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Sofía Luisa de Mecklemburgo-Schwerin



Sofía Luisa de Mecklemburgo-Schwerin (en alemán: Sofie Luise; Grabow, 6 de mayo de 1685palacio de Schwerin, 29 de julio de 1735) fue reina consorte de Prusia como la tercera y última esposa del rey Federico I de Prusia. Fue famosa por su belleza.

Sofía Luisa fue la cuarta hija del duque Federico I de Mecklemburgo-Grabow, y de Cristina Guillermina de Hesse-Homburg. Ella era tía de la gran duquesa Ana Leopóldovna de Rusia, quien era regente y madre del emperador Iván VI de Rusia.

Sofía Luisa tenía una personalidad alegre y extrovertida, y su hermano le "permitía la más absoluta libertad", lo cual causó algunos rumores.[1]

El matrimonio de Sofía Luisa fue arreglado por el poderoso primer ministro de Prusia, el conde Johann Kasimir Kolbe von Wartenberg, quien presionó al rey Federico I de Prusia para casarse y engendrar un heredero después de haber enviudado por segunda vez. En 1708, el hijo primogénito de la princesa Sofía Dorotea de Hannover falleció en la infancia, y los doctores creyeron que sería incapaz de volver a concebir.[2]​ Esto fue una razón para que el rey volviera a casarse; él aceptó la propuesta durante su viaje a Carlsbad por su media-hermana, María Amalia de Brandeburgo, duquesa de Sajonia-Zeitz; ella había sido persuadida para hacerle esta propuesta por el chambelán del rey, el conde August David zu Sayn-Wittgenstein-Hohenstein; el ministro de Asuntos Exteriores Heinrich Rüdiger von Ilgen, y el ministro de Gabinete Johann August Marschall von Bieberstein, quienes deseaban equilibrar la influencia creciente del príncipe Federico Guillermo con una reina que les debiera su puesto a ellos.[2]

Las candidatas para casarse con el rey fueron: Guillermina de Hesse-Homburg, Carlota Dorotea de Brandeburgo-Bayreuth, o Sofía Eduviges de Nassau-Dietz, más tarde duquesa de Mecklemburgo-Schwerin y hermana del príncipe de Orange, quien era la candidata favorita, pero este compromiso no se materializó. La media-hermana del rey sugirió a Sofía Luisa de Mecklemburgo-Schwerin, lo cual podría fortalecer los reclamos de Federico al ducado de Mecklemburgo.[3]

Se organizó una reunión entre Federico I y Sofía Luisa en Ilosenthal, adonde ella fue acompañada por su madre.[4]​ El rey se mostró satisfecho con su belleza, y después de una conversación de media hora, la propuesta de matrimonio se realizó formalmente al duque de Mecklemburgo-Schwerin, el cual aceptó.

En noviembre de 1708, Sofía Luisa se convirtió en la tercera y última esposa de Federico I de Prusia. La boda por poderes se llevó a cabo en Mecklemburgo con el conde August de Sayn-Wittgenstein-Hohenstein tomando el lugar del rey. Al día siguiente, la reina fue escoltada a la frontera por su familia, y se encontró con Federico a las afueras de Berlín. El 27 de noviembre hizo su entrada a la capital, y la boda oficial se llevó a cabo al día siguiente. La boda fue descrita como magnífica, con el rey vestido en brocado de oro y la reina con una corona, escoltada por el príncipe heredero, su cuñado y las princesas vestidas en brocado de plata y las calles cubiertas con una alfombra carmesí. Sin embargo, poco antes de la boda, se le comunicó al rey que su nuera estaba embarazada, y él contestó que si lo hubiera sabido antes, no se habría casado otra vez, lo cual causó tensión en las celebraciones.[5]

Sofía Luisa no desempeñó bien su papel de reina en una corte en donde la ceremonia y la representación eran muy importantes. Ella sólo había sido educada en francés y en música, y fue incapaz de reemplazar a su culta predecesora, Sofía Carlota de Hannover. Se creía que su personal estaba mal compuesto, siendo manejado por el chambelán del rey, el conde August de Sayn-Wittgenstein-Hohenstein. Éste designó a la hermana de su cuñada, la condesa María Ana de Sayn-Wittgenstein-Vallendar (de soltera condesa von Wiser) como jefa de las damas de honor de la reina, y a su suegra la condesa Carlota Luisa de Sayn-Wittgenstein-Vallendar (de soltera condesa de Leiningen-Dagsburg-Hardenburg) como jefa de las damas de compañía, lo cual se consideró una mala decisión. Según Pollnitz, Carlota Luisa "nunca había salido de las profundidades de Wetterau, salvo para ir a la feria de Fráncfort, donde contrajo todo el orgullo de las condesas del Sacro Imperio Romano Germánico, y aunque tenía la mejor voluntad del mundo, ella encajaba mejor en Wetzlar (en el Eeichshammergerichte) que en la corte prusiana".[6]​ También el chamberlán de la reina, el conde Kurt Christoph von Schwerin, no era un asesor adecuado.[6]​ Debido a todo esto, Sofía Luisa no hizo ningún amigo en su nueva corte, y su única confidente era la dama de compañía que trajo consigo desde Mecklemburgo, Eleonore von Grävenitz, hermana de Guillermina von Grävenitz, quien se convirtió en su favorita y consejera.[6]

Sofía Luisa no estuvo exenta a las intrigas de la corte de Berlín. Entró en conflicto con la Condesa Catharina von Wartenberg, quien era la esposa del conde Johann Kasimir Kolbe von Wartenberg, el primer ministro de Prusia, así como también la amante del rey. Durante la ausencia del rey en Leipsic en 1710, la reina convocó a las damas a la corte para asistirle en confeccionar un regalo para el rey, entre ellas la condesa Catharina. Durante este evento, fueron interrumpidas por el sirviente de Catharina, que le trajo café, lo cual rompía el protocolo de la corte. Cuando la reina ordenó a Catharina que se fuera, ella comentó: "me veo a mí misma haciéndolo" (en referencia a la orden de la reina)[7]​, con una risa, lo cual enfureció tanto a Sofía Luisa que ésta ordenó que Catharina fuera arrojada por la ventana; sin embargo, antes de que pudiera encontrarse a alguien para hacerlo, la condesa se marchó rápidamente.[7]​ La reina se quejó con el rey, quien ordenó que la condesa von Wartenberg se disculpase, a lo que ésta aceptó, aunque al final logró evitar hacerlo.

Sofía Luisa causó una gran impresión tras su matrimonio y pasó a ser conocida como la "Venus de Mecklemburgo", e inicialmente el rey estuvo cautivado por su belleza y su personalidad extrovertida y vivaz. Sin embargo, consciente de que la libertad que había disfrutado en el corte de su hermano había causado rumores sobre ella, Sofía Luisa siguió el consejo de Eleonore von Gravenitz de comportarse más dignamente y convertirse en una persona devota, lo cual disgustó al rey, quien era de carácter extrovertido también y vio el comportamiento de su esposa como frío.[8]​ Su confesor luterano, Porst, le presentó a la reina a August Hermann Francke, y bajo su asesoramiento, Sofía Luisa se convirtió en una persona más seria y estricta, pasando su tiempo en una rutina de oraciones y sermones; según Pollnitz, la corte de la reina se parecía a un convento, y desatendió sus deberes representacionales y sociales como la primera dama de la corte y ejemplo a seguir[8]​ Sofía Luisa, junto con Eleonore von Gravenitz, intentaron convencer a Federico I para convertirse del calvinismo al luteranismo. El rey le prestó atención durante los primeros años de su matrimonio y no objetó a sus obsesiones religiosas, pero durante una discusión, Sofía Luisa declaró que ningún miembro de la fe reformada podría esperar la absolución, a lo que el rey preguntó: "¿Entonces después de mi muerte no podrías hablar de mí como el bendito rey?", a lo que ella contestó: "yo diría, 'el querido rey fallecido.'"[8]​ Este incidente causó que el rey exiliase a Eleonore von Gravenitz, Francke, y a Porst de la corte, y después de esto, raramente visitó a Sofía Luisa en sus aposentos y tampoco la veía con frecuencia ya que ella prefería no participar de las actividades de la corte, y vivió aislada en sus habitaciones.[8]​ Después de esta separación de facto del rey, la pérdida de sus amigos más cercanos y su retiro voluntario de la corte, se dice que Sofía Luisa se obsesionó con la teología al punto de volverse maníaca, recayó en una depresión y perdió la cordura.[8]​ Eventualmente perdió la capacidad de controlarse a sí misma, y sufrió episodios de violencia, algo que sus sirvientes le ocultaron al rey por mucho tiempo.[8]

Durante la larga enfermedad del rey, la cual meses después finalmente causó su muerte, ocurrió un incidente que hizo que el rey se diera cuenta del estado mental de la reina. Una noche Sofía Luisa, vestida solamente con un camisón blanco y con el cabello suelto, corrió por la galería que conectaba sus aposentos con los de su marido, se estrelló contra la puerta de vidrio de la habitación del rey y, ensangrentada por las heridas que le provocó el cristal roto, atacó a Federico mientras le reprochaba a gritos.[9]​ El rey despertó de repente, y en su confusión por las fiebres que le aquejaban, creyó que ella era la legendaria "Dama de Blanco" que vino a anunciar su muerte, y gritó hasta que sus sirvientes aparecieron, causando una escena. Se dice que Sofía Luisa no estaba al tanto de lo que había hecho.[9]

En enero de 1713, unas pocas semanas antes de su muerte, Federico envió a su esposa de regreso con su familia en Mecklemburgo-Schwerin. Tras esto, Sofía Luisa fue descrita como "indefensa, irracional, y melancólica, pero otra vez más gentil y tranquila".[10]

Desde entonces ella vivió en la residencia de su madre viuda, el palacio de Schwerin. Falleció allí el 29 de julio de 1735, a los 50 años. Fue enterrada en la iglesia de Schelf, en Schwerin.

Sophienkirche, una iglesia protestante en Berlín, fue nombrada así en honor a Sofía Luisa.



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