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Tomás Luis de Victoria



Tomás Luis de Victoria (Ávila,[1][2]​ h. 1548 - Madrid, 27 de agosto de 1611) fue un sacerdote católico, maestro de capilla y célebre compositor polifonista del renacimiento español. Se le ha considerado uno de los compositores más relevantes y avanzados de su época, con un estilo innovador que anunció el inminente barroco. Su influencia llega hasta el siglo XX, cuando fue tomado como modelo por los compositores del cecilianismo.

Debido al desconocimiento de la fecha del nacimiento de Tomás Luis de Victoria, se investigaron los nacimientos de sus hermanos y familiares más cercanos, llegando así a la conclusión de que nació hacia finales del 1548. Su padre era de ascendencia judía conversa.[3]​ Desde muy joven pudo haber recibido lecciones musicales de Escobedo mientras este estaba en la ciudad de Ávila. Sin embargo, fue Palestrina el que perfeccionó su arte.

A la edad de 7-8 años entró en el coro de la catedral de Ávila, donde sintió vocación por el sacerdocio y a finales de 1558 entra al servicio de la Catedral. Los primeros conocimientos musicales los recibe allí del Maestro de Capilla Jerónimo de Espinar, pero el que se encargó de la formación musical de Victoria, fue el posterior Maestro de Capilla Juan Navarro Hispalensis.

Posteriormente, a la edad de 19 años, decide partir a Roma entrando en el Colegio Germánico para consolidar su vocación sacerdotal y profundizar sus conocimientos musicales, esta vez, gracias al conocido compositor Palestrina. Una vez allí, coincide con varios paisanos españoles, los cuales le explicaron el funcionamiento del Colegio. Para entonces, Victoria ya tenía buenos conocimientos de Gramática y de Música y sabía tocar bastante bien el órgano. Pero en el Colegio comenzó a estudiar las disciplinas eclesiásticas y a ampliar y perfeccionar más sus conocimientos musicales. Esto último se refleja bien en una Dedicatoria que escribió al Rey Felipe II, Católico Rey de las Españas:

Así, Tomás Luis de Victoria cultivó también su vocación sacerdotal con los santos ejercicios de piedad, que establecían las Constituciones del Colegio, la asistencia diaria al Santo Sacrificio de la misa, oída con ánimo devoto, la recitación y canto del oficio divino mañana y tarde de los domingos y días festivos, y la lectura y predicación de la palabra de Dios.

Por el año 1569, sin abandonar las clases del Colegio Romano, toma el cargo de «Cantor» y al mismo tiempo organista de la Iglesia nacional de los Aragoneses en Roma, Santa María de Montserrat. Allí continuó como maestro de capilla por lo menos hasta mediados de 1572,[4]​ lo que le permitió dedicarse por completo al estudio y a la composición de obras musicales, que aparecerían muy pronto y manifestarían el intenso trabajo de Victoria entre 1571 y 1572. Sin embargo, un dato curioso es que durante esta etapa (1569-1572) no se sabe con claridad quién fue su maestro.

Justo ese último año (1572), publica su primera colección de motetes, en la que agradece su ayuda al cardenal arzobispo de Augsburgo Otto Truchsess von Waldburg. Muestra de ello son las siguientes palabras que le dedicó:

Se sabe, además, que desde un año antes de esta publicación, Victoria se encargaba de la enseñanza musical de los alumnos del Germánico, por lo que recibía quince julios mensuales como paga.

Años después consta, por documentos encontrados por Raffaele Casimiri, que el domingo 6 de marzo de 1575 (a la edad de 27 años) “Tomás Luis de Victoria, clérigo abulense con letras divisorias de su ordinario, previas muestras de idoneidad en examen verificado por los examinadores nombrados, fue promovido al orden de Lectorado”. Así consta en el “Liber ordinationum” conservado en el Archivo General del Vicariato de Roma. Esto significa que en adelante estamparía su nombre en las portadas de sus obras con el título de “clericus o presbiter abulensis”, que no significa otra cosa que natural de Ávila. De aquí que se le reconozca como Tomás Luis de Victoria, “El abulense”.

Pronto hizo un envío a la Catedral de Ávila de seis cuerpos de libros de música encuadernados compuestos por él mismo. Sin embargo, este no recibió nada a cambio de ellos debido, posiblemente, a las deudas de dicha catedral que incluso obligaron a suprimir la representación de los famosos autos sacramentales en la fiesta y octava del Corpus. A pesar de ello, Victoria realiza otro envío en enero de 1577, siendo esta vez un libro de canto de órgano, que entregó, como el anterior, su tío Juan Luis. Y aunque siguió sin recibir nada a cambio, hizo hincapié en seguir enviando más composiciones suyas, entre las que destacan un libro de misas de canto de órgano (1584) por el que recibió diez ducados; dos libros de canto de órgano (1587), por el que recibió cien reales y un libro de misas breves de canto de órgano (1593) por el que le dieron diez ducados. Todas estas obras quedaron guardadas en la Catedral de Ávila, pero, desgraciadamente, hoy no se conserva ninguna.

Un año después de su segundo envío, Tomas Luis de Victoria salió del Colegio Germánico y son pocos los datos que se conservan de su vida posterior en Roma, a pesar de que siempre asistía a las fiestas de la iglesia de Santiago de los Españoles para dirigir la parte musical en diversas fiestas religiosas.

A continuación veremos una carta que escribió Victoria en 1583 para el rey Felipe II, en la que descubrimos las dos aspiraciones de su espíritu: volver a España, la patria querida, y consagrarse al retiro y a la oración, dando un descanso a su vida de compositor. Además le dedica dos libros de misas a cuatro, cinco y seis voces. Pero para entenderlo mejor veamos sus palabras dedicadas a dicho monarca:

A fin de no abusar, pues, de beneficios de Dios, Optimo Máximo, de quien procede todo bien, a las cosas sagradas y eclesiásticas consagré todo el empeño y ayuda de mi ingenio. Dejo al juicio de otros cuanto haya sobresalido en ello. Por parecer testimonio de inteligentes y peritos ciertamente, lo he conseguido de manera que no tengo por qué arrepentirme de mis esfuerzos y trabajos.
Y habiendo mucho antes de ahora compuesto y hecho imprimir, obras que advertí fueron recibidas, con aplauso, quise ya, fatigado, para poner término a mis trabajos de compositor y cumplida ya al fin mi misión, gozar de honesto descanso entregando el espíritu a la contemplación divina –como cumple a un sacerdote- quise, repito, añadir este último fruto de mi ingenio que graves razones, no solo al darle a luz, sino también al concebirle en mi espíritu y pensamiento, me movían a ofrecerle muy principalmente a Vuestra Majestad. Porque después de una larga ausencia, al volver a ver el suelo de mi nacimiento, habiéndome de presentar en cumplimiento de mi deber ante vuestra real presencia en cumplimiento de mi deber ante vuestra real presencia, no debía llegar con las manos vacías sino ofreceros algún regalo, que fuese el más propio de mi profesión ministerio, y a Vuestra Majestad el más agradable. Y nada para canto y música puede proponerse a un músico más grande y de mayor majestad, que el sacrosanto misterio y sacrificio de la Misa. Con esto he querido poner fin a mis trabajos. Esta obra compuesta por un español, ¿A quién se la debe con más justicia que al Rey de las Españas, católico, piadoso y tan amado de Dios? Ciertamente entiendo y confieso que tan gran Príncipe es harto más digno de mejores dones, es, sin embargo, muy propio de la real clemencia mirar en los inferiores y en los pequeños no el regalo, sino el corazón. Ni es tampoco posible que esté en relación con la dignidad regia la liberalidad privada. Confío en que esta mi ofrenda no ha de ser indigna de la Real Capilla, hallándose principalmente honrada con tu nombre y protección,

Según la documentación aportada por Ángel Manuel Olmos, las razón por la que podría haber vuelto a España no fueron musicales o profesionales, sino por el interés de acudir a la apertura del testamento de su tío homónimo.[5]

Dos años después de esta dedicatoria, en 1585, Victoria publica también en Roma el prodigio de la polifonía sacra, que es su Officium hebdomadæ Sanctæ y también Motetes de las fiestas de todo el año (Motecta festorum totius anni) que dedica al príncipe de Saboya, Carlos Manuel.

En mayo de ese mismo año, 1585, Victoria regresa a España. En 1587 Felipe II lo nombra capellán de su hermana, la emperatriz María de Austria, en el monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid. Victoria trabajó durante 24 años en las Descalzas Reales, de ellos 17 como capellán de la emperatriz hasta su muerte en 1603 y, después, a partir de 1606, como organista del monasterio.

Desde 1589 hasta 1592 Victoria no publica ninguna obra. Tal era la estima en la cual era tenido que se le permitía viajar frecuentemente fuera del convento. Con mayor seguridad, casi se puede afirmar que Victoria vuelve a principios de 1592 a Roma, posiblemente para la edición de nuevas obras, saliendo ese mismo año a la luz en Roma el segundo libro de misas, que dedica al Cardenal Alberto. Posteriormente solo encontramos en su producción el motete Surge, Debora que se cantó en la Iglesia de San Apolinar el 18 de julio de 1593, en la fiesta solemne celebrada para dar gracias a Dios por la victoria contra los turcos en Croacia bajo la fortaleza de Lisse. Visitó Roma en 1593 durante dos años, atendiendo al funeral de Palestrina en 1594, regresando de nuevo a la Corte española en 1595. Para el 12 de mayo de este último año figurará nuevamente como Capellán de la Emperatriz. Y ya posteriormente ejerció, al menos, desde 1606 el cargo de organista en las Descalzas Reales hasta el día de su muerte, concretamente el 27 de agosto de 1611, quedando inscrita en el segundo Libro de Difuntos de la Parroquia de San Ginés de Madrid con las siguientes palabras:

En las actas capitulares de la Catedral abulense correspondientes al año 1573, se firma este acuerdo:

Y en 4 de mayo acuerdan lo siguiente:

A continuación se muestra una clasificación de las obras de Tomás Luis de Victoria, comenzando por el primer libro, que data de 1572. Dedicado al cardenal arzobispo de Augsburgo Otto Truchsess von Waldburg, se publica en Venecia, en casa de Ángel Gardán.

A Cuatro Voces

A voces iguales

A cinco voces

A seis voces:

A ocho voces:

A continuación se clasifican las obras del segundo libro de Victoria, dedicado al Príncipe de Baviera, el Duque Ernesto, que se publica (como el anterior) en Venecia, en casa de Ángel Gardán. Fue escrito en 1576 y sobre todo contiene antífonas de la Liturgia Católica en alabanza de la Santísima Virgen.

El tercer libro de composiciones, fundamentalmente polifónicas, se imprime en Roma por Francisco Zanetto en el año 1581 y está dedicado al Cardenal Michele Bonelli, sobrino del Papa Pío V. Un año después, el libro llega a la Catedral de Ávila.

Magnificat a 4 voces

En ese mismo año (1581) publica, por el editor Francisco Zanetto en Roma, otro libro dedicado al Papa Gregorio XIII. Es un libro que contiene los himnos de todo el año a cuatro voces y cuatro salmos a ocho. Se cree que no se envió a la Catedral de Ávila.

Posteriormente, encontramos los libros de Motetes y Misas de 1583. El de Motetes de cuatro, cinco, seis, ocho y doce voces fue editado en Roma y está dedicado a la Santísima Virgen María. Los demás Motetes de este libro los publicó en las ediciones de 1572 y 1576.

A cuatro voces

Cum paribus vocibus

A cinco voces

A seis voces

A ocho voces

A doce voces

El segundo libro de 1583 (el de misas) fue editado también en Roma y dedicado al Rey Felipe II, con una dedicatoria en la que confiesa el deseo de volver a España. También este libro fue enviado por el mismo Victoria a la Catedral abulense. Contiene nueve misas.

Es en 1585 cuando Victoria publica su grandioso oficio de Semana Santa (Officium Hebdomadae Sanctae), calificado por Haberl como la obra maestra del autor. Fue publicado en Roma y no presenta ninguna dedicatoria.

Feria V

Feria VI

Benedictus, Misere, ut supra

Sabato Sancto

Además del libro relacionado con la Semana Santa, Victoria publica en el mismo año un libro de Motetes, que dedica al Duque de Saboya, Carlos Manuel I. En este libro, editado también en Roma, se intercalan dos composiciones pertenecientes a Francisco Guerrero (Beata Dei genitrix) y otra de Francisco Soriano (In illo tempore).

En 1589 se hacen dos ediciones de sus obras: una de Motetes a cuatro, cinco, seis, ocho y doce voces, algunos publicados anteriormente y otros nuevos, y otra colección de canciones sacras que edita Juan Mayer.

La primera contiene 16 motetes a cuatro voces, 12 a cinco, otros 12 a seis voces, una Salve, Letanía, Ave María, 4 antífonas marianas, otra Salve y 5 Salmos: Dixit Dominus Laudate pueri Nisi Dominus Laudate Dominum y Super flúmina todos a ocho voces y el Salto Lætatus sum a doce.

En la edición de Mayer, con dedicatoria del mismo, se encuentran las composiciones de la edición de 1583.

En 1592 se publica en Roma con dedicatoria al Cardenal Alberto un libro de Victoria, que contiene las dos antífonas Asperges, e Domime y Vidi aquam y las Misas de Magnum mysterium. Quarti toni y Trahe me post te a cuatro voces, Ascendens Christus a cinco, Vidi spetiosam a seis, Salve a ocho y la Missa pro defunctis.

En 1600 se publica en Madrid y en la tipografía real un libro de misas, motetes y algunos salmos, Missae, Magnificat, Motecta, Psalmi el alia quam plurima, quae partim octonis, alia nonis, alia duodenis vocibus concinuntur. La dedicatoria en este caso va dirigida al nuevo rey Felipe III.

Esta edición también fue enviada por Victoria a numerosas catedrales e instituciones, entre ellas la Catedral de Ávila, cuyo maestro de capilla en 1601, Vivanco, la rechaza, curiosamente, "por no ser a propósito".[6]

El mismo año de 1600 sale a la luz en Venecia la publicación Hymni Totius anni iuxta ritum Sanctae Romanae Ecclesiae, si bien no es sino una reimpresión (probablemente independiente del control de Victoria) del libro de himnos de 1581, sin incluir los 4 salmos que incluía el original.

Posteriormente, en 1603, se reimprime en Venecia lo publicado en las ediciones de 1583 y 1589. Son 53 composiciones a cuatro, cinco, seis, ocho y doce voces. Motecta que partim quaternis, partem quinis, alia senis, alia octonis, alia duodenis vocibus, in omnibus solemnitatibis per totum annum concinuntur. Una vez más, no hay constancia de que Victoria tenga control sobre esta edición.

La última obra de Victoria (edición de 1605 y publicado en Madrid), que Karl Proske llamó “la corona de las obras del gran maestro”, es su Officium Defunctorum, a seis voces, dedicado a la princesa Margarita, hija de la emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II, casada con el emperador Maximiliano. Esta obra es considerada por los especialistas como su obra cumbre.

Para finalizar, a destacar que en 1975 se descubrió un manuscrito con obras inéditas de Victoria, en formato de libro de coro. Es una colección de diez salmos que Victoria preparó para imprimir y que envió a su amigo Soto de Langa a Roma para que la imprimiese. Dichos salmos están escritos a cuatro voces, para ser cantados en alternatim.

En la novela El corazón de la piedra (2014), de José María García López, Tomás Luis de Victoria es uno de los personajes principales. La novela está ambientada en los tiempos en los que el compositor era capellán del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid y trata sobre la relación del compositor con sor Margarita, una archiduquesa, hija del emperador Maximiliano II de Habsburgo y de María de Austria, que había decidido ingresar en la clausura.[8]



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