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Tratado de Nimega



El Tratado de Nimega fue un tratado de paz que se firmó el 20 de agosto de 1678 en Nimega (actuales Países Bajos) entre España y las Provincias Unidas de los Países Bajos, de un lado y el Reino de Francia, de otro, y puso fin a la Guerra franco-neerlandesa.

La invasión de Países Bajos por Luis XIV había provocado la formación de una gran coalición encabezada por Guillermo III de Orange (estatúder de las Provincias Unidas desde 1672) y apoyada por España, el Imperio, Brandeburgo, el Palatinado y Lorena en 1673, que se mostró incapaz de mantener el empuje de las armas francesas hasta que Inglaterra se vio obligada, por la opinión pública inglesa, a abandonar a Francia en sus planes de expansión. Así, Inglaterra firmaba una paz por separado con las Provincias Unidas. El Tratado de Westminster (1674).

Dado el cese de apoyo a Francia por Inglaterra en 1678, la coalición contra Luis XIV pudo combatirlo eficientemente hasta obligarlo a iniciar negociaciones de paz. En virtud de las mismas, se firmaron los Tratados de Nimega en los que Luis XIV devolvió a España Ath, Binche, Charleroi, Gante, Cortrique, Oudenaarde, Saint-Ghislain, Zoutleeuw, el Waasland, el ducado de Limburgo, el Charolais y la ciudad de Mesina en Sicilia; España cedió a Francia el Franco Condado y diversas plazas de los Países Bajos españoles (Aire-sur-la-Lys, Arques,[1]Bailleul, Bavay, Bouchain, Cambrai, Cassel, Clairmarais, Le Cateau-Cambrésis, Condé-sur-l'Escaut, Givet, Maubeuge, Poperinge, Saint-Omer, Ypres, Valenciennes, Warneton y Wervik);[2]​ las Provincias Unidas recuperó Maastricht y obtuvo ventajas financieras y comerciales; el Imperio cedió Breisach y Friburgo a cambio de Philippsburg.

La representación española en las conversaciones estuvo integrada por Pablo Spínola Doria, consejero de Estado de Nimega y embajador en Alemania; Pedro Ronquillo Briceño, consejero de Castilla e Indias y embajador en Inglaterra; Juan Bautista Christien, consejero de Flandes; y Gaspar de Teves y Tello, consejero de Guerra.[3]

Esta paz perjudicó especialmente a los intereses españoles y a la causa del medio hermano y primer ministro de Carlos II, Juan José de Austria.

La guerra entre Francia y España estalló de nuevo en 1683 con la guerra de las Reuniones.

Parte de las pérdidas españolas se recuperarían en el posterior Tratado de Rijswijk, que pondría fin a la guerra de los Nueve Años.



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