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Tercio General Sanjurjo



La Bandera General Sanjurjo, Tercio General Sanjurjo o Legión Sanjurjo fue una unidad militar republicana obligada a luchar por el bando franquista creada en Zaragoza en 1936 por el coronel Pedro Peñaredonda.[1]​ Tuvo un intento de deserción masiva o una sublevación de la tropa por el que gran parte de sus miembros fueron fusilados. Se cree que fueron ejecutados más de la mitad de la unidad, pero sigue sin saberse a ciencia cierta cuantos, ya que el ejército lo mantuvo en secreto y al día de hoy no se han abierto los archivos de forma pública. En verano de 1937 se transforma en la XV Bandera de la Legión española.[2]

Al final del mes de agosto la situación de Zaragoza era angustiosa pues las columnas de anarquistas desde Cataluña la acosaban. De ahí la necesidad de reclutar nuevos soldados. Para ello se adoptaron varias mediadas: Entre ellas, el reclutamiento de nuevos voluntarios para la II Bandera del Tercio de Extranjeros, que había sufrido muchas bajas en la conquista de Guipúzcoa, y la creación de nuevas unidades.

El 30 de agosto de 1936 las emisoras de Zaragoza realizaban el siguiente llamamiento para el alistamiento:

Muchos republicanos navarros y aragoneses, que veían así una oportunidad de escapar de las purgas y pasarse a las filas republicanas se alistaron en la misma.[4]

Al parecer el Tercio (Regimiento) se formó con dos Banderas (Batallón) y se instaló en las explanadas de la Academia General Militar de Zaragoza en San Gregorio, próximo a la ciudad, donde se entrenaron. Las Banderas estaban formadas por tres compañías de fusiles, una de ametralladoras y sus servicios auxiliares. Un total de 700 hombres. Al mando estaba el comandante Amado Lóriga que en la jura de bandera que se realizó el 27 de septiembre les dijo, citando el himno de la legión:

A la misma se alistaron inicialmente varios extranjeros, entre ellos los primeros irlandeses llegados a España en apoyo a Franco.

La voluntariedad de muchos alistados no era tal: en Navarra, en los ayuntamientos, en las Juntas de Guerra y en los puestos de la Guardia Civil se recibió la consigna de enviar obligatoriamente al banderín de enganche a todos los simpatizantes de izquierdas que se negaban o eran remisos a salir a los frentes de batalla. Inicialmente, a principios de agosto enviaron de forma forzosa a Zaragoza a vecinos de Pradejón, Falces, Mendavia, Peralta y Lodosa entre otros, para integrarse en la primera Bandera del Tercio Sanjurjo.

En los primeros días de septiembre parten desde varios pueblos de Navarra de forma obligada gran cantidad de personas. Eran despedidos en las estaciones con gritos amenazantes de los de derechas. Los 24 de Aibar tuvieron que ser escoltados por la Guardia Civil ante el riesgo que corrían sus vidas. Al llegar se les sometió a revisión médica por lo que muchos fueron no aptos por su edad o condiciones físicas. Los rechazados al regresar a los pueblos fueron recibidos con amenazas y agresiones físicas. Algunos fueron fusilados posteriormente, otros huyeron de su pueblo y otros muchos fueron obligados a pedir un nuevo ingreso en las milicias para ir al frente.

La Bandera Sanjurjo, tuvo una vida corta y desafortunada.

Se integró en lo que fue el núcleo de la Brigada móvil, formado inicialmente por los Guardias de Asalto de Zaragoza y la bandera "Sanjurjo", siendo reforzados por unidades del Ejército de África cuando las tropas de Franco enlazaron con las de Mola.[1]​ La composición de la Brigada móvil, en junio de 1937 era de unos 7900 hombres:

Una versión dice que fue disuelta tras un intento de rebelión, con posterioridad al 12 de octubre de 1936, y que la mitad de sus miembros fueron fusilados en Torrero.

Otra versión dice que el día 1 de octubre de 1936 la Bandera fue enviada a Almudévar y antes de entrar en combate fueron regresados en camiones a Zaragoza, donde se les desarmó. El Estado Mayor de Zaragoza tenía la confidencia de que la Bandera en pleno, o parte de ella, se iba a pasar a las filas republicanas.

Lo que ocurrió posteriormente podría estar detallado en los archivos del antiguo Regimiento de Infantería Valladolid, hoy Brigada de Cazadores de Montaña Aragón I[7]​acuartelado en Jaca. De momento sólo se puede inferir por los testimonios y documentación de los pueblos afectados. Las autoridades militares negaron la existencia de esta Bandera, cuando los familiares reclamaron los restos mortales. No hay datos de la matanza ni en el registro del cementerio de Torrero ni en el juzgado de Zaragoza.

El día 2 de octubre tras ser desarmados fueron encerrados en sus barracones. Fueron sacados en pequeños grupos a la parte posterior de la Academia donde eran ametrallados. Felipe Marín, de Marcilla fue sacado en el tercer grupo y logró huir. Fue detenido al día siguiente y encerrado separado de sus compañeros. Escuchó los gritos y las descargas hasta el día 10. Varios oficiales y suboficiales se responsabilizaron de un pequeño grupo de hombres evitando su fusilamiento. Los muertos fueron llevados al cementerio de Torrero y enterrados en una fosa común.

Algunas fuentes, como José Borras llega a hablar de 604 muertos, pero es cuestionada. La cifra en todo caso, es superior a 300, y buena parte de ellos eran navarros. José María Jimeno Jurío consideró que éstos, los navarros, fueron 203, mientras que el general Ramón Salas Larrazábal lo reduce a menos de 30. En estos momentos hay constancia de 218 navarros de 22 pueblos (2 de Ablitas, 16 de Andosilla, 1 de Arróniz, 6 de Cadreita, 19 de Cárcar, 7 de Carcastillo, 1 de Estella, 5 de Funes, 1 de Lerín, 21 de Lodosa, 13 de Marcilla, 16 de Mélida, 1 de Mendavia, 3 de Monteagudo, 12 de Murillo el Fruto, 13 de Olite, 1 de Peralta, 13 de Pitillas, 14 de Sangüesa, 4 de Santacara, 44 de Sartaguda y 5 de Ujué). De los cuales sólo el 43% (94) están inscritos en 14 juzgados navarros con el lugar y la fecha de su muerte, con la excepción de seis de Mélida que constan como muertos en la Bandera en Ayerbe, el 24 de septiembre de 1936.

En la relación de Caídos por Dios y por España sólo constan 26 de los navarros de Ablitas, Andosilla, Arróniz y Carcastillo sin fecha de defunción. En esta relación si constan los sobrevivientes de la masacre fallecidos posteriormente en los frentes.

En febrero de 1979 se extrajeron de las fosas comunes del cementerio de Torrero los cuerpos de 16 riojanos y 163 navarros que pertenecían a los 13 pueblos que lo solicitaron. Los servicios municipales informaban:

Existen testimonios tales como el del obispo de Teruel, Anselmo Polanco, quien había presenciado «impasible», relata Pepe Melero, «desde el balcón del Palacio Episcopal, el desfile del Tercio Sanjurjo por la ciudad en los primeros días de la Guerra Civil, con los soldados llevando en la punta de las bayonetas orejas, narices y otros miembros de prisioneros republicanos, calificando el hecho simplemente como naturales excesos de toda guerra».[8]



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