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Socioeconomía



¿Dónde nació Socioeconomía?

Socioeconomía nació en SASE.


La socioeconomía es un paradigma económico y social alternativo a la economía neoclásica y que es propuesto de forma programática por Amitai Etzioni en su obra La Dimensión Moral de la Economía. Este sociólogo alemán contemporáneo fundó la Sociedad Mundial de Socioeconomía (SASE) en 1988.

La economía estándar o neoclásica, de corte neoliberal, ha intentado etiquetar el comportamiento humano de modo que pueda predecir respuestas ante unas condiciones determinadas. Dos son las condiciones que llevan a los economistas (neoclásicos) a calificar de racional un comportamiento: que sea consistente, que se repita ante condiciones semejantes, y que maximice una única utilidad, el interés propio. La economía neoclásica no pretende conocer al ser humano o a la sociedad, pero de hecho asume que este o ésta se comportan siempre de la misma manera.

Frente a la economía neoclásica, la "Socioeconomía" denuncia la incapacidad de la economía estándar de proporcionar un criterio transnacional de bienestar. El modo de enfocar los fines, propio del sistema de relaciones comerciales vigente, no tiene otra salida lógica que apostar por el crecimiento continuo, y esto, a pesar de observarse el paralelo aumento de la desigualdad.

Junto a lo planteado, la "Socioeconomía" también delata la incapacidad de la economía estándar para medir el valor, o lo que es lo mismo: la imposibilidad de tener baremos de suficiencia o de crecimiento no monetarizable. Las desigualdades globales, pues, nos dan idea de la pobreza valorativa de los indicadores utilizados al centrar las referencias fundamentalmente en las diferencias de renta. Ciertamente, la visión de conjunto nos pone a todos en carrera: una competencia por potenciar un tipo de valores, que como ya denunció el economista y Premio Nobel sueco G. Myrdal (1898-1987), tienen un carácter acumulativo-adquisitivo y son monetarizables hasta la exponencialidad.

Pero hay una tercera crítica que la "Socioeconomía" lanza a la economía neoclásica y se refiere al marco de análisis relacional. El contexto apropiado es el formado por la suma de relaciones múltiples que continuamente se dan entre tres ámbitos:

Las relaciones entre estos tres ámbitos dan soporte a todo el sistema, y lo dotan de su propia coherencia interna. Naturalmente, la ciencia económica, que más propiamente está presente o hace referencia al sistema de producción y consumo, no puede reafirmar su autonomía hasta el punto de romper la relación de dependencia entre los tres ámbitos referidos. Para la Socioeconomía, la economía estándar ha hecho precisamente esto. Y es ésta una de las razones principales por las que en los planteamientos economicistas priman unos fines (técnicos) sobre otros (sociales).

Si en el paradigma económico neoclásico las preferencias eran dadas y constantes en el contexto de una economía y un mercado competitivos, en la propuesta socioeconómica los actores amoldan sus preferencias a los valores de la comunidad y a las circunstancias del momento. El resultado es que mientras la economía liberal incrementa cada vez más la competitividad entre unos actores económicos definidos exclusivamente como sujetos de mercado (sin una dimensión afectiva, social, o cultural), la socioeconomía prima la cooperación responsable, que incluye esas dimensiones.

El intento neoclásico de entender comportamientos no económicos de manera exclusivamente racionalista (según los criterios de racionalidad propios de su visión) no es aceptable. Por ello la socioeconomía trata de explicar también de qué manera los condicionamientos morales y sociales influyen en comportamientos como el ahorro, los incentivos laborales, el comportamiento de los mercados, y la productividad.

Otro asunto a considerar para ver la contraposición entre los dos paradigmas, el neoclásico y el socieconómico, es el caso del poder de discrecionalidad. La idea de que los sujetos individuales saben lo que es mejor para ellos, está firmemente asentada en el discurso neoclásico y recogida en expresiones como "el que paga manda", o "el cliente siempre tiene razón". Los neoclásicos, a lo sumo, admiten que un sujeto puede algunas veces percibir erróneamente lo que es mejor para él, pero por razones de tipo práctico y de eficacia económica, es mejor admitir que los sujetos son efectivamente soberanos en el mercado. Lo contrario sería, arguyen los neoclásicos, que los sujetos deberían de ser guiados por otras instancias, y esto supondría abrir la puerta a peligrosos totalitarismos.

La respuesta de la socioeconomía es que el ejercicio de la libertad de elección es instrumental: un medio para conseguir un fin, y como tal ha de aceptarlo también la economía, por muy difícil que le sea entender el término "fin", o incorporar "complejidades externas" a un de por sí arduo quehacer.

Efectivamente, la economía neoclásica tiene el inconveniente de poder llegar a simplificar tanto las cosas, que cuando nos venimos a dar cuenta, acabamos efectivamente jugando a través de dilemas abstractos con realidades penosas, como el paro, la recesión, la contaminación o la pobreza. El esfuerzo debe de ir dirigido a acercarse a la realidad, aunque ello suponga tratar de solventar problemas complejos como el de los fines de las actuaciones humanas.

En el siguiente cuadro vemos resumidas las diferencias entre el neoclasicismo y la socioeconomía:

Economía neoclásica

Socioeconomía



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