La tercera guerra macedónica (171 a. C.-168 a. C.) fue una contienda entre Roma y el rey Perseo de Macedonia.
Tras la muerte del rey Filipo V de Macedonia en 179 a. C., su talentoso y ambicioso hijo, Perseo, tomó el trono. Perseo se casó con Laódice, hija del rey Seleuco IV Filopátor del Imperio seléucida, e incrementó el tamaño de su ejército. Forjó alianzas con Epiro y varias tribus de Iliria y Tracia, y con los enemigos de las tribus tracias aliadas a Roma (como los sapeos, gobernados por Abrúpolis). Además, renovó sus antiguos contactos con algunas ciudades estado griegas (polis). El rey anunció que llevaría a cabo reformas en Grecia y restauraría su poderío y prosperidad.
Los romanos empezaron a preocuparse porque Perseo pudiese destruir su dominio político en Grecia y restaurar la antigua soberanía macedonia sobre los estados griegos.
El rey Eumenes II de Pérgamo, que odiaba a Macedonia, acusó a Perseo de tratar de violar las leyes de los demás estados y las condiciones de paz entre Macedonia y Roma. Los romanos, temerosos de un cambio en la balanza de poder en Grecia, declararon una nueva guerra contra Macedonia. Perseo obtuvo la victoria en el primer combate, la batalla de Calicino, donde se enfrentó al ejército de Publio Licinio Craso. El rey ofreció a los romanos un tratado de paz que fue rechazado. Los romanos tuvieron mucho tiempo problemas de disciplina dentro de su ejército, y los comandantes no podían hallar ninguna manera de invadir con éxito el territorio de Macedonia.
En 170 a. C. Perseo derrotó a otro ejército romano en Iliria. En ese año los romanos enviaron una embajada encabezada por Marco Caninio Rébilo y Marco Fulvio Flaco para investigar las razones de la falta de éxito en la guerra mientras el rey macedonio trataba de convencer a Eumenes de Pérgamo y al rey Antíoco IV Epífanes de los seléucidas de pasarse a su bando. Sin embargo, fracasó en las negociaciones.
En 169 a. C., el cónsul Quinto Marcio Filipo atravesó el Olimpo y entró en Macedonia. Sin embargo, al principio su ejército estaba demasiado cansado para luchar, luego de la travesía. Finalmente, Perseo fue derrotado por las legiones del cónsul romano Lucio Emilio Paulo en la batalla de Pidna en 168 a. C. Persieo fue depuesto y llevado a Roma junto con sus dignatarios.
Macedonia fue dividida en cuatro repúblicas clientelistas de Roma; estas repúblicas debían pagar tributo a los romanos, aunque una cantidad menor que el tributo anterior, gracias a Perseo. Las relaciones políticas y económicas entren los estados griegos y macedonios se redujeron. Además, los romanos capturaron a cientos de prisioneros entre las principales familias macedonias.
Esta guerra significó el fin de la Macedonia helenística y de la monarquía antigónida, pese a que Roma regresó luego para la destrucción simbólica de Corinto en 146 a. C. (véase la cuarta guerra macedónica), similar a la destrucción de la inocua Cartago durante la tercera guerra púnica.
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