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Sequías



La sequía es una anomalía climatológica transitoria en la que la disponibilidad de agua se sitúa por debajo de lo habitual de un área geográfica. El agua no es suficiente para abastecer las necesidades de las plantas, los animales y los humanos que viven en dicho lugar.

La causa principal de toda sequía es la falta de lluvias o precipitaciones, este fenómeno se denomina sequía meteorológica y si perdura, deriva en una sequía hidrológica caracterizada por la desigualdad entre la disponibilidad natural de agua y las demandas naturales de agua. En casos extremos se puede llegar a la aridez.

Si el fenómeno está ligado al nivel de demanda de agua existente en la zona para uso humano e industrial hablamos de escasez de agua.

Cuando persiste la sequía, las condiciones circundantes empeoran gradualmente y su impacto en la población local se incrementa. Se tiende a definir la sequía en tres formas principales:[1]

Los períodos de sequía pueden tener importantes consecuencias para el ambiente, la agricultura, la economía, la salud, y la sociedad. Los efectos varían dependiendo de la vulnerabilidad. Por ejemplo, los agricultores de subsistencia son más propensos a migrar durante una sequía, ya que no tienen fuentes alternativas de alimentos. Las áreas con poblaciones que dependen de la agricultura de subsistencia como fuente principal de alimento son más vulnerables a la hambruna.

Las consecuencias más comunes de la sequía incluyen:

La sequía es una característica normal y recurrente del clima en la mayor parte del mundo. Es uno de los eventos climáticos más antiguos documentados, presente en la Epopeya de Gilgamesh y en la historia bíblica de la llegada de José en el antiguo Egipto, y el Éxodo.[6]​ Migraciones de cazadores-recolectores en Chile en 9500 a. C. fueron vinculados con este fenómeno climático,[7]​ al igual que el éxodo de los primeros seres humanos fuera de África hacia el resto del mundo hace alrededor de 135.000 años.[8]

El hombre moderno tiene la capacidad de mitigar la mayor parte del impacto de las sequías a través del riego y la rotación de cultivos. Si se omite el desarrollo de estrategias adecuadas de mitigación de sequías en la era moderna, el costo humano suele ser muy alto, que puede verse agravado por una creciente densidad de población.

Las sequías recurrentes que conducen a la desertificación en el Cuerno de África crearon graves desastres ecológicos, y provocaron hambrunas generalizadas que persisten en la actualidad.[9]​ En el noroeste de la región del Cuerno de África, el conflicto de Darfur en Sudán, que afectó también a Chad, fue alimentado por décadas de sequía; la combinación de sequía, desertificación y sobrepoblación son algunas de las causas del conflicto de Darfur, ya que los nómadas baggara de origen árabe, en busca de agua para su ganado tornaron hacia el sur, en tierras principalmente ocupadas por agricultores no árabes.[10]

Según un informe de la ONU sobre el clima, los glaciares del Himalaya, que forman las fuentes de los principales ríos de AsiaGanges, Indus, Brahmaputra, Yangtsé, Mekong, Salween y Amarillo— podrían desaparecer para el año 2035 debido al calentamiento global.[11]​ Aproximadamente 2,4  mil millones de personas viven en la cuenca de drenaje de estos ríos.[12]​ En las próximas décadas, la India, China, Pakistán, Bangladés, Nepal y Birmania podrían experimentar inundaciones seguidas de sequías. Las sequías que afectarían el río Ganges en India son motivo de especial preocupación, ya que el río proporciona agua potable y agua de riego para más de 500 millones de personas.[13][14][15]​ La costa oeste de América del Norte, que obtiene gran parte de su agua de los glaciares que se encuentran en cordilleras tales como las Montañas Rocosas y la Sierra Nevada, también se vería afectada.[16][17]

En 2005, partes importantes de la cuenca del Amazonas experimentaron la peor sequía en 100 años.[18][19]​ Un estudio del Woods Hole Research Center de 2006 sugiere que en su forma actual el bosque en la cuenca del Amazonas sólo podría sobrevivir tres años de sequía.[20][21]​ Los científicos del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA) argumentan que esta vulnerabilidad a la sequía, junto con los efectos de la deforestación sobre el clima regional, están empujando la selva hacia un "punto de inflexión" donde comenzaría a morir de forma irreversible. Llegan a la conclusión de que el bosque está al borde de convertirse en sabana o desierto, con consecuencias catastróficas para el clima del mundo. De acuerdo con el WWF, la combinación del cambio climático y la deforestación aumenta el efecto del secado de los árboles muertos el cual alimenta los incendios forestales.[22]

En general, las precipitaciones se relacionan con la cantidad de vapor de agua transportada por la atmósfera y el punto de rocío, determinado por la temperatura del aire, en combinación con el movimiento ascendente de la masa de aire que contiene vapor de agua. Si estos factores combinados no soportan volúmenes de precipitación suficientes que alcanzan la superficie de la tierra, el resultado es una sequía. Esto puede ser provocado por un elevado nivel de reflexión de luz solar (alto albedo), y sobre todo la persistencia, superior al promedio, de vientos de sistemas de alta presión llevando aire continental (más seco) en lugar de aire oceánico (más húmedo), así como barras de áreas de alta presión cuyas conductas impiden o restrinjan el desarrollo de tormentas eléctricas o lluvias sobre una determinada región.

Los ciclos climáticos oceánicos y atmosféricos, como El Niño-Oscilación del Sur, hacen de la sequía una característica recurrente y regular de las Américas y Australia. Otra oscilación climática, conocida como la Oscilación del Atlántico Norte, ha sido atada a las sequías en el noreste de España.[23]

La actividad humana puede directamente desencadenar factores agravantes —tales como la sobreexplotación de la tierra, el riego excesivo,[24]​ y la deforestación— que fomentan la erosión y afectan negativamente a la capacidad de la tierra de capturar y retener el agua.[25]​ Mientras que los efectos de estos factores tienden a ser relativamente aislados en su alcance, se prevé que las actividades que conducen al cambio climático global pueden desencadenar sequías con un gran impacto en la agricultura a nivel global,[26]​ y especialmente en países subdesarrollados.[27][28][29]​ En general, el calentamiento global se traducirá en un aumento de las precipitaciones en el mundo.[30]​ Junto con las sequías en algunas zonas, las inundaciones y la erosión se incrementarán en otros.

Existen varias estrategias para protegerse contra las sequías, o mitigar sus efectos:

Pastizales en los alrededores de Benambra, Victoria, Australia sufriendo condiciones de sequía.

Imagen de satélite de 2001 del lago Chad. El lago se ha reducido en un 95 % desde 1960.[33][34]

Ovejas en un prado afectado por la sequía en Uranquinty, Nueva Gales del Sur, Australia.

Las plantas xerófilas están adaptadas para sobrevivir largos períodos de sequía.

El lago Peñuelas, ubicado a pocos kilómetros de Valparaíso, Chile, se ha transformado en uno de los símbolos de la megasequía que afecta a ese país hoy en día.




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