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Sultán otomano



La dinastía osmanlí, también llamada la Casa de Osmán (en turco otomano, خاندان آل عثمان‎‎, Ḫānedān-ı Āl-ı ʿOsmān; en turco moderno, Osmanlı Hanedanı), fue la familia gobernante del Imperio otomano desde su fundación en 1299 hasta su disolución en 1922.

De acuerdo a la tradición otomana, la dinastía osmanlí se remonta a una familia de la tribu Kayı de los turcos Oğuz. La dinastía se originó en los bey (líder) de la tribu Kayı, destacando Ertuğrul, quien fue asignado por el Sultanato de Rum con el dominio de Söğüt y sus alrededores, en el noroeste de Anatolia (actual provincia de Bilecik, Turquía), cerca de la zona fronteriza con el Imperio bizantino. Su hijo, Osmán, declaró su independencia de los selyúcidas de Rum en 1299, lo que daría inicio formalmente al Imperio otomano. Tanto la dinastía como el imperio que originó toman su denominación en su honor.

Durante los siglos siguientes, el pequeño dominio de Osmán se convirtió en un sultanato que cubrió tres continentes. En 1383, el tercer monarca de la dinastía, Murad I, se declaró sultán (padişah), título que mantendrían los gobernantes hasta la disolución del imperio. El sultán otomano fue el único regente del imperio, al menos oficialmente. Otros títulos que ostentó el gobernante otomano fue el de Soberano de la Casa de Osmán, sultán de sultanes, jan de janes. Aunque Murad I fue el primero en reclamar el título de califa de los musulmanes, la conquista de las ciudades sagradas de Medina y La Meca por Selim I en 1517 confirmó el título del sultán otomano como «comandante de los creyentes» y «sucesor del Profeta (Mahoma) del Señor del Universo». El imperio otomano se convirtió en sinónimo del califato, el «Estado Islámico» por excelencia, por lo cual el sultán quedaba investido de facultades políticas pero también religiosas como «defensor de los creyentes»; semejante título implicaba una rivalidad con otros grandes monarcas islámicos (como los sah de Persia).

La sucesión en la dinastía otomana tuvo lugar inicialmente entre los diversos hijos del sultán independientemente de su edad. Esto desembocó en luchas, degeneradas en guerras civiles o en verdaderas masacres de principios (la llamada ley del fratricidio). Después de Mehmed III, que tenía 19 hermanos ejecutados en el momento de su ascenso al trono, se introdujo el sistema de Seniorato, que reconocía el derecho de sucesión al miembro masculino mayor de la familia, encerrado, junto con los demás príncipes, en un área separada del Seraglio.

El sultanato fue abolido el 1 de noviembre de 1922 por el gobierno nacionalista que surgió triunfante de la Guerra de Independencia Turca, forzando al sultán Mehmed VI a partir al exilio, y estableciendo una república en Turquía sobre los restos del Imperio otomano tras su disolución. Aunque el establecimiento de la república acabó con el poder político de la dinastía otomana, esta mantuvo por algunos meses el poder religioso bajo la figura de Abdul Mejid II, quien se mantuvo como califa hasta 1924, fecha en que el gobierno secularizador de Mustafa Kemal Atatürk abolió formalmente el califato.

Los miembros de la dinastía osmanlí fueron declarados persona non grata, inicialmente. Con el paso de los años, algunos miembros de la dinastía han podido regresar a Turquía, aunque como ciudadanos comunes. De forma civil, los descendentes de la dinastía osmanlí han adoptado el apellido Osmanoğlu.





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