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Trichomonas vaginalis



Trichomonas vaginalis es un protozoo patógeno flagelado anaerobio y microaerofílico perteneciente al orden Trichomonadida que parasita el tracto urogenital femenino y masculino llegando a producir tricomoniasis urogenital. La tricomoniasis es actualmente la enfermedad de transmisión sexual no vírica más extendida y afecta a más de 250 millones de personas al año.[1]​ Aunque las tasas de infección son similares para ambos géneros, la tricomoniasis afecta más frecuentemente y en mayor medida a las mujeres (más de un 89% del total de los casos registrados). De hecho, los hombres suelen ser asintomáticos. El ciclo vital de T. vaginalis consta de una única forma de vida en, el trofozoíto y este se transmite por contacto directo con un humano infectado principalmente durante el acto sexual.[2]​ El tratamiento más común hasta ahora es el metronidazol y tinidazol.[3]

Trichomonas vaginalis fue descrito por primera vez por el bacteriólogo Alfred Francois Donné en 1836 en su artículo titulado rticle entitled, "Animalcules observés dans les matières purulentes et le produit des sécrétions des organes génitaux de l'homme et de la femme" en la revista, Comptes rendus de l'Académie des sciences. Años más tarde, en 1916, Hoehne demostró que este parásito era el responsable de un tipo de infección vaginal específica.[4]

Trichomonas vaginalis reside exclusivamente en el tracto urogenital de los seres humanos y sólo presenta un estado en su ciclo vital, el trofozoíto.[2]​ En las mujeres puede encontrarse en la vagina y en la uretra, mientras que en los hombres puede hallarse en la próstata, el epidídimo y en la uretra. T. vaginalis necesita para su desarrollo óptimo un pH de 5,5, por lo que no va a ser capaz de sobrevivir en una vagina sana, cuyo pH será de 4-4,5. Sin embargo, una vez que prospera la infección el propio parásito producirá un aumento de la alcalinidad del medio para favorecer su crecimiento. Desde este momento, los trofozoítos se dividirán incrementando su número y podrán transmitirse por contacto directo al nuevo hospedador.[5]

T. vaginalis se adhiere e infecta las mucosas genitales, dando lugar a procesos inflamatorios, y en la acción tóxico-alérgica producida por las alteraciones citoplásmicas y nucleares de las células de las mucosas.[6]​ La tricomoniasis urogenital se transmite sexualmente y afecta a ambos sexos.[2]

Los síntomas aparecen entre los 4 y 28 días de exposición y conllevan a una vulvovaginitis con leucorrea, prurito vulvar y ardor vaginal.[2]​ Aparecen petequias y se producen secreciones amarillentas en la fase aguda y blanquecinas en la fase crónica, donde abundan trofozoitos, glóbulos blancos y células muertas de las mucosas. Si la infección alcanza la uretra podrá producirse una uretritis. Los principales factores que van a determinar el curso de la infección son el pH y la flora bacteriana de la vagina. Si la infección es severa puede provocar dolor en la zona abdominal inferior y partos prematuros, bajo peso al nacer y aumento de la mortalidad durante el embarazo.[1]​ La tricomoniasis puede confundirse con la clamidiasis debido a la similitud de los síntomas.[7]

En este caso, el parásito no encuentra unas condiciones óptimas para su desarrollo por lo que la infección cursa en el hombre casi siempre de forma asintomática, por lo que es considerado portador. En los excepcionales casos que presentan síntomas, estos son producidos por una uretritis, una prostatitis o una epididimitis, que cursan con ardor al miccionar, secreciones uretrales y edema prepucial. En estos casos, el parásito se ve favorecido cuando existe estrechez uretral.[7]

Aunque la tricomoniasis no es de por sí una enfermedad mortal, puede dar lugar a complicaciones durante el parto, aumentar el riesgo de infección por y conllevar a la formación de neoplasias en el cuello uterino y en la próstata.[1]

T. vaginalis solo afecta a humanos, lo que implica la inexistencia de reservorios. Se considera que el varón es en la mayoría de los casos un portador asintomático causante de la propagación de la infección. Se estima que unos 250 millones de individuos son infectados cada año. La prevalencia de la tricomoniasis varía mucho de unas regiones a otras dependiendo de factores como la edad, el estado de salud, la promiscuidad sexual, la higiene y las condiciones socioeconómicas. En cualquier caso, la mayor prevalencia la presentan las mujeres de edades comprendidas entre los 16 y los 35 años y especialmente aquellas dedicadas a la prostitución (prevalencia ≈ 50-70%). Aunque la transmisión es exclusivamente venérea, ha habido casos de mujeres infectadas por el uso de esponjas o toallas húmedas infectadas, solo explicables por la capacidad de T. vaginalis de sobrevivir algunas horas en ambientes cálidos e hidratados. La aparición del sida ha fomentado el uso de medidas profilácticas y esto ha generado un descenso lógico de los casos de tricomoniasis.

Algunas veces el parásito es resistente a las dosis habituales de metronidazol, por lo que debe comprobarse la eficacia del tratamiento a la semana de terminar las dosis recomendadas.[7]

Trichomonas vaginalis se adhiere a las células epiteliales de la vagina gracias a los factores de virulencia. La adherencia de Trichomonas vaginalis a las células epiteliales es dependiente del pH, tiempo y de la temperatura. Entre los factores de virulencia que median la adhesión se encuentran microtúbulos, microfilamentos, adhesinas y cisteína proteinasas. Las adhesinas incluyena a cuatro enzimas (AP65, AP51, AP33 y AP23) que median la interacción del parásio con los receptores de las células epiteliales del hospedador.[8]​ La cisteína proteinasa también interviene en la adhesión a la superficie de las células del huésped y en la degradación de proteínas de la matriz extracelular como la hemoglobina, fibronectina o colágeno IV.[9]

El genoma de T. vaginalis es sorprendentemente largo y complejo para tratarse de un protozoo. Está formado por más de 160 Mbp.[5]​ Más de dos tercios del genoma consiste en secuencias repetidas y elementos génicos transponibles, lo que refleja una enorme y reciente expansión del genoma en la evolución. Del total de ~98.000 genes codificadores de proteínas, ~38.000 corresponden con secuencias repetidas que incluyen a elementos transponibles, retrotransposons, partícula similar a virus y repeticiones no clasificadas, todas ellas cuentan con un alto número de copia y bajo polimorfismo. Los estudios comparativos del genoma reflejan que el tamaño del genoma de T. vaginalis es igual o incluso mayor que otros genomas eucariotas.[5]

El genoma de T. vaginalis se secuenció en 2007 y los datos del proyecto de secuenciación están almacenados en TrichDB.org. TrichDB es parte del proyecto de base de datos de genómica funcional EupathDB financiado por NIH / NIAID.[10]



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