Conquista musulmana de Hispania
Táriq, Táreq, Táric o Ṭāriq ibn Ziyād al-Layti (en árabe, طارق بن زياد, Tarik en la transcripción tradicional española) (muerto en 722) fue un general, perteneciente a los bereberes, que dirigió la conquista musulmana de la península ibérica (Hispania visigoda), según la historiografía tradicionalmente admitida, basada en crónicas árabes de los siglos X y XI. El nombre "Gibraltar" es el derivado en español del nombre en árabe Jabal Tāriq o Jab al-Tarik (جبل طارق), que significa "montaña de Táriq", nombrada así tras su desembarco en este lugar.
Fue el subalterno de Musa ibn Nusair, que le nombró gobernador de Tánger. El conde visigodo de Septa (Ceuta), el godo Olbán o Julián que gobernaba sobre los bereberes, vasallos de los visigodos pero sometidos a los árabes, hizo de intermediario para conseguir la colaboración de Musa ibn Nusair a favor de un bando en las luchas civiles entre los dos partidos que se disputaban la corona visigoda.
En el 710, se produce la elección de Rodrigo/Roderico, por una parte de la nobleza visigoda como rey, Agila II hijo de Vitiza después de ser nombrado por su padre y anterior monarca, ejerce como tal dividiéndose el territorio.
Ese mismo año, Táriq hizo una expedición de tanteo con unos cuatrocientos musulmanes a las costas andaluzas sin problemas. Parece ser que Musa pidió la opinión de Al-Walid, quien le ordenó que no cruzara el estrecho.
En el 711 Al-Walid ordenó a Táriq que partiera hacia Hispania. El 27 de abril de 711 las fuerzas de Táriq desembarcaron en la Bahía de Gibraltar, tras lo que ordenó, según cuenta la leyenda, quemar todas las naves y realizó una proclama a la tropa.
Gibraltar, una de las dos míticas columnas de Hércules, fue renombrada como derivación del árabe Ẏabal Tāriq (جبل طارق), o «montaña de Táriq», en recuerdo del general Táriq ibn Ziyad, quien dirigió el desembarco en este lugar de las fuerzas del Califato Omeya de Walid I en 711.
El rey godo Rodrigo partió hacia el sur. Parece ser que nobles de la Bética favorables a Agila II recibieron a Táriq y a sus soldados. Las normas de los Concilios de Toledo prohibían solicitar ayuda al extranjero para ocupar el poder. Rodrigo y Agila acordaron una tregua para combatir juntos a los recién llegados. La situación de Táriq pasó a ser comprometida. Ninguno de los dos partidos le reconocía como aliado, sino que al contrario, unían sus fuerzas dejando al bereber con el mar a la espalda y con un ejército reducido de tan solo siete mil hombres.
La base de Rodrigo estaba situada en Córdoba. El ejército de Agila se encontraba en las proximidades de Cartago Nova. Táriq envió un mensajero a Musa, quien le mandó 5000 hombres más. Entre el 19 y el 26 de julio de 711, en la laguna de la Janda tuvo lugar la batalla conocida como batalla de Guadalete.
Pero los seguidores de Agila, en un momento determinado, abandonaron la batalla y provocaron, directa o indirectamente, la derrota de Rodrigo. Murieron muchos nobles, incluso el propio Rodrigo, aunque este dato no es completamente seguro. Táriq completó esta victoria con una segunda en Écija, rematando a la nobleza goda.
Aunque antiguamente los reyes se llevaban sus tesoros a la batalla, no es probable que Rodrigo llevara el tesoro real en su séquito. No obstante, Táriq debía creer que el tesoro viajaba con ellos y que sería transportado a Toledo. El mismo mes de julio del 711, Táriq dejó a sus lugartenientes en puntos estratégicos (Málaga, Granada y Córdoba) y llegó a Toledo.
Allí se encontró con Oppas, hermano del exrey Witiza, posible señal de que Agila ya había sido proclamado en Toledo donde el clero le era favorable. Se sabe que el arzobispo Sinderedo, partidario de Rodrigo, huyó hacia Roma pero se desconoce si fue por causa de la toma de poder por parte de los viticianos o por los musulmanes.
En Toledo, Táriq encontró el tesoro real, pero resultó difícil de llevárselo, ya que las autoridades de Toledo solo estaban dispuestas a entregar una parte como pago de los servicios prestados. Según la leyenda, entre este tesoro se encontraba la "Mesa de Salomón". Táriq decidió quedarse en la capital del reino y esperar instrucciones de Musa ibn Nusair. Tenía fuerzas suficientes como para no ser atacado dentro de la ciudad y los viticianos no se atrevían a romper las relaciones, puesto que el poder de Agila no estaba suficientemente consolidado y una ciudad amurallada era difícil de tomar mediante un ataque del exterior.
El año siguiente Musa cruzó el estrecho con dieciocho mil hombres y, deshecha la resistencia en Emérita (Mérida), donde empleó un año para el sitio y la conquista, se reunió con Táriq en Toledo en el verano del 713. Durante este tiempo, Musa no se detuvo y avanzó hacia Astorga sin encontrar resistencia.
Después, Táriq debía colaborar con las expediciones que hizo Musa hacia Zaragoza, Tarragona, Pamplona y Galicia.
Numerosos elementos tribales —los masmuda, nafza, wazdadya, malzuza, zanata, miknasa, madyuna, awraba, zuwara en particular— se establecieron en la Península con Táriq o después de él atraídos por las perspectivas de enriquecimiento que abría la nueva conquista. No sabemos cómo estos bereberes de la primera inmigración, que eran elementos militares, se articularon con los cuadros del yund árabe establecido en al-Ándalus.
Táriq y Musa partieron hacia Damasco a finales del 714 para rendir cuentas al califa sobre su gestión. Llegaron poco antes de la muerte de Al-Walid y Musa fue juzgado. Parece que el propio Táriq actuó como acusación, aportando pruebas contra Musa. La muerte de Al-Walid detuvo el proceso, concluido por su hermano, el nuevo califa Suleimán.
Ignacio Olagüe Videla, en una paradigmática obra La Revolución islámica en Occidente (1974), escrita desde una óptica nacionalista y dedicada a minimizar o negar la impronta árabe en la cultura peninsular, sostiene que Taric (apellido acabado en -ic como los germánicos Euric, Alaric, Gesaleic, Eutaric o Atalaric y que significaría «hijo de Tar») era el gobernador visigodo de la provincia de la Tingitana y que había sido nombrado como tal por Witiza. De haber acudido a la Península, lo habría hecho en defensa del bando de los hijos de Witiza contra Rodrigo. La obra de Olagüe ha sido calificada de "historia ficción" y rechazada en círculos académicos. Pero el nombre existe en otros países musulmanes sin influencia germánica. Para el historiador Eduardo Manzano Moreno:
Para Joaquín Vallvé es una figura epónima, cuyo nombre significa simplemente jefe.
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