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Spartacus (película de 1960)



Espartaco (Spartacus) es una película estadounidense de 1960 dirigida por Stanley Kubrick y basada en la novela histórica homónima de Howard Fast. Contó con la actuación de Kirk Douglas, Laurence Olivier, Jean Simmons, John Gavin, Charles Laughton, Peter Ustinov, Herbert Lom, Woody Strode, y Tony Curtis. El guion, escrito por Dalton Trumbo, retrata la figura de Espartaco y los hechos ocurridos durante la tercera guerra servil. La película fue galardonada con 4 premios Óscar,[3]​ y otros 4 premios más.

Forma parte del AFI's 10 Top 10 en la categoría de "Películas épicas".[4]​ En el 2017, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.[5]

La película fue rodada en la ciudad española de Alcalá de Henares,[6]​ concretamente en la Puerta de Madrid, el Paseo de los Curas y los Cerros de Alcalá.

En una cantera de Libia,[7]​ un esclavo llamado Espartaco (Kirk Douglas) trata de ayudar a un anciano que cae agotado por el peso de su carga; por ello, Espartaco es azotado por los guardias. Entonces llega Léntulo Batiato (Peter Ustinov), mercader de esclavos y dirigente de una escuela de gladiadores en Capua, y decide llevarse a Espartaco con él.

Ya en Capua, Espartaco comienza a luchar adiestrado por el provocador Marcelo, gladiador retirado y convertido en doctor. Con el paso del tiempo, Espartaco se enamora de una esclava llamada Varinia (Jean Simmons), a la que decide no tocar cuando la obligan a pasar una noche con él. Dos romanos, Craso (Laurence Olivier) y Glabro, acompañados de dos damas patricias, llegan a la escuela de Batiato para exigir un espectáculo de lucha de dos parejas de gladiadores hasta la muerte, combate que es pagado generosamente por Craso, que además, como regalo de bodas, entrega a Glabro el mando de la guarnición de Roma. Espartaco lucha con el reciario Draba, pero este, después de vencer a Espartaco, se niega a matarlo y en lugar de eso ataca a los patricios, y es muerto por Craso. Inconforme por estos abusos y por la venta de Varinia, a la que Craso ha comprado por un alto precio pidiendo que la envíen a su villa de Roma, Espartaco encabeza una rebelión tras matar a Marcelo, y los gladiadores huyen de Capua después de reducirla a cenizas.

Se habla de los hechos de Capua en el senado, y algunos de sus miembros claman por la ayuda de Pompeyo, pero otro senador, Tiberio Sempronio Graco (Charles Laughton), sugiere que sea la guarnición romana de Glabro la que acabe con los esclavos, y el senado acepta. Poco después, el rico Craso llega a su ostentosa villa y, tras hablar con Glabro, se da cuenta de los verdaderos planes de Graco.

Mientras tanto, los esclavos se divierten haciendo pelear a los romanos unos contra otros. Espartaco logra reencontrarse con Varinia. Cada día que pasa, Espartaco reúne más hombres y mujeres en sus filas. Para poder embarcar a su gente rumbo a la libertad, Espartaco habla en su campamento con unos piratas cilicios y trata de llegar a un acuerdo con ellos. De repente, ataca a los esclavos la tropa de Glabro, que ha sido demasiado imprudente y ni siquiera ha fortificado su campamento, por lo que es fácilmente derrotado y humillado ante todos.

Glabro llega a Roma y cuenta su historia en el senado. Craso, después de reprender a Glabro por su incompetencia y condenarlo al exilio, decide retirarse de la política, y es objeto de las burlas del Senado y de Graco.

Mientras tanto, los esclavos continúan con su éxodo rumbo a la ciudad de Brundisium. Por el camino, Espartaco recibe la noticia de que Varinia espera un hijo.

En el senado, se discute sobre si se ha de dejar partir a los esclavos. los optimates están a favor, pero los populares, encabezados por el joven pupilo de Graco, Cayo Julio César (John Gavin), se oponen. Graco envía dos legiones contra los esclavos, pero los romanos son derrotados. Craso trata de convencer a César de que abandone a los populares y se pase a los optimates, pero César rehúsa. Graco ofrece a Craso el mando de 5 legiones contra Espartaco, y Craso pone un precio: ser nombrado dictador. Graco no quiere darle a Craso la dictadura, y tiene un acuerdo con los piratas cilicios para que dejen partir a Espartaco. Al llegar a Brindisi, el enviado de los piratas, Tigranes, le dice a Espartaco que las naves no están disponibles (ya que Craso los ha sobornado) y que Pompeyo ha desembarcado en Roma. Además, se espera que Lucio Licinio Lúculo desembarque en poco tiempo. Espartaco se ve obligado a huir hacia el norte. Mientras tanto, en Roma, Craso consigue el mando de las legiones.

Ambos ejércitos se enfrentan en la Batalla del Río Silario, en la que son derrotados de manera aplastante Espartaco y sus hombres, y los que no mueren son apresados. En pleno campo de batalla, Craso, con ayuda de Batiato, localiza a Varinia y a su hijo recién nacido. Ante los esclavos vencidos, Craso les propone un trato:

Entonces cada esclavo se levanta y dice que es Espartaco, en honor a la persona que durante un tiempo los hizo sentirse libres. En Roma, muchos esclavos son crucificados a lo largo de la vía Apia, pero Espartaco ha logrado sobrevivir. Mientras, en casa de Graco, César acude ante él, pero esta vez como aliado de Craso, y se lo lleva detenido. En pleno Senado, Craso condena a Graco al exilio, pero solo para usarlo como una posible marioneta. Ya en su villa, Craso parece estar enamorado de Varinia, pero esta lo rechaza, argumentando que es un hombre muy distinto de Espartaco.

Como colofón de su triunfo, Craso hace que los esclavos supervivientes luchen a muerte entre sí. Espartaco lucha contra Antonino, que fue esclavo de Craso. Antonino intenta matar a Espartaco para evitar que lo crucifiquen, pero Espartaco logra acabar con Antonino. Craso ordena entonces que Espartaco sea crucificado al alba. Al día siguiente, Graco planea vengarse de Craso antes de suicidarse, y otorga la libertad a Varinia y a su hijo, para luego enviarla con Batiato rumbo a Aquitania. Ya fuera de Roma, Varinia ve a Espartaco en la cruz y, tras enseñarle a su hijo recién nacido, se va con el niño y con Batiato y se pierden en el horizonte. El hijo de Espartaco ya es libre, poniéndose así de relieve el éxito de la revolución.

Después de su estreno en 1960 fue proyectada nuevamente en 1967, con 23 minutos menos que la proyección original, y otra vez, en 1991, en la que se restauraban esos 23 minutos más otros 14 que habían sido censurados antes de la proyección original. La adición incluía varias secuencias de batallas violentas, así como una escena en el baño en la que Craso, general y patricio romano, en un intento de seducir a su esclavo Antonino (T. Curtis), usa la analogía de «comer ostras» y «comer caracoles» para expresar su opinión de que la querencia carnal es más cuestión de gusto que de moralidad. Cuando la película fue restaurada, dos años después de la muerte de Olivier, faltaba el audio original del diálogo de esta escena, por lo que tuvo que redoblarse. Tony Curtis pudo doblar su papel, pero la voz de Laurence Olivier tuvo que ser imitada por Anthony Hopkins.[13]

En la posproducción, Douglas era consciente de que Kubrick tenía la intención de atribuirse el guion de la película, aunque este había sido adaptado de la novela de Howard Fast por Dalton Trumbo, puesto en la lista negra de Hollywood durante el macartismo. Douglas, poderoso públicamente, se opuso a la exclusión de Trumbo, y cuando el nombre de este apareció en los créditos, la lista negra de Hollywood fue definitivamente cancelada.[14]



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