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Teruel (provincia)



Teruel es una provincia española de la comunidad autónoma de Aragón, con capital en la ciudad homónima de Teruel. Se encuentra mayoritariamente en el área meridional del sistema Ibérico, aunque una parte del noreste provincial, en el llamado Bajo Aragón, pertenece ya a la depresión del Ebro. Su superficie es de 14 809 km² y su población asciende a 134 176 habitantes (INE, 2020), de los cuales una cuarta parte viven en la capital. Ello supone una densidad de población de 9,01 hab./km², una de las más bajas del país. Comprende actualmente 236 municipios, la mayoría de ellos de escasa población. Los municipios más importantes, además de la capital, son Alcañiz, Andorra, Calamocha, Calanda y Utrillas.

En la provincia, caracterizada por su relieve y paisaje pintoresco de montaña mediterránea, además de la agricultura y la minería, de especial importancia en el pasado, el turismo, la producción de energía y una incipiente industria son los puntales económicos. Entre los productos típicos de la zona se encuentran el jamón de Teruel, el ternasco de Aragón, el aceite del Bajo Aragón, el melocotón de Calanda y la trufa negra de Sarrión.

La provincia de Teruel se localiza en la parte oriental de la península ibérica, en la comunidad autónoma de Aragón. Limita por el norte con la provincia de Zaragoza, unida a esta por el sistema Ibérico y la depresión del Ebro. Por el oeste, son los Montes Universales y la sierra Menera (sistema Ibérico), quienes ejercen de frontera con Castilla-La Mancha (provincias de Cuenca y Guadalajara). Al sur y este limita con la Comunidad Valenciana (provincias de Valencia y Castellón respectivamente), por donde se prolonga el sistema Ibérico hasta el mar Mediterráneo. Al noreste, limita con Cataluña y la provincia de Tarragona, donde los Puertos de Beceite sirven de nexo de unión entre el sistema Ibérico y la Cordillera Costero-Catalana.

El relieve turolense está, en gran parte, determinado por el sistema Ibérico. El principal eje vertebrador de la provincia es la depresión interibérica, que enlaza topográficamente los valles del Jiloca con los del Guadalaviar, espacio en el que está ubicada la capital provincial. Fuera de este eje y de los valles del río Guadalope y Martín, el territorio es muy montañoso. En el extremo suroeste se eleva el macizo de Albarracín, que alcanza su mayor altura en el pico Caimodorro con 1921 m de altura. En el sureste se encuentra la sierra de Gúdar, cuya mayor altitud está representada por el pico de Peñarroya (2024 m). En el extremo sur de la provincia, la sierra de Javalambre alcanza los 2020 m de altura.[2]

El territorio de la provincia se extiende, por su límite noreste, desde la Meseta hasta la depresión del Ebro, incluyendo una pequeña franja de colinas o Tierra Baja y una serie de ásperas sierras (Cucalón, San Just, Palomera, Peñarroya y Mosqueruela) que aíslan de los altos valles del río Turia, Alfambra y Mijares. La prolongación de la fosa Calatayud-Daroca hasta Teruel escinde en dos sectores las serranías centrales pertenecientes al sistema Ibérico: al suroeste el macizo de Albarracín y al este la compleja sierra de San Just. A partir de la ciudad de Teruel, la fosa se bifurca en dos ramales: uno en dirección sur, recorrido por el río Turia, y otro en dirección sureste, que sigue el curso del alto Mijares. Al norte de este último se sitúan las serranías de Gúdar, las cuales se prolongan hacia la provincia de Castellón por el macizo del Maestrazgo. Envuelto por ambos ramales y en el límite con la provincia de Valencia, surge el macizo de Javalambre.

Las unidades de relieve fundamentales en el territorio de la provincia de Teruel son el macizo de Albarracín, las sierras de Gúdar y Javalambre, la depresión del alto Jiloca, la depresión de Teruel y el somontano del Bajo Aragón.

Situado en el ángulo sudoccidental de la provincia, tiene una clara identidad geológica con la rama meseteña de la Ibérica, enlazando, imperceptiblemente, con las sierras de Guadalajara. Está conformado por varias sierras separadas entre sí, en las que dominan los materiales paleozoicos que fueron fracturados por el plegamiento alpino y erosionados diferencialmente, apareciendo unas crestas cuarcíticas, junto a valles erosivos excavados sobre las pizarras menos resistentes.

Las sierras más destacadas son las de Carbonera, Collado de la Plata y la de Tremedal. La altura máxima es el Caimodorro, con 1921 m. Al noreste de ellas se encuentra la sierra de Almohaja y la sierra Menera, con características similares, si bien no forman parte de la misma unidad.

Allí donde los materiales paleozoicos quedaron recubiertos por materiales sedimentarios, han hecho su aparición superficies de erosión a base de pliegues rectos de amplias charnelas y escaso buzamiento como por ejemplo la Muela de San Juan. En la zona de Pozondón, Peracense, Almohaja, etc aparece una superficie de erosión que ha nivelado en un mismo plano anticlinales, sinclinales, y fracturas, dando como resultado extensas llanuras.

Ubicado en el ángulo suroriental de la provincia, está constituido por la sierra del mismo nombre y la de Camarena. Toda la sierra de Javalambre es un dominio total de sedimentaciones mesoterciarias. Los páramos situados a 1200-1300 metros han rejuvenecido como consecuencia de la acción erosiva fluvial. Su altura más destacada es el pico de Javalambre con 2020 metros.

Situado en el extremo sureste de la provincia, queda separado del de Javalambre por la depresión del Mijares. Presenta una litología y morfología similares a las de Javalambre. La superficie de erosión general se sitúa por encima de los 1200 m, habiéndose encajado en ella la red fluvial, que ha conseguido rejuvenecer el relieve. Buen exponente de ello lo tenemos en la muela de Monchen al noreste de Gúdar.

Como estribaciones del macizo, participando parcialmente, de las características anteriores, encontramos la sierra del Pobo, la sierra de San Just y Ejulve, la sierra de Montalbán y otras de menor entidad. En este macizo se halla Valdelinares, municipio español cuyo núcleo de población está situado a mayor altitud sobre el nivel del mar.[3]

Son un conjunto de pequeñas alineaciones montañosas, entre las que destacan las de La Mata de los Olmos-Gargallo-Molinos-Castellote, Arcos,etc. Entre ellas quedan ubicadas pequeñas depresiones como las de Muniesa, Andorra y Mas de las Matas. La evolución morfológica del área ha venido determinada por la hidrografía de los ríos Martín y Guadalope.

Tiene una longitud aproximada de 60 km y 14 km de anchura máxima, teniendo su origen en una fosa tectónica fallada, paulatinamente colmada por materiales de alto interés agrícola.

Se ubica sobre los valles fluviales del Alfambra, Guadalaviar y Turia, alcanzando una longitud de 70 km entre Perales del Alfambra y Ademuz. En el seno de la depresión surgen pequeñas plataformas estructurales de talud arcilloso o margoso muy abarrancado, cubierto por una cornisa calcárea, de aspecto parecido a las muelas del centro de la depresión del Ebro.

Es una especie de continuidad del espacio propio de la depresión del Ebro. Litológicamente presenta yesos al norte de la sierra de Arcos y conglomerados al norte de las sierras de Andorra y Calanda. En el extremo oriental provincial aparecen estructuras tabulares en las series de conglomerados y areniscas del borde de cuenca.[4]

Desde el punto de vista tectónico y litológico, se distingue un zócalo paleozoico, constituido por una amplia gama de materiales entre los que predominan las pizarras y las cuarcitas, especialmente visible en las sierras de Albarracín, y una cobertura sedimentaria de materiales mesozoicos y terciarios entre los que abundan las calizas y dolomias, visibles en toda la provincia, pero sobre todo, en la sierra de Gúdar y Javalambre. En las depresiones formadas tras la orogenia alpina se han ido acumulando, a lo largo de los últimos coletazos terciarios y toda la era cuaternaria, arcillas, margas rojizas, yesos y calizas.

En general, se trata de relieves de formas pesadas, labrados en materiales calcáreos mesozoicos, ligeramente plegados pero intensamente fracturados y, sobre todo profundamente hendidos por cañones abiertos por la erosión fluvial. En el sector occidental asoman con frecuencia materiales paleozoicos, ricos en minerales, como por ejemplo el mineral de hierro en sierra Menera.[4]

La red hidrográfica de la provincia de Teruel se organiza en torno a dos vertientes: la del Ebro y la levantino-mediterránea.

Los ríos que desembocan en el Ebro son de menor caudal que los que lo hacen en el mismo río desde la zona pirenaica. La causa es la diferente pluviometría de cada una de las cabeceras y la menor cuenca de los propios ríos. Los ríos que vierten sus aguas al Ebro son el Jiloca, que lo hace indirectamente a través del Jalón, el Huerva, el Aguas Vivas, el Martín, el Guadalope, el Matarraña y el Algars. Sus caudales medios absolutos oscilan entre los 7,16 m³/s del Guadalope y los 0,3 del Matarraña, pasando por los 4,76 del Jiloca, los 1,49 del Martín, y los 0,50 del Aguas Vivas. El régimen anual de estos ríos es bastante irregular, dado el pequeño caudal habitual. Es perceptible en ellos la incidencia de las lluvias de carácter mediterráneo y prácticamente inapreciable la incidencia del fenómeno nival. En este sentido son ríos sensibles a los fenómenos tormentosos primaverales y veraniegos y a las lluvias torrenciales otoñales. La irregularidad interanual es acusada.

A la vertiente levantino-mediterránea se dirigen los ríos Mijares, Guadalaviar, Alfambra, Turia y Ebrón. Su caudal medio absoluto oscila entre los 1,44 m³/s del Alfambra, los 4,72 del Turia y los 2,86 del Mijares a su salida de la provincia, camino de la de Castellón. Son especialmente notables en estos ríos las súbitas crecidas otoñales producidas como consecuencia de fuertes trombas de agua caídas en corto espacio de tiempo.

Junto a los ríos también destacan en la provincia sus lagunas, como la laguna de Gallocanta, junto a las localidades de Bello y Tornos, en el límite con la provincia de Zaragoza; la recién recuperada laguna del Cañizar de Villarquemado, en el Alto Jiloca, y las de La Estanca de Alcañiz y la Salada Grande, próximas a la ciudad de Alcañiz.

El aprovechamiento de los ríos es limitado, dado su pequeño caudal. El aprovechamiento hidroeléctrico es testimonial, debido al escaso caudal y la irregularidad interanual. El agrícola, sin embargo, es intenso, aunque solo se produce en las vegas de los propios ríos, debido a la escasez de obras hidráulicas adecuadas.[4]

El relieve turolense, añadido a la altitud y situación de la provincia con respecto a la propia disposición de las cadenas montañosas peninsulares, que la protegen de las influencias marinas, dan lugar a unas peculiares condiciones climáticas. La estrecha dependencia entre el clima y la orografía determina la existencia de climas mediterráneos, de montaña media y de fuerte matiz continental.

Las regiones más elevadas se singularizan por registrar precipitaciones de 500-600 mm, que en las áreas mejor orientadas superan los 1000 mm (Gúdar y Albarracín), y temperaturas medias por debajo de los 10º, con abundantes nevadas y periodos con posibilidad de helada de hasta ocho meses, situándose las mínimas por debajo de los 15º bajo cero y las mínimas absolutas llegando incluso a 30° bajo cero (Calamocha en diciembre de 1963 registró -30°). Los veranos son suaves, con valores medios mensuales entre 17º y 20º.

Desde el punto de vista agroclimático, reviste especial importancia la fecha de primavera y última helada, que en este sector se localizan muy próximas, reduciéndose de esta manera el periodo vegetativo a los meses que van de junio a septiembre.

En las depresiones internas y en las altiplanicies centrales el registro pluviométrico oscila en torno a los 500-600 mm, con máximos de precipitación en primavera y otoño y un verano no excesivamente seco a causa de las tormentas típicas de esta época. No obstante, existe un déficit hídrico continuo desde mayo hasta octubre. El mínimo suele darse en invierno como consecuencia del anticiclón térmico, que genera un tipo de tiempo seco y soleado con temperaturas nocturnas bajas, por irradiación e inversión térmica: rocío, escarcha y niebla son meteoros característicos del tiempo invernal de las depresiones turolenses. La temperatura media anual oscila entre 10 y 13º, con valores de 20-25º para el mes más cálido y de 0-5º para el mes más frío. En algunas épocas del año, la combinación de altura y relativa sequedad puede producir diferencias térmicas de hasta 20 grados en pocas horas.

Hacia el Bajo Aragón las temperaturas se suavizan como consecuencia de la menor altitud, las precipitaciones son inferiores –poco más de 300 mm– y la acción del viento es muy manifiesta.[4]

El 26 % de la provincia corresponde a superficie arbolada con especies forestales, entre las que predominan las coníferas, en importante proporción de repoblación. Se localizan sobre suelos profundos y poco lixiviados, constituyendo una importante riqueza potencial para los municipios de las altas sierras. Antiguamente, la superficie arbolada de la provincia era mucho mayor, pero la explotación humana del medio a lo largo de la historia ha provocado su reducción. Por ello, el 60 % de la superficie provincial está actualmente cubierto por un pastizal-matorral resultante, en buena parte, de la degradación de las formaciones boscosas originales. Por su parte, el 30 % de la superficie provincial se identifica con tierra labrada para el cultivo.

La conjunción del clima y del suelo, controlada por la constitución litológica del territorio y por la topografía, es la responsable de la vegetación natural original. La altitud impone una mayor pluviometría y condiciona los extremos térmicos limitantes para el desarrollo de determinadas especies, mientras que la exposición es la causante de los contrastes entre las solanas y umbrías y de los matices microclimáticos en la distribución de precipitaciones.

El dominio climático de Teruel, de montaña media mediterránea continentalizada, proporciona distintas formaciones vegetales que adoptan un dispositivo en pisos bioclimáticos escalonados en altura, si bien la intervención humana: roturaciones, talas para la obtención de pastos, prácticas forestales, ha introducido modificaciones que han empobrecido la vegetación primitiva hasta su casi desaparición en algunas áreas, fundamentalmente en las depresiones o que han favorecido la expansión de nuevas especies –como los pinos– más rentables económicamente, que han desarticulado las asociaciones primitivas.[4]

Existen 236 municipios en la actualidad. El que cuenta con una mayor población es la capital provincial, mientras que el segundo en importancia, Alcañiz, situado en el noreste de la provincia, sobrepasa los 16 000 habitantes. El resto de municipios no alcanzan la cifra de 10 000 ciudadanos empadronados. Es destacable un elevado número de ellos con poblaciones por debajo de los 500 habitantes. La extensión promedio del municipio en la provincia es de 62,72 km².

De acuerdo al padrón municipal del INE los veinte municipios más poblados de la provincia en 2020 fueron:

Teruel
Teruel
Alcañiz
Alcañiz
Andorra
Andorra

Calamocha
Calamocha
Calanda
Calanda
Alcorisa
Alcorisa

Con un 2,93 % de la superficie nacional, Teruel tiene una población que representa tan solo un 0,29 % de la del territorio nacional y el 10,25 % de Aragón.

La provincia de Teruel tiene un alto índice de despoblación. Teruel es la provincia menos poblada de Aragón, según el censo del 2008 del Instituto Nacional de Estadística, lo que la convierte en uno de los territorios más despoblados de España (9,09 hab./km² en 2018) junto con Soria (8,74 hab/km²). Este índice está muy alejado de los valores medios de España y de la Unión Europea (92,47 hab./km² y 117 hab./km², respectivamente también en 2018).

A esto también hay que añadir que en el último siglo la población turolense ha disminuido un 46 %. En 70 municipios, un 30 % del total provincial, más del 40 % de la población tiene 65 años o más (IAEST, 2014). Esto genera un problema de envejecimiento de la población que hace que todos estos municipios estén en una situación terminal, es decir, que podrían llegar a despoblarse inminentemente de forma natural.[6]

Además la población de la provincia de Teruel, se concentra en la capital y algunos municipios adyacentes; los municipios del noreste de la provincia, es decir, las comarcas de Bajo Aragón, Andorra-Sierra de Arcos y Bajo Martín; y en las antiguas cabeceras de comarca (Utrillas, Albarracín, Calamocha, Monreal del Campo...), que también están en una dinámica regresiva. Por el contrario, las comarcas de Jiloca, Cuencas Mineras (Teruel), Maestrazgo, Gúdar-Javalambre y Sierra de Albarracín tienen unas densidades de población muy bajas y unos niveles de despoblación bastante elevados.

La escasa población de Teruel capital (35 691 habitantes) acompaña a que ninguna localidad de la provincia supere los 50 000 habitantes, lo que produce que Teruel tampoco genere el suficiente dinamismo económico como para dinamizar la provincia. En este contexto Alcañiz (15 939 habitantes) tiene una importancia económica y demográfica tal que hace las funciones de capital en el norte de la provincia, lo que crea una especie de bicefalia.

Por contra la zona más castigada por la despoblación y más desprovista de centros económicos y demográficos potentes es el centro provincial (entre las comarcas de Jiloca y Cuencas Mineras se acumulan numerosos municipios de menos de 100 habitantes), donde en muchos kilómetros a la redonda no existen poblaciones superiores a los 1000 habitantes. En esta zona Utrillas, Calamocha y Monreal del Campo funcionan como centros económicos, pero de escaso dinamismo debido a su escasa población (ninguno supera los 5000 habitantes).[7]

Población por municipio (2018)

Densidad de población por municipio (2018)

Crecimiento de población por municipio entre 1998 y 2008.

Crecimiento de población por municipio entre 2008 y 2018.

Además de los tradicionales sectores económicos provinciales de la agricultura de cereal y la minería de carbón, actualmente la economía turolense se asienta en el turismo (rural, monumental, paleontológico, de montaña y de nieve), así como en el sector energético y el industrial, donde destaca la industria agroalimentaria.

Los principales polos industriales de la provincia se encuentran en el entorno de la ciudad de Teruel, en el área del Bajo Aragón, y en el corredor del Jiloca. Es importante el sector del jamón con denominación de origen (Jamón de Teruel). A pesar de la situación estratégica de la provincia cerca de importantes urbes españolas como Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza, la falta de infraestructuras de transporte y energéticas adecuadas ha provocado que la provincia no haya tenido un desarrollo industrial suficiente y equilibrado. Como reacción a este hecho, se creó un movimiento ciudadano llamado «Teruel Existe» que demanda, entre otras cosas, infraestructuras de comunicación adecuadas para la provincia, y culpa al Estado por la falta de inversiones. Actualmente, la situación en cuanto a infraestructuras se ha corregido bastante en la parte occidental de la provincia, con la construcción de la autovía Mudéjar (A-23) (Valencia-Teruel-Zaragoza). Sin embargo, la parte central y oriental de la provincia aún se encuentran a la espera de la construcción de ejes estructurantes como la autovía del Ebro (A-68) entre Zaragoza y Vinaroz, que se encuentra en fase de proyecto, o la conversión en vía rápida de la Carretera Nacional N-420 entre Teruel y Alcañiz, que vertebra toda la provincia, en fase de licitación.

El sector minero y eléctrico han sido muy importantes durante el siglo XX aunque actualmente se encuentra en declive. Han existido grandes explotaciones mineras de carbón que han cesado su actividad en 2018. Se mantiene cierta actividad minera en el sector de las arcillas y caolines. La central térmica de Andorra (1050 MW) tiene previsto su cierre definitivo en junio de 2020 y la central térmica de Escucha cesó su actividad en el año 2012. Continúa en funcionamiento la central termoeléctrica de gas natural de Castelnou. En 1982 la central térmica de Aliaga cesó su actividad.[8]

La provincia de Teruel dispone de un total de 68 polígonos industriales. La superficie industrial en la provincia asciende a los 15 000 000 m². En torno a 4 millones de m² se encuentran ubicados en el municipio de la ciudad de Teruel.

Entre las principales plataformas y polígonos industriales de la provincia se encontrarían la plataforma logístico-industrial de Teruel (PLATEA), la plataforma aeroportuaria de Teruel (PLATA), el polígono industrial La Paz, el vivero de empresas del CEEI Aragón y el parque tecnológico TechnoPark MotorLand (Motorland Aragón).

Entre los eventos, locales e instituciones feriales de la provincia se encuentran el Palacio de exposiciones y congresos de Teruel, FeriAlcañiz, la Institución ferial de Calamocha y la Institución ferial Cuencas Mineras, en Montalbán.[9]

En cuanto al turismo de nieve, la provincia dispone de dos estaciones de esquí pertenecientes al grupo Aramón: Javalambre y Valdelinares, ambas en las sierras de Javalambre y Gúdar al sur de la provincia. Por otra parte, son pilares fundamentales del turismo provincial, el parque temático Dinópolis, dedicado al mundo de la paleontología, y la Ciudad de Motor de Aragón, Motorland Aragón, en Alcañiz.

Las principales carreteras de la provincia de Teruel se resumen en la tabla siguiente:

Distancias a las principales ciudades:

Las líneas de ferrocarril de que actualmente dispone la provincia de Teruel son las siguientes:



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