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The Turn of the Screw



The Turn of the Screw, traducida al español como Otra vuelta de tuerca, y también como La vuelta de tuerca, Vuelta de tuerca o La vuelta del torno,[1]​ es una novela de Henry James. Se publicó en 1898.

Una joven institutriz acude al cuidado de dos niños huérfanos en una vetusta mansión victoriana; lo que en principio parece un cometido agradable derivará en una situación de pesadilla. Los niños viven impactados por un pasado inmediato en el que la anterior institutriz, la señorita Jessel, y Peter Quint, el criado y ayuda de cámara del patrón (el tío de los niños), mantenían una turbia relación. Se podría suponer que se dieron ciertos abusos. La vida junto a la anterior institutriz y su muerte posterior han dejado en ellos una huella indeleble. Al tratar de ayudarlos, la protagonista de la historia comienza a escuchar voces, canciones, y a ver la imagen de la anterior institutriz, muerta en extrañas circunstancias, y la del criado, en lo que, aparentemente, serían apariciones de fantasmas. La historia está fuertemente sexualizada por lo que serían las relaciones ilegítimas entre los criados y entre el criado y el niño. La protagonista, una mujer soltera con una educación muy represiva, queda muy impresionada y preocupada por esas supuestas historias de promiscuidad. Sin embargo, entiende la situación y decide formar parte de una legítima relación con un niño.

El aspecto que distingue a "Otra vuelta de tuerca", y la convierte en la historia de fantasmas que marca un antes y un después en dicho género, es la posibilidad de la doble lectura y la forma ambivalente en que fue ideada y escrita. La posibilidad de la existencia en sí de fantasmas en la historia, puede ser interpretada de, por lo menos, dos formas diferentes.

El elemento que brinda esta ambivalencia de lecturas es la institutriz (traducido como "la que manda", "preceptora") quien precisamente "nos conduce" hacia y dentro de la historia. Es menester comprender que la historia no sería posible de no ser por la institutriz, única voz narradora (a excepción del inicio de la novela) mediante la cual podemos conocer los hechos desde su único punto de vista e interpretación. Es la institutriz la que narra los hechos, la que nos convence (o no) de las apariciones y, de alguna manera, la que las crea de la nada. Se trata, pues, de un narrador poco fiable o sospechoso.

Llegados a este punto, los fantasmas ¿existen, se manifiestan, existen dentro o fuera de la cabeza de la institutriz, no existen? La respuesta sería afirmativa y negativa a la vez.

Todo el relato son los vericuetos mentales de la institutriz, todo lo que ella experimenta, siente y reflexiona. Si nos guiamos por el relato de la protagonista, los fantasmas aparecen y desaparecen en la casa. Guiándonos por la única voz narrativa que tenemos (la de la institutriz), concluiríamos, a simple vista, que los fantasmas existen de cualquier manera, dentro y fuera de ella. La institutriz ve las apariciones, y no duda en suponer y afirmar que el resto de los personajes (los niños y el ama de llaves) también están al tanto de las apariciones pero, por represiones y trastornos emocionales, intentan disimular su angustia interna. La institutriz, en resumen, supone que los niños saben de los fantasmas, los ven, pero quieren convencerla a ella de que no ven nada.

Paralelamente a esto, y realizando "otra vuelta de tuerca", podemos decir que los fantasmas no existen fuera, sino que existen solamente dentro de la cabeza atormentada de la institutriz. Serían, según esta forma de lectura, un mero producto de la imaginación de la mujer. Esta supone, equivocadamente (según esta posible interpretación), que los niños ven y saben de los fantasmas, pero hacen lo posible por exteriorizar lo contrario. Sin embargo, los niños no ven ni saben nada de los fantasmas y todo sería, al final, una creación, una trama de suposiciones y paranoia de la institutriz que, en cierto modo, termina siendo la única que efectivamente experimenta y visualiza las apariciones fantasmales (podría decirse que ella sufre serias perturbaciones mentales). Existirían cinco argumentos para defender esta tesis:

En cierto modo, la capacidad interminable de "Otra vuelta de tuerca", hace posible interpretar, reinterpretar y acomodar todo de acuerdo a cada forma de ver.

Otra vuelta de tuerca ha sido llevada en muchas ocasiones al cine y a la televisión:

Además, influyó sobre cineastas como Alejandro Amenábar (Los otros), Carlos Enrique Taboada (El libro de piedra) o Narciso Ibáñez Serrador (el capítulo El muñeco de las Historias para no dormir).

Un caso especial es la película The Nightcomers , dirigida por Michael Winner en 1972. Esta película es una suerte de precuela (o protosecuela) de Una vuelta de tuerca donde se narran los hechos acontecidos antes de la novela (y que se van conociendo a lo largo de esta).

En 1997, el programa de radioteatro Historias de Radio Nacional de España, debutó con una adaptación en seis episodios de Otra vuelta de tuerca protagonizada por Lourdes Guerras como la institutriz, Natalia García como la Sra. Grose, Blanca Gala como Flora, y Maribel Sánchez de Aro como Miles. Tal adaptación sería repuesta en 2002, en el quinto aniversario del programa. En el 2020, este libro será adaptado para ser la segunda temporada de la serie de Netflix The Haunting of Hill House.



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