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Terapia gestáltica



La terapia Gestalt (también, psicoterapia Gestalt y psicoterapia gestáltica) es una psicoterapia que tiene como objetivo sobreponerse a ciertos síntomas, permitir llegar a ser más completo y creativamente vivo y liberar de los bloqueos y asuntos inconclusos que disminuyen la satisfacción óptima, la autorrealización y el crecimiento.[cita requerida]

También, puede definirse como una forma existencial/experimental que enfatiza la responsabilidad personal y se enfoca en la experiencia del individuo en el momento presente, la relación entre el terapista y el paciente y el ambiente y contexto social de la vida de la persona y los ajustes que hace la gente como resultado de la situación general que le rodea.[cita requerida]

Se le considera parte de la psicología humanista (o Tercera Fuerza) dentro de la psicología de la posmodernidad, la cual se caracteriza por no estar enfocada exclusivamente a tratar al enfermo y a sus psicopatologías, sino también para desarrollar el potencial humano, desde un ejercicio de la psicología positiva. Sin embargo, otros autores prefieren referirse a ella como una psicología existencial, más que como una psicología humanista, pues el concepto de autorrealización de la psicoterapia gestáltica implica la necesidad de una interacción entre el organismo y el campo, en el establecimiento de una relación con otros o con el mundo.[cita requerida]

La Asociación Psicológica Estadounidense (APA) se refiere a la terapia Gestalt como uno de los tres tipos de terapia humanista especialmente relevantes, y señala que se basa en el «holismo organísmico», la importancia de ser consciente del aquí y ahora y que cada uno acepte la responsabilidad de sus propios actos.[1]

Asimismo, en la actualidad, ha sido catalogada como pseudociencia debido a no existir suficientes estudios con trabajos clínicos aleatorios que garanticen una validez interna de sus intervenciones.[2]​ Por dicho motivo, el Ministerio de Sanidad de España la incorporó a un listado en el que se alertaba de la ausencia de soporte en el conocimiento científico con metodología suficientemente sólida para acreditar su eficacia y seguridad de sus intervenciones.[3]

Entre sus inspiraciones teóricas y filosóficas se encuentran los trabajos de Freud, Wilhelm Reich,[4]Otto Rank (el «aquí-y-ahora»)[4]​ y Husserl,[4]​ el fundador de la fenomenología,[5]​ el existencialismo y el pragmatismo, sobre todo influido por William James y John Dewey.[6]

Los trabajos de Martin Buber sobre el Ich und Du (Yo y Tú)[7]​ y Jan Smuts, en su libro Holism and Evolution (1926),[8]​ además de acuñar el propio término «holismo», aportaron las bases sobre las cuales se construyó la Terapia Gestalt,[7]​ junto con las teorías de Kurt Lewin (la teoría del campo) y de su ayudante, Bluma Zeigarnik (por sus trabajos sobre los «asuntos inconclusos»).[7]

Asimismo, el matrimonio Perls se conoció mientras ambos trabajaban para Kurt Goldstein en el departamento de neurobiología del hospital para los veteranos de la guerra de Berlín.[9]

Nació en la década de 1942, con la publicación del libro Ego, Hunger and Aggression: A Revision of Freud's Theory and Method (Durban, 1942), escrito por el matrimonio compuesto por Fritz Perls, psiquiatra y psicoanalista, y Laura Perls, psicóloga, que se había formado en la psicología de la Gestalt. Aunque más conocido con el subtítulo The Beginning of Gestalt Therapy, este sólo se añadió para una nueva edición, en 1966.

Sin embargo, es con la publicación, en 1951, de Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality (conocido también como PHG, por las iniciales de sus autores), escrito por Paul Goodman[10]​ y el catedrático de psicología de la Universidad de Chicago, Ralph Hefferline, a partir de un manuscrito de Fritz Perls, como se establecieron las bases fundamentales de la terapia Gestalt.

En 1952, al año de publicarse el PHG, los Perls abren el primer Instituto Gestalt en Nueva York. Entre otros colaboradores, se destacan el "teórico" Isadore From, Goodman, Elliot Shapiro, Paul Weiss y Richard Kitzler. Hacia finales de la década de 1950 y comienzos de la década de 1960, con la moda del crecimiento personal que se concentra en California, Fritz Perls se ve cada vez más atraído por el concepto de la terapia Gestalt como una forma de vida más que un modelo de terapia y comienza a dar cursos de formación en esa dirección en la Costa Oeste. Se abre así una brecha entre la terapia Gestalt de la Costa Este, representada por el New York Institute, bajo la dirección de Laura Perls (con otra corriente afín en Cleveland), y la terapia Gestalt de la Costa Oeste, liderada por Fritz Perls.

Durante los setenta y ochenta, los centros de entrenamiento en psicoterapia Gestalt se esparcieron globalmente, aunque en su mayoría no estaban alineados con centros académicos formales. Mientras la revolución cognitiva eclipsó la terapia Gestalt en la psicología, muchos pensaron que ella era anacrónica. En manos de sus practicantes, esta terapia se convirtió en una disciplina aplicada en los campos de la psicoterapia, desarrollo organizacional, acción social y finalmente coaching. Hasta el cambio de siglo, los terapeutas Gestalt desdeñaron el empirismo de corte positivista, subrayando lo que ellas/ellos percibieron como un asunto para la investigación más formal. Así pues, en gran medida ignoraron la necesidad de utilizar la investigación para desarrollar la terapia Gestalt más allá y darle mayor soporte a la práctica, algo que ha comenzado a cambiar.

A diferencia de otros enfoques, la terapia Gestalt se enfoca más en los procesos que en los contenidos. Pone énfasis sobre lo que está sucediendo, se está pensado y sintiendo en el momento, por encima de lo que fue, pudo haber sido, podría ser o debería estar sucediendo.

Utiliza el método del darse cuenta («awareness»[11]​) predominando el percibir, sentir y actuar. El paciente aprende a hacerse más consciente de lo que siente y hace. De este modo, va desarrollando su habilidad para aceptarse y para experimentar el «aquí y ahora» sin tanta interferencia de las respuestas fijadas del pasado. El paciente aprende a darse cuenta de lo que hace y eso desarrolla la habilidad de arriesgarse a hacer ajustes y cambios en su vida.

Al igual que las demás terapias humanistas, centradas en el cliente en lugar del terapeuta como una «autoridad», la terapia gestalt prefiere usar el término «cliente»[1]​ que «paciente», ya que un «paciente» es alguien enfermo que va a que otro le cure, mientras que «cliente» es un término más neutro, el cual sólo indica que es alguien que acude a la consulta del terapeuta. En esta terapia, el cliente es quien tiene que «autocurarse», el terapeuta sólo le acompaña y le ayuda para que lo consiga, haciendo más bien una función de facilitador y no tanto de «curador».

El enfoque gestáltico descansa sobre una serie de premisas:[12]

La terapia Gestalt tiene el objetivo de aumentar el autoapoyo, sobre la base de aumentar la conciencia del individuo en la responsabilidad que tiene en su propio bienestar. Esta actividad terapéutica se articula en torno a dos formas esenciales de trabajo:

Se basa en:

Es fundamental para la terapia el uso de la primera persona: el paciente necesita tomar conciencia de sí, sin ocultarse usando la segunda persona (el it, en el lenguaje de Perls), o incluso un sujeto colectivo. Por ejemplo, es habitual que las personas digan "cuando tienes un jefe maltratador, te dan ganas de dejar el trabajo", en lugar de decir "tengo un jefe maltratador y me dan ganas de dejar el trabajo". También al decir «los jóvenes bebemos mucho» en vez de «yo bebo mucho» se hace uso del plural, y por lo tanto se evita tomar conciencia de la responsabilidad personal (confluencia), confundiendo a la persona en medio del grupo.

El trabajo en terapia Gestalt está fundamentado en el lenguaje no verbal, es decir, el lenguaje corporal y el tono de voz. Frecuentemente, el lenguaje verbal da una información que contradice su expresión corporal. En ocasiones, el paciente trata de justificarse con abundante cantidad de información que le descontacta con la realidad. Cuando hace aparición esta forma inconsciente de controlar la terapia, el terapeuta Gestalt vuelve a conectar al paciente con su cuerpo.

La técnica de la «silla vacía» (empty chair en inglés[14]​) ha sido comúnmente asociado con la práctica de la terapia Gestalt, y consiste básicamente en crear mentalmente un personaje con el cual se quiere confrontar algún problema, entonces asumir su rol en su lugar y después contestar en el lugar del cliente con el rol que le pertenece a él mismo. Es el elemento básico para el trabajo terapéutico en este enfoque. Consiste básicamente en poner en evidencia el diálogo interno de la persona. En dicho diálogo se enfrentan, en términos de Perls, el «perro de arriba» y el «perro de abajo»; es decir, todo aquello por lo que nos sentimos oprimidos (a raíz de los introyectos) y el rol con el que nos hemos identificado como víctimas («perro de abajo»). En la práctica dicho perro de arriba puede estar representado por el padre, la madre, el jefe, los amigos, la pareja, etc.

Durante la terapia con la silla caliente el paciente va pasando de una silla a otra, representando cada uno de los roles y expresando sus emociones, de tal suerte que, esté donde esté, todas las ideas y sentimientos son del propio paciente. De esa forma se logra el principal objetivo de la silla, que es la recogida de la proyección y el cierre de la situación.

El tratamiento de la vergüenza y la arrogancia desde el enfoque de la Gestalt, ha sido descrito por Richard G. Erskine creador de la Piscoterapia Integrativa (basada en el desarrollo evolutivo y enfocada en la relación) en el capítulo "Un enfoque gestáltico de la vergüenza y la arrogancia: teoría y métodos" del libro Presencia Terapéutica y Patrones Relacionales: Concepto y Práctica de la Psicoterapia Integrativa (2016).

En España, la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) exige tres años de formación, 80 horas de terapia individual y 10 horas de supervisión de casos, antes de otorgar el título de psicoterapeuta gestáltico.[cita requerida]

Asimismo existen otras escuelas que forman terapeutas gestálticos siguiendo el enfoque ateórico de Fritz Perls, en las cuales no es necesario disponer previamente del título de Psicología.



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