólenes tan inadecuada y el proceso en general fue llevado a cabo de forma tan mala que hoy en día se considera que los resultados obtenidos por Frei no tienen significación alguna, e incluso ha habido acusaciones de fraude.[15]

En 1982 el médico Pierluigi Baima Bollone, director del Centro de Sindonología de Turín, escribió que había encontrado sangre humana del tipo AB en la Sábana Santa de Turín. El citado Baima Bollone, el médico español José Delfín Villalain Blanco, vicepentresidente del Centro Español de Sindonología, y el médico italiano Carlo Goldoni, miembro del Centro Romano de Sindonología, afirmaron haber encontrado sangre humana del tipo AB en el Sudario de Oviedo. Sin embargo, ni la presencia de sangre ni su grupo sanguíneo ofrecen evidencia alguna de autenticidad y tanto la presencia de sangre como la capacidad de determinar su grupo sanguíneo ha sido negada por expertos no sindonólogos.[15]

En 1985, Pierluigi Baime Bollone comenzó una nueva serie de estudios sobre el sudario. Se le permitió retirar siete hilos, tomar muestras con cinta adhesiva y hacer nuevas fotografías.[15]

En 1977 una muestra de este tejido tomada por Ricci fue enviada para su datación por el químico y microscopista Walter McCrone en los Estados Unidos. El material debía ser radiodatado en el Laboratorio Lawrence Berkeley de California. La muestra permaneció en este laboratorio hasta 1984, a disposición de McCrone y del físico Richard A. Muller. Hubo errores en el proceso que evitaron la datación. Posteriormente, el sudario fue datado cuatro veces, en 1990, 1991, 1992 y 2007, en tres laboratorios distintos. Los cuatro exámenes dataron el origen del tejido en un intervalo entre los siglos VI y IX , con probabilidad máxima del provenir del siglo VIII.[20][21][15]

Mark Guscin, miembro del equipo de investigación multidisciplinario del Centro Español de Sindonología, investigó la relación entre el Santo Sudario de Oviedo y la Sábana Santa de Turín.[22]​ Mark Guscin realizó otro estudio sobre este tema en 1999.[23]​ Basándose en la historia, patología forense, composición sanguínea (de tipo AB, como la de la sábana), y patrones de las manchas, concluyó que ambas prendas cubrieron la misma cabeza en dos momentos distintos, pero próximos entre sí. Avinoam Danin coincidió con este análisis, añadiendo que los granos de polen del pañolón coinciden con los de la sábana.

Los críticos sostienen que el argumento es espurio. Puesto que las manchas de sangre en el Sudario de Turín no han podido ser confirmadas, las del pañolón son irrelevantes. El argumento sobre el polen está también muy debilitado debido al descrédito del trabajo de Danin sobre la sábana, ya que trabajó con muestras contaminadas. El polen de Jerusalén podría haber llegado al sudario por muy diversas vías y, en todo caso, solo indicaría la procedencia de la tela, no su fecha de creación.[24]​ Además, el Sudario de Turín está tejido con un patrón de espiga, mientras que el paño de Oviedo tiene una urdimbre de tafetán.[24]

En 1987 nace el Centro Español de Sindonología y en 1989 se crea el Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología (EDICES).[15]​ El EDICES ha estudiado el Sudario de Oviedo.[25]​ La bióloga Carmen Gómez Ferreras,[26]​ del EDICES, logró identificar tres tipos de pólenes en el sudario: Quercus, Pistacia palaestina y Tamarix.[27][28]

En el estudio realizado por el EDICES se encontraron también restos de pólvora, provenientes tal vez de la voladura de la Cámara Santa que tuvo lugar en la Revolución de Asturias de 1934.[29]

En 2015 la Universidad Católica de Murcia descubrió un grano de polen adherido a la presunta sangre del sudario. La palinóloga Marzia Boi, del EDICES, descubrió que ese grano de polen es compatible con la planta Helichrysum Sp., supuestamente presente también en la Sábana Santa.[30]

Según la prueba del carbono 14 el Sudario de Oviedo fue tejido en el siglo VIII d.C.[31]

Los hilos del Sudario, al igual que los hilos de la Sábana Santa de Turín, están torsionados en Z. Hay consenso entre los expertos en historia de los tejidos que las telas compuestas de hilos dispuestos en torsión en forma de Z no pueden ser de origen israelita, donde desde el neolítico hasta el medioevo se utilizó solamente la torsión en forma de S.[15]​ Sin embargo, la torsión en forma de Z es la más frecuente en los tejidos del Imperio romano.[32][7][33]

Forma parte de un grupo de sudarios parecidos que aparecieron en la Edad Media.[15]

En la Catedral del Salvador existe la tradición de la bendición con el Santo Sudario. Hasta los años 80 se realizaba en un balcón de la catedral. En la actualidad se hace en el interior del templo los días de exposición pública.[34]

El Santo Sudario se expone al público solo tres días al año que son: el Viernes Santo; el 14 de septiembre, Día de la Exaltación de la Santa Cruz; y el 21 de septiembre, Día de San Mateo Apóstol.[35]​ El resto del año se encuentra depositado en la Cámara Santa.




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