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Misa (música)



La Misa, un género musical sacro, es una composición coral que traslada la música a secciones fijas de la liturgia.[1]

La mayoría de las misas son partes de la liturgia en latín, el lenguaje tradicional de la Iglesia católica.

Las misas pueden ser a cappella (para voz humana sola) o acompañadas por los instrumentos musicales, hasta incluir una orquesta completa. Muchas misas, especialmente las más recientes, nunca fueron pensadas para ser interpretadas durante la celebración de una misa litúrgica.

Para ser considerada completa, la forma musical debe incluir las siguientes seis secciones, que juntas constituyen el "ordinario" de una Misa:

El Kyrie es el primer movimiento del ordinario:

Este movimiento tiene a menudo una estructura que refleja lo conciso y simétrico del texto. Muchos tienen una forma ternaria (ABA) , donde las dos apariciones de la frase "Kyrie eleison" están asociadas a idéntico tema musical y se articulan con una sección "Christe eleison" contrastante.

Es muy conocido el ejemplo la Misa de Réquiem de Mozart , donde los textos de "Kyrie" y "Christe" representan los dos elementos de una doble fuga .

El Gloria es un pasaje celebratorio de la gloria de Dios y de Cristo.

En las misas en inglés, compuestas para uso anglicano, el Gloria es comúnmente el último movimiento, a causa de que en el libro de oraciones el texto se ha trasladado al final del servicio. Sin embargo nuevas formas de liturgia han restaurado el Gloria a su lugar tradicional.

El texto más largo de la Misa es una adaptación del Credo de Nicea:

El Credo representa un desafío para el compositor debido a su extensión. Por causa de esto, en un servicio el Credo es a menudo respondido por la congregación o incluido en uno de los muchos cantos de la liturgia.

El Sanctus es una oración doxológica a la Trinidad;

El Benedictus es una continuación del Sanctus:

Hosanna in excelsis se repite usualmente después del Benedictus , a menudo con material musical idéntico al utilizado en el Sanctus, o muy similar.

En el canto gregoriano el Sanctus (con Benedictus) fue cantado solo en su lugar en la misa. Sin embargo, como los compositores produjeron bellos desarrollos del texto, la música frecuentemente es tan larga que se superpone a la consagración del pan y el vino. Esta era considerada la parte más importante de la misa, así que los compositores comenzaron a detener el Sanctus a la mitad para permitir la consagración, y luego continuaban. Esta práctica fue prohibida por un tiempo en el Siglo XX:

El Agnus Dei es un arreglo de la letanía Cordero de Dios:

En una Misa de Réquiem, las palabras "dona nobis pacem" son reemplazadas por "dona eis requiem" (dales el descanso).

En una misa litúrgica, hay otras secciones que pueden ser cantadas, a menudo en canto gregoriano. Estas secciones, misa del "propio", cambian con el día y estación del año de acuerdo al calendario eclesiástico, o a las circunstancias especiales de la misa. Las particulares de la misa no son por lo general incluidas musicalmente en la misa musical, pero pueden ser objeto de motetes u otras composiciones. Estas secciones incluyen el Introito, el Gradual, el Aleluya (salvo en Cuaresma), Ofertorio y Comunión.

Antes de existir compositores individuales de misas, la música fue puramente canto gregoriano, que ofrecía muchas opciones musicales a ser cantadas según el calendario litúrgico. Se encuentran recogidas en el Kyriale. Sobreviven varias misas completas de autoría anónima del siglo XIV, la Misa de Tournai, Misa de Toulouse, Misa de Barcelona y Misa de la Sorbona; sin embargo las discrepancias de estilo indican que los movimientos de estas misas fueron escritas por varios compositores y posteriormente compiladas por un copista en una sola obra.[2]

La primera misa compuesta entera por un mismo autor y concebida como un todo fue la Messe de Notre Dame, de Guillaume de Machaut (1300-1377) Compositor del Ars Nova, un estilo que señala el fin de la Edad Media y el Renacimiento en el plano musical.

La misa es la forma principal de las grandes composiciones musicales del Renacimiento. Hemos visto que las primeras misas se datan de hecho en el siglo XIV. Los compositores de esta época escribían a menudo movimientos aislados, o parejas de movimientos (Gloria-Credo, o Sanctus-Agnus Dei), pero desde la mitad del siglo XV llegó a ser corriente para un compositor escribir la misa completa, y la misa se convierte en el género musical sacro, al tiempo de ofrecer a los compositores la posibilidad de realizar obras monumentales, articulándose alrededor de una serie de movimientos contrastados. La misa no se eclipsará hasta más tarde, en el momento cuando el motete y sus formas derivadas le quitan el protagonismo al principio del siglo XVI. La mayor parte de las misas del siglo XV son misas unitarias que emplean un tema común, el cantus firmus, tomado prestado del canto gregoriano, que se toma para la voz más aguda. EL cantus firmus enseguida aparece en la línea melódica mantenida por las otras voces, gracias a la utilización de diferentes técnicas como el contrapunto. A finales del siglo XV, algunos compositores como Guillaume Dufay, Johannes Ockeghem y Jacob Obrecht emplean algunas melodías profanas como cantus firmus.[3]​ La melodía del L'homme armé, (El hombre armado), aparece así en más de treinta misas de la época.[4]

Estas innovaciones van a dar origen a nuevas formas al principio del siglo XVI. Se trata, en primer lugar, de la técnica de escritura en imitación, la « misa paráfrasis », en la cual un motivo musical llevado por una primera voz se retoma sucesivamente por una segunda, después por una tercera mientras que la primera pasa al motivo siguiente. También aparece la « misa parodia » (también llamada ‘’misa de imitación’’) en la cual el compositor retoma y desarrolla un motete o una canción polifónica, que se canta con la letra del Ordinario.En la usanza francesa de la (Escuela francoflamenca), estas producciones litúrgicas se cantaban a cinco voces, o a veces seis, incluso más como por ejemplo Antoine Brumel, quien integró varias misas en una, la Misa del terremoto (Et ecce terræ motus) a doce voces. La imitación y la parodia poco a poco eliminaron el cantus firmus en el curso del siglo XVI. Palestrina compuso cincuenta y una misas parodias.[5]​ Estas prácticas se difundieron sin dificultad hasta el Concilio de Trento, en 1562, que aligera la linearidad y el contrapunto,a fin de permitir une audición más clara de los textos cantados, y que desanima el uso del repertorio secular. [6]

Los compositores recurrieron igualmente al canon. Las primeras misas que emplearon esta forma fueron la Missa prolationum de Johannes Ockeghem,[7]​ donde cada sección es un Canon de proporción sobre una melodía libre, y la Missa L’Homme armé de Guillaume Faugues quien compone un canon sobre la célebre melodía de L’Homme armé. Pierre de La Rue compuso cuatro misas en canon fundadas sobre el canto llano, y una de las misas de madurez de Josquin des Prés, la Missa ad Fugam, está compuesta íntegramente en la forma de canon de proporción, sin imitación exterior.[8]

La Missa sine nomine, literalmente Misa sin nombre, es una expresión que se aplica a las obras compuestas a partir de nuevas melodías. Ocurre a veces que estas misas han recibido un título particular, como la Missa Papae Marcelli (Misa del Papa Marcelo) de Palestrina y se trata a menudo de composiciones en forma de canon, por ejemplo la Missa sine nomine de Josquin des Prés. Este último compuso numerosas misas y quizás era el compositor más importante del Renacimiento. En la segunda mitad del siglo XVI, los representantes más notables del contrapunto son el inglés William Byrd, el español Tomás Luis de Victoria y el italiano Palestrina, cuya Misa del Papa Marcelo (1562) quizás salvara la polifonía sacra de la ira del Concilio de Trento. En esta época, los compositores se volcaron sobre otras formas de música sacra que les permitiera dar libre curso a su creatividad como el motete y el madrigal espiritual. Los músicos de la Escuela veneciana, notablemente, dieron preferencia a otras formas musicales sobre las de la misa, a pesar de que nos hayan llegado algunas misas de Adrian Willaert en el estilo de Josquin des Prés, o de Annibale Padovano, que dejó una Missa a 24 que emplea tres coros de ocho voces cada uno. En fin otros músicos como Orlando di Lasso, instalado en Munich es decir a una distancia cómoda de las reformas tridentinas, continuaron escribiendo misas parodias sobre melodías profanas.[9]

La Reforma protestante introdujo algunas divergencias entre la liturgia católica y protestante. Martín Lutero publicó en 1526 un texto sobre La Misa alemana y el Orden del Servicio Divino en el cual preconiza el empleo del alemán en lugar del latín, desconocido por los simples fieles. Así el Credo dominical fue cantado en alemán .[10]

Después del Renacimiento, la misa tendió a no ser el género principal de un compositor, si bien algunas de las obras musicales más famosas del Barroco, período clásico o romántico son misas. En la era romántica las misas más famosas suelen ser de Requiem. A finales del siglo XVI algunos compositores como Pedro Bermúdez (1558-1605) se instalan en América latina y componen algunas misas (Misa de bomba y Misa de feria) en el estilo de las misas católicas europeas. Estos compositores dieron nacimiento a la música barroca de Nueva España, que tiene un vasto territorio de obras sacras. Aunque con el advenimiento de nuevas formas musicales como la ópera, el oratorio o la cantata[11]​ la misa ya no era el único género musical que permite composiciones monumentales, ella continuó inspirando obras maestras. Un cierto número de músicos, como Claudio Monteverdi o Gregorio Allegri continuaron componiendo misas corales en el estilo de las de Palestrina, pero a partir del siglo XVII aparecieron algunas innovaciones en Italia y en Francia: Marc-Antoine Charpentier compuso algo de música instrumental y piezas para solistas o para varios coros (Misa para cuatro coros). Destaca su Messe de minuit pour Nöel (Misa de la medianoche para el día de Navidad) de las once misas que se conocen actualmente de él. Alessandro Scarlatti (Misa de Santa Cecilia) y Giovanni Battista Pergolesi (Gran Misa solemne en Fa, llamada Missa Romana, a diez voces, doble coro, dos orquestas y dos órganos) enriquecen junto a los anteriores el repertorio sacro.

Los compositores continuaron manteniendo el recurso de la « misa parodia ». En la Misa en si menor de Bach, por ejemplo, el compositor retoma ciertos temas que él había elaborado en piezas anteriores. En esta misa se constata igualmente una influencia de la ópera sobre la música sacra, con la aparición de arias y dúos.[11]

El ritual anglicano (también llamado Servicio de Comunión) se aleja del ritual católico. No solamente se cantan los textos en inglés, sino que el Gloria viene generalmente en última posición. Como el Benedictus y el Agnus Dei no figuran en la liturgia del Book of Commons Prayers de 1662, estos himnos no aparecen en las composiciones anglicanas.[12]

En los siglos XX y XXI, los compositores continuaron componiendo misas, incluso en una diversidad de estilos, formas y funciones más amplia. Los compositires continúan escribiendo misas adoptando una gran libertad. La Misa Criolla (1963) del argentino Ariel Ramírez, la Missa Luba congoleña adoptan los cantos del Ordinario de la misa a los ritmos y a las melodías de otros continentes distintos del europeo.



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