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Sinfonía n.º 3 (Saint-Saëns)



La Sinfonía nº. 3, con órgano, op. 78 de Camille Saint-Saëns es una sinfonía en do menor, compuesta a la memoria de Franz Liszt y estrenada en 1886, bajo la batuta de su autor, en los conciertos de la Royal Philharmonic Society.

La exposición del tema inicial está a cargo de los instrumentos de cuerdas, tras una breve introducción. El tema en el que comienza la obra tiene un marcado carácter dramático, muy movido y oscuro. El movimiento se transforma poco a poco para dar paso a otro, de expresión más tranquila, elegante y diáfana.

Su desarrollo es breve. A continuación, se produce otra transformación del tema inicial y la orquesta se vuelve a oscurecer de manera espectacular, pero pronto se apacigua con el segundo tema, que lleva al adagio, de gran serenidad, paz, y en ciertos momentos, incluso, de una cierta elocuencia, subrayado todos por las cuerdas y el órgano, que deja sentir su grave acento en las frases de tocar beatitud. Es hermoso motivo se replica poco después por otros instrumentos de la gran masa orquestal; sobre todo, se escucha en el clarinete, la trompa y el trombón, acompañado por instrumentos de arco. Los violines, acabado este período, ejecutan una variación, y, a continuación, pasa al primer tema del Allegro para acomodar el tema, siempre radiante del adagio, acompañado majestuosamente por el órgano. Este primer tiempo termina con una coda, con amplias frases, serenas y elevadas, crea una atmósfera mística, casi de éxtasis religioso.

Comienza este largo y extenso movimiento musical con un dibujo de una imagen enérgica seguida por una tercera transformación del tema que da comienzo a la obra, o sea, la expuesta por los instrumentos de cuerda, más intensa, tal vez y agitado, lo que allana el camino para el Scherzo. En el piano se suceden los arpegios y escalas, acompañado por la orquesta, que dibuja un par de figuras de naturaleza rítmica, sincopadas. Esta atmósfera alegre, casi frívolo, es interrumpido por una frase de una mayor intensidad expresiva, más lírica. Y de inmediato, vuelve el allegro moderato con el que ha comenzado este tiempo. El allegro está vinculado con el Presto. Pero pronto aparecen en los trombones un nuevo movimiento, lleno de austeridad, que, después de una breve lucha, hace desaparecer el elemento de lo fantástico, inquieto y diabólico del Scherzo. La nueva frase va subiendo lentamente y parece que flota en el azul del cielo.

Una lejana evocación del tema inicial de la obra, transformado por completo, ahora está expuesto por la orquesta de cuerdas y el piano y luego reproducida por el órgano, y con toda tu fuerza. Sigue un desarrollo fugado, y luego de un episodio tranquilo y pastoral. Otra brillante coda pone fin a esta interesante sinfonía, uno de los trabajos más inspirados del autor de Samson et Dalila. La fuerza, la elegancia y la inspiración de esta Tercera sinfonía, que contiene pasajes muy dignos, interesantes y coloridos, revelan también la habilidad y maestría que poseía Saint-Saëns en su oficio.



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