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Tímido



La timidez es un estado de ánimo que afecta a las relaciones personales. Se la considera una pauta de comportamiento que limita el desarrollo social de quienes lo experimentan dentro de su vida cotidiana. No es una enfermedad, aunque si no se controla o modera puede llegar a ser patológico. Se considera incorrecto tipificar como enfermedad la timidez, llamándola fobia social según la clasificación DSM-IV. Aunque algunos han malinterpretado el DSM-IV asegurando que declara como trastorno[1]​ el incumplimiento terapéutico, en dicho manual únicamente se incluye en un anexo final, dentro de los «Problemas adicionales que pueden ser objeto de atención clínica».[2]

Hay diversas teorías sobre el origen de la timidez.

Para el terapeuta e investigador Philip Zimbardo, es un estado de incomodidad causado por la expectativa de posibles consecuencias negativas de las relaciones con otros. Zimbardo distingue un "tímido público" y un "tímido privado", y afirma que el "tímido público" se adapta a la vida social y participa de ella aunque la sufre, mientras que el "tímido privado" tiene grandes dificultades para interactuar. Uno logra adaptarse y controlar el malestar, mientras que el otro no. [cita requerida] [3]

La tendencia suele ser que el tímido sobrevalore y tema el resultado de la opinión que otros tengan sobre él o sus acciones, lo que detona un círculo vicioso de ansiedad e inhibición que tienden a crecer si no se resuelve la causa de la reacción o si no marca una distancia prudencial con el estímulo o agente.

Para Renny Yagosesky, escritor y orientador conductual, la timidez puede entenderse como una condición innata predisponente a la introversión social, o como una respuesta psicofísica aprendida, de intensidades variables, asociada con la expectativa de evaluación social negativa. Se manifiesta con cambios cognitivos, afectivos y conductuales, y que tiene como características asociadas, ansiedad, incomodidad vincular, estrés, inhibición expresiva, y tendencia a contactos interpersonales erráticos. Cuando es intensa o muy frecuente, suele estar acompañada de alteraciones psicosomáticas. [cita requerida]

Daniel Goleman, en su libro Inteligencia emocional, se refiere a la timidez como producto posible de una disposición neuronal innata muy particular en los lóbulos prefrontales, que generarían una especie de sensibilidad alterada en un porcentaje de 15% de los sujetos con esta configuración. Afirma, sin embargo, que la mayoría de los aspectos asociados con la timidez son adquiridos socialmente. [cita requerida]

Una visión neurológica afirma que la timidez puede surgir y sostenerse por la modificación cerebral que causa la repetición de un comportamiento. Esto indicaría que pensamientos, emociones y hábitos reconfiguran áreas de nuestro cerebro y condicionan ya neurológicamente nuestras conductas futuras. Una de las formas más comunes de timidez es la que aparece frente a grupos, y que es mejor conocida como "miedo escénico". [cita requerida]

Se puede recurrir a tratamiento cuando la timidez se experimenta de forma frecuente y promueve una alteración de la normalidad del funcionamiento del sujeto y le impide mantener relaciones sociales abiertamente, mostrar todo su potencial, tomar decisiones, decir lo que piensa y otras acciones en un entorno donde estén involucradas muchas personas.[4]

El tratamiento puede ser diverso, y va desde el entrenamiento de autoayuda con autoobservación y fijación gradual de nuevas conductas hasta la medicación reductora de la actividad ansiogénica del sistema simpático. [cita requerida]

Es de suma importancia no confundir la timidez con trastornos más serios como los trastornos del espectro autista, aunque tengan características muy similares.

La Terapia cognitivo-conductual ha probado ser efectiva, pues combina la modificación de creencias o cogniciones, y la modificación dirigida a ciertas conductas. Técnicas derivadas de la Terapia Cognitiva de Beck, la Terapia Racional Emotivo-conductual de Ellis, y la Terapia de Aceptación y Compromiso, utilizan métodos entre los que destacan: [cita requerida]

La programación neurolingüística por su parte, propugna un cambio en el lenguaje, evitando generalizaciones, omisiones y distorsiones. Trabaja con el modelaje de estados de éxito y excelencia, lo cual significa encontrar en la memoria del sujeto tímido, momentos en los que utilizó recursos de expresión adecuados, y generalizarlos a otras situaciones. También se sirve la PNL de la reconstrucción de la historia personal, el reencuadre, el anclaje y la modificación de submodalidades en la mente del sujeto, no sin antes considerar si su sistema de representación es preferentemente visual, auditivo o kinestésico. [cita requerida]

Algo similar hacen los terapeutas de la terapia breve, quienes buscan los momentos de excepción en que la persona tuvo éxito, detectan las pautas que funcionaron y acrecientan dichos momentos hasta hacerlos dominantes en la vida normal del sujeto.[cita requerida]

El entrenamiento en asertividad y habilidades sociales es muy útil, especialmente cuando el consultante tiene total convicción en que desea superar las tendencias pasivas e inhibidas de la timidez y adentrarse en nuevos estilos más productivos, aunque para ello deba pasar por retos difíciles durante un tiempo. En especial cuando ya pasó mucho tiempo. [cita requerida]

Tradicionalmente, la timidez, no ha sido objeto de grandes estudios sistemáticos ni ha merecido atención especial dentro de la psicología clínica. Podemos alegar diversos motivos. El principal, sin duda, es que el niño tímido suele ser una persona tranquila, callada, temerosa, que evita las interacciones sociales y que pese a que puede llamar la atención de sus padres, maestros y educadores, no suele identificarse como una persona que cause problemas y por tanto tampoco susceptible de necesitar ayuda profesional.

Suele suceder en muchos casos que estos niños pueden estar recibiendo un estilo de crianza autoritario y sumamente estricto y quizá en ello radique la causa de su timidez.



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