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Sociología de las organizaciones



La sociología de las organizaciones es una rama de la sociología que estudia cómo los miembros de una organización construyen y coordinan actividades colectivas organizadas. Como señala Marin (2013), se interesa por los procesos sociales que ocurren al interior del grupo para alcanzar una comprensión más completa de la vida organizativa.[1]

Puede definirse también como una ciencia social que estudia entidades particulares nombradas organizaciones, así como sus modos de gobernanza e interacciones con su medio ambiente, aplicando métodos sociológicos al estudio de tales entidades.

Se conforma a partir de la intersección de varias disciplinas, como la economía de las organizaciones, la administración y la teoría de las organizaciones.

El término organización tiene tres sentidos diferentes en sociología:

El estudio de las organizaciones responde entonces a una triple exigencia:

La sociología de las organizaciones estudia ciertas problemáticas recurrentes, ligadas a las tensiones que afectan las organizaciones. Han dado lugar a diferentes temas de estudios. Por ejemplo:

La principal dificultad es encontrar herramientas de observación y comprensión de las organizaciones que nos permitan estudiarlas. Gareth Morgan propone una matriz de lectura para comprender mejor las organizaciones, mediante la utilización de metáforas.[2]​ Según este autor, las teorías de la organización descansan sobre imágenes implícitas que tenemos sobre las organizaciones. Por analogía, las metáforas permiten mostrar las similitudes que pueden existir entre la organización y la imagen empleada. Además, Morgan observa que un mismo objeto puede ser representado por diferentes imágenes. Éstas, a tenor de las similitudes y diferencias inherentes a cada una, propondrán una visión complementaria pero incompleta de la empresa.Las metáforas retenidas por Gareth Morgan permiten ver la organización:

Los primeros estudios sociológicos del fenómeno de la organización aparecen hacia fines del siglo XIX. Están ligados a un doble movimiento: el desarrollo de las grandes industrias y las burocracias, y la constitución de la sociología como cuerpo de conocimiento.

Tres autores van a producir trabajos paralelos y complementarios.

Existen numerosos enfoques que combinan sociología y psicología.

Los trabajos de los precursores son, o bien esencialmente normativos, o el campo de estudio que cubren es demasiado vasto para permitir la constitución de una disciplina. De hecho, la sociología de las organizaciones va a emerger realmente con el desarrollo de la Escuela de las relaciones humanas.

Nacida en los años 1930 en los Estados Unidos de América, esta escuela es liderada por Elton Mayo.[6]​ Contra el taylorismo, afirma el rol esencial del factor humano y relacional en la determinación de la productividad económica. Reintroduce así los factores psico-sociales al corazón del análisis de la organización, dejando así el campo abierto a la aplicación de métodos de análisis sociológico. A partir de este análisis, autores como Abraham Maslow[7]​ o Frederick Herzberg[8]​ han profundizado sobre la motivación en el seno de las organizaciones.

Las teorías salidas del socio-psicoanálisis son enfoques que aplican los conceptos y los métodos psicoanalíticos a las organizaciones. Algunas se inspiran en teorías de Lacan, mientras otras prolongan los trabajos de Freud sobre la psicología de las multitudes.

Las teorías salidas de la psicología social estudian la dinámica de grupo en las organizaciones, otras las relaciones informales: amistades, influencia, poder, persuasión, liderazgo, conformismo, entre otras. Una corriente ha nacido igualmente en torno a las Teorías de las necesidades y las motivaciones.

Tales enfoques se concentran sobre los aspectos identitarios. Estudian por un lado la creación del a través de la experiencia de socialización en la empresa. Por otro lado, vinculan la permanencia de las reglas a los fenómenos identitarios. Estos enfoques se centran pues sobre la identidad social del trabajo.

Renaud Sainsaulieu,[9]​ por ejemplo, afirma que la construcción de la identidad laboral se genera en el marco de diferentes modelos de relaciones de poder como:

Algunas aproximaciones se desarrollaron desde las ciencias cognitivas, la sociología cualitativa, la microsociología, el interaccionismo simbólico o la etnometodología. Estas se apoyan sobre un método comprensivo y observaciones detalladas del terreno en la organización. Erving Goffman ha introducido así el famoso concepto de institución total.

Una aproximación igualmente prometedora en sociología de las organizaciones es la propuesta por la sociología de la traducción de Michel Callon y Bruno Latour. La misma permite abordar temáticas poco abordadas por el corpus clásico. Se concentra en los fenómenos de red, sobre los métodos de intervención al seno de estas redes y sobre la constitución del saber al seno de las organizaciones.

La dirección y gestión de empresas tiene un corpus ubicado entre la sociología de las organizaciones y la economía de las organizaciones. Dentro de la sociología de las organizaciones, la escuela de la contingencia mezcla sociología y administración de empresas.

En las décadas de 1950 y 1960 se desarrolló la escuela socio-técnica.[10]​ La misma estudia el vínculo entre los sistemas técnicos y humanos. Parte de la premisa que los cambios tecnológicos tienen un impacto determinante sobre el funcionamiento de los grupos y sobre los individuos que los componen. Lo que implica que las decisiones dan cuenta de factores humanos (calificaciones, esperas, sentimientos, valores) así como del medio ambiente (equipo, maquinaria, procedidos, horarios laborales, condiciones laborales). La escuela sistemática va a inscribirse en prolongación de los trabajos de esta escuela.

Surgida en continuidad con la escuela socio-técnica, la escuela de la contingencia intenta dar cuenta de la influencia de las variables de contexto sobre las características de las organizaciones. A diferencia de la concepción taylorista esencialmente normativa de la buena organización «en sí», Henry Mintzberg,[11]​ principal representante de esta escuela, afirma que la estructura de la organización está ligada a la naturaleza de su entorno o medio ambiente, pero no de manera mecánica o determinista. Porque la estructura depende igualmente de objetivos que se fijan los dirigentes. De hecho, los mecanismos reguladores internos de una organización deben ser tan variados como el medio ambiente con el que debe hacer frente.

Todo acto de dirección y gestión de empresas tiene una influencia sobre la organización empresarial. Así, numerosos autores han participado en el análisis de la sociología de las organizaciones en tratados de management. Es por ejemplo el psicólogo Rensis Likert[12]​ quien pretende demostrar que un marco participativo mejora el clima social de la empresa. Asimismo Peter Drucker[13]​ recomendará la descentralización del poder y la dirección por objetivos.

Al seno del corpus, hay numerosos enfoques con fuertes connotaciones socio-políticas.

La teoría del actor estratégico, elaborada por Michel Crozier[14]​ y Erhard Friedberg,[15]​ busca comprender cómo se construyen las acciones colectivas a partir de comportamientos e intereses individuales, a veces contradictorios entre sí. En lugar de explicar la estructura de la organización por un conjunto de factores externos, esta teoría la aprehende como una construcción humana, ubicando los determinantes causales principalmente desde los individuos hacia la estructura (individualismo metodológico) y no de la estructura hacia los individuos (estructuralismo).

El análisis estratégico dejó bastante imprecisión sobre el modo como se construyen las reglas. Propone sobre todo estrategias de los actores frente a normas ya existentes, y destaca sobre todo el comportamiento racional de los actores frente a estas reglas. La teoría de la regulación social de Jean-Daniel Reynaud intenta cubrir esta deficiencia, al estudiar los mecanismos que intervienen en la producción, mantenimiento, destrucción y aplicación de las reglas en las organizaciones. Intenta pues comprender cómo se efectúa la construcción de las reglas, aquellas por las cuales un grupo social se estructura y resulta capaz de realizar acciones colectivas. Este enfoque conduce a considerar el orden social no de manera estática sino, al contrario, como un orden negociado y dinámico.

La sociología de las lógicas de acción está desarrollada por Henri Amblard, Philippe Bernoux, Gilles Herreros e Yves-Frédéric Livian. Se orienta en tres direcciones :

El primer enfoque se orienta en dos direcciones.

Estos enfoques han tenido diversas críticas. Presentarían el inconveniente de no dar cuenta de la autonomía del fenómeno de la organización, y su capacidad de gestionar las relaciones y la coordinación entre individuos relativamente libres y unidos en un objetivo colectivo. Además, ellas presuponen que las respuestas de los individuos son más o menos mecánicas, y determinadas por un modelo cultural impuesto desde el exterior. El sistema de valores y el sistema de reglas en una organización no son fijos. Son dinámicos y se adaptan al medio ambiente, así como a las modificaciones contextuales de las situaciones internas a la organización.

Otro enfoque que permite corregir este sesgo es el estudio del micro-culturas, desarrollado entre otros por Michel Liu. Permite analizar las organizaciones combinando las aportaciones de la escuela culturalista, de la sociología cualitativa, de la interaccionismo simbólico, y la escuela socio-técnica.

La idea es que la cultura emerge de la actividad laboral. Las culturas de oficio se constituyen a partir de experiencias acumuladas e historizadas. Estas experiencias provienen de :

La cultura se crea así a través de la construcción de reglas salidas en parte de la situación de acción, en parte de representaciones de las relaciones entre actores.

Muestra además que la aplicación de una regulación o mecanismo de control puede colisionar con la micro-cultura de una empresa. Los actores que guardan, a causa del poder de negociación que les confieren las zonas de incertidumbre, la posibilidad de hacer fracasar las reglas que emergen de la dirección. Por consiguiente, un cambio de organización tiene que siempre tomar en cuenta estas "reglas sociales", que han sido a menudo elaboradas y seleccionadas durante un largo proceso de pruebas y errores, que ha permitido la acumulación y mejora de un saber-hacer local. Las reglas pueden, entonces, servir a una o varias finalidades enmascaradas, y esos propósitos son a menudo desconocidos por el administrador. En la medida en que no esté integrado al contexto del trabajo, no tiene acceso a la "historia" de esta regla cuando comenzó a ejercer la potestad reglamentaria.

Años 1970

Años 1980

Años 1990

Años 2000

Años 2010



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