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Sepulcro de Alfonso X de Castilla



Alfonso X el Sabio falleció en la ciudad de Sevilla el día 4 de abril de 1284. La Crónica de Alfonso X recoge los últimos momentos del monarca:[1]

Cuando el monarca contaba con cuarenta años de edad, decidió que a su muerte sus restos recibieran sepultura en la iglesia de Santa Cruz de Cádiz, que él había ordenado construir. Sin embargo, tal deseo no fue recogido en las últimas voluntades del soberano castellano-leonés, recogidas en el codicilo testamentario otorgado en la ciudad de Sevilla el 22 de enero de 1284, en el que estipulaba cuál había de ser el destino de sus restos mortales:[2]

El cadáver de Alfonso X recibió sepultura en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.[3]

En la primitiva Capilla Real de la Catedral de Sevilla estaba colocada una estatua que representaba al rey en posición sedente, situada ante la imagen de la Virgen de los Reyes, y en su lado izquierdo. También se hallaban en la capilla las imágenes sedentes de Fernando III el Santo, y de Beatriz de Suabia, padres de Alfonso X, sepultados allí.[3]​ A los pies de la imagen sedente se encontraba el sepulcro que contenía los restos del rey, recubierto con una chapa de plata labrada y adornada con castillos, leones, cruces y águilas. La corona que portaba la efigie del rey era de oro y piedras preciosas,[3]​ la mano derecha del monarca empuñaba un cetro de plata, rematado por una figura en forma de águila, mientras que en la mano izquierda llevaba una esfera de oro coronada por una cruz. En 1356, Pedro I de Castilla, tataranieto de Alfonso X el Sabio, despojó a las imágenes de Alfonso X y de su madre, la reina Beatriz de Suabia, de todos los metales preciosos y piedras preciosas que las adornaban.[3]

En 1579 una vez finalizada la nueva Capilla Real de la Catedral de Sevilla, el ataúd que contenía los restos del rey fue colocado bajo el arco más cercano a la reja que cerraba el acceso a la capilla, en el lado izquierdo de la misma. El ataúd del monarca se hallaba cubierto con un paño de brocado y, en la parte correspondiente a la cabecera, y depositados sobre una almohada, estaban colocados una corona y un cetro de bronce dorado.[3]

En 1948, con motivo del séptimo centenario de la conquista de la ciudad de Sevilla por Fernando III el Santo, que capituló en 1248, se construyó el sepulcro actual del monarca, que se encuentra situado en el lado del Evangelio de la Capilla Real.

La estatua orante que representa a Alfonso X es obra de los escultores Antonio Cano y Carmen Jiménez. El mausoleo del rey es idéntico al de la reina Beatriz de Suabia, su madre, que está situado enfrente de él. Está formado por dos cuerpos superpuestos, flanqueados por columnas en los extremos. El primer cuerpo contiene la urna donde reposan los restos mortales de Alfonso X el Sabio, en cuyo frontal se encuentra una cartela donde se lee "Alfonso X el Sabio". Sobre la urna está colocada la estatua orante que representa al monarca, que aparece cubierto por un manto real, coronado con corona de bronce, y arrodillado ante un reclinatorio. El segundo cuerpo del mausoleo, rematado por un frontón, lo ocupa un medallón circular en el que está colocado el escudo del reino de Castilla y León.[4]

En el presbiterio de la Catedral de Murcia, procedentes de la antigua capilla del Alcázar Mayor de la ciudad, llamada de Nuestra Señora la Real de Gracia,[3]​ se encuentran el corazón y las entrañas de Alfonso X el Sabio, colocadas dentro de una urna. El propósito del monarca era que su corazón fuera llevado al Monte Calvario, en Tierra Santa, y sus entrañas al monasterio murciano de Santa María la Real del Alcázar. Sin embargo, nunca llegó a cumplirse la voluntad del monarca, y su corazón y entrañas terminaron reposando en el mismo lugar. En el año 1525, a petición del concejo de Murcia, y por orden del emperador Carlos V, fueron trasladadas las entrañas de Alfonso X a la capilla mayor de la Catedral de Murcia.[3]

La urna que contiene las entrañas del rey está colocada en una hornacina renacentista de medio punto, decorada con motivos florales, labrada en la época de Carlos V y restaurada después de 1854[3]​ La urna que guarda las entrañas es de piedra, pintada de blanco y oro, y a cada uno de sus lados se encuentran representados dos heraldos, con mazas doradas apoyadas en los hombros, en cuyas dalmáticas aparecen los escudos del reino de Castilla y León. Las figuras de los heraldos, que fueron realizadas en el siglo XVI, están pintadas de color rojo y oro. En una cartela colocada en la parte inferior de la urna, y en caracteres alemanes, se lee la siguiente inscripción:

El emperador Carlos V prohibió que nadie, fuera cual fuese su rango fuera sepultado en la capilla donde se depositaron las entrañas de Alfonso X, y mediante una cédula emitida el 11 de mayo de 1526,[3]​ ordenó que se hiciese una reja de hierro, que debía portar su escudo de armas, y en la que se debía grabar que Alfonso X el Sabio ordenó que sus entrañas fuesen llevadas allí por la lealtad que le profesó la ciudad de Murcia.



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