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Turba



La turba es un material orgánico, de color pardo oscuro y rico en carbono.[1][2]​ Está formada por una masa esponjosa y ligera en la que aún se aprecian los componentes vegetales que la originaron. Se emplea como combustible y en la obtención de abonos orgánicos.

La formación de turba constituye la primera etapa del proceso por el que la vegetación se transforma en carbón mineral. Se forma como resultado de la putrefacción y carbonificación parcial de la vegetación en el agua ácida de pantanos, marismas y humedales. La formación de una turbera es generalmente lenta como consecuencia de una escasa actividad microbiana, debida a la acidez del agua o la baja concentración de oxígeno. El paso de los años va produciendo una acumulación de turba que puede alcanzar varios metros de espesor, a un ritmo de crecimiento que se calcula de entre 10 y 50 centímetros cada cien años.

Las turberas son pantanos lacustres de origen glaciar que actualmente están repletas de material vegetal más o menos descompuesto y que conocemos como turba de agua dulce. La turba se acumula debido a que la putrefacción de la materia vegetal es muy lenta en climas fríos. La materia vegetal que se acumula por debajo del nivel del agua de un lago está en unas condiciones de continua saturación y de poca disponibilidad de oxígeno, fomentando así la actividad de los transformadores. En estas formaciones tenemos un suelo de tipo histosol.


Se pueden clasificar en dos grupos:[3]

En estado fresco alcanza hasta un 98 % de humedad, pero una vez desecada puede usarse como combustible.

La turba también se usa en jardinería para mejorar suelos por su capacidad de retención de agua. Es más frecuente el uso de turbas rubias en cultivo sin suelo, debido a que las negras tienen una aireación deficiente y unos contenidos elevados en sales solubles. Las turbas rubias tienen un buen nivel de retención de agua y de aireación, pero son muy variables en cuanto a su composición ya que depende de su origen. La inestabilidad de su estructura y su alta capacidad de intercambio catiónico interfieren en la nutrición vegetal, al presentar un pH que oscila entre 3,5 y 8,5. Se emplea en la producción ornamental y de plántulas.

La turba negra se utiliza en algunas zonas de Escocia para el secado de los ingredientes del whisky, al que da un aroma único. Son suelos carbonosos que se han formado como resultado de una descomposición libre de oxígeno de las plantas muertas. La turba natural es ácida y contiene mucha agua. Posee compuestos químicos que se usan para el tratamiento de la piel. Oscila entre los 5 y los 8 grados Celsius de temperatura.

Una de las mejores turberas de España se encuentra en el norte de Galicia, en la Sierra del Gistral. En el parque nacional de las Tablas de Daimiel (Castilla-La Mancha) en 2009 se declaró un incendio «subterráneo» a causa de la autocombustión de la turba de los terrenos secos, antes inundados.[5]

Por otro lado, en el extremo sur de América, más específicamente en la Isla Grande de Tierra del Fuego, Chile y Argentina, se pueden encontrar grandes extensiones de turba. Estudios geológicos e hídricos de instituciones de Tierra del Fuego afirman que el 65 % de la superficie de la isla está cubierto por esta vegetación y que, debido a sus propiedades de oxigenación, este lugar geográfico sería de los poseedores del aire más limpio del planeta.



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