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Unión de Bibliófilos Taurinos



La Unión de Bibliófilos Taurinos (UBT) es una asociación española de aficionados a la tauromaquia que además de esta afición social tienen la práctica privada de la bibliofilia. Fue creada en 1954.

Sus asociados asumen el pago de una cuota anual repartida en dos semestres y a cambio perciben una edición de bibliofilia limitada a 150 ejemplares, el número máximo de asociados. Más allá de esta acción difusora de bibliofilia taurómaca, la UBT realiza una labor social para el conocimiento de la historia de la tauromaquia a través de diversas actividades, principalmente participación de sus miembros y presidente, en la actualidad el doctor Rafael Cabrera Bonet, en ciclos de conferencias o cursos monográficos. Esta labor es especialmente significativa pues, como se ha afirmado por estudiosos, la tauromaquia no es solo elemento distintivo de la cultura hispana sino constitutivo, según destaca el catedrático de Literatura Gonzalo Santonja, realidad que corrobora con sus descubrimientos documentales en archivos.

El que aficionados a las corridas de toros busquen con afán impresos o manuscritos para su estudio o deleite en la lectura privada, es realidad social bien antigua. Ya en las últimas décadas del siglo XIX hubo notables estudiosos que fueron a la vez bibliófilos de nombradía, el más señalado fue don Luis Carmena y Millán, que publicó en tirada limitadísima el Catálogo de su biblioteca, adquirida íntegra por el filántropo norteamericano Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America.

En las primeras décadas del siglo XX se fue incrementando el número de aficionados bibliófilos, coincidiendo con la llamada «Edad de Oro» del toreo, protagonizada por José Gómez Ortega, «Joselito» y Juan Belmonte. Con el paso de las décadas, hubo en España un mayor acceso a formas culturales, progreso material en lo relativo a la producción de las imprentas y sobre todo un gran ambiente social favorable a las corridas de toros, pues solo competían como espectáculo popular con el teatro y el cine, en las casas la única distracción llegaba por la radio y el fútbol no era todavía el gran espectáculo de masas en que se convirtió después. La publicación del repertorio de Graciano Díaz Arquer Libros y folletos de toros (1931) y de Estampas de toros, a cargo de Pedro Vindel, ese mismo 1931, reflejan bien la demanda de estas piezas que había entre coleccionistas aficionados.

Tras la Guerra Civil española, se produjo así un interés de los bibliófilos por obtener no ya solo ediciones antiguas buscadas, sino ediciones modernas que reproducían aquellas, lo que era muchos más asequible en una época de posguerra, o en general ediciones modernas de calidad de temática taurina. No en vano, era la época de otro mito del toreo, Manolete, que con su proyección social atrajo, como lo hizo antes Juan Belmonte, a la intelectualidad y a muchos hombres de letras. En aquellos años eran habituales tertulias taurinas en muchos cafés y bares de Madrid y en una de ellas surgió por tanto la idea de crear una Unión de Bibliófilos Taurinos, a inicios de los años cincuenta.

En 1953, reunidos en el café llamado de «Los italianos», cercano a la plaza de la Cibeles, en la acera derecha de la calle de Alcalá, se fue gestando el propósito de crear la entidad y, finalmente, nace la Unión,[1]​ oficialmente, el 11 de mayo de 1954. Se comenzaba la andadura bajo el impulso de José María Gutiérrez Ballesteros, conde de Colombí, que fue su primer presidente, y otras personalidades como el periodista y escritor Ricardo García «K-Hito», vicepresidente, Celestino Espinosa, «Capdevila», escritor también y secretario de la Unión, Vicente Molina Arnás como vicesecretario, Antonio Urquijo como tesorero y otros fundadores como Fernando Rodríguez de Miñón o Diego Ruiz Morales, que iba a jugar un papel clave en el futuro de la UBT. Ese mismo 1954 se publicaron los Estatutos.

Se iniciaba la primera época de la Unión en la que, aparte las publicaciones sucesivas, se editaba un boletín, la Gacetilla, que pese a su no larga extensión —de ahí el nombre— daba a conocer documentos o noticias, comentadas, de especial interés dentro de la historia de la Tauromaquia. Se llegaron a publicar 30 números. Durante los dieciocho años de esta primera etapa, colaboró intensamente Diego Ruiz Morales, que de un modo u otro propició la aparición de catorce libros y 31 folletos además de la Gacetilla. Destacaron especialmente varias ediciones a partir de manuscritos, como el Arte del toreo de José Daza, conservado en copia de presentación a Carlos III en la Real Biblioteca de Palacio, el Tratado de la brida y jineta de Diego Ramírez de Haro, las Advertencias para torear de Juan Núñez de Villavicencio, la Teoría del toreo de Amós Salvador y Rodrigáñez, El toro de lidia español de Luis Uriarte o los escritos taurinos de Miguel de Unamuno. También fueron importantes diversas ediciones facsímiles y de bibliofilia de relaciones de cañas y toros del siglo XVII, muy raras, como las del volumen Jornada madrileña del Príncipe de Gales. Los títulos de las colecciones «Ibarra» y «Carmena» fueron selectos.

La segunda etapa de la UBT ha estado marcada por las presidencias de Salvador Ferrer Irurzun y del doctor Rafael Cabrera Bonet, el primero ya difunto y el segundo muy activo en diversidad de foros taurómacos y con amplia profusión de publicaciones al respecto, en total alrededor de noventa. En este período ha sido Papeles de toros la publicación que ha marcado un mayor nivel en cuanto a contribuciones de investigación y estudio. Por ejemplo, se ha aclarado definitivamente que la Tauromaquia de José Delgado Pepe-Hillo (Cádiz, 1796) no es de don José de la Tixera, como se creía, sino de un autor gaditano desconocido y que la célebre segunda edición de la misma, la de Madrid de 1804 con los treinta grabados, no es tal, sino una nueva versión que funde la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros (1776) de Nicolás Fernández Moratín y fragmentos de la Tauromaquia de 1796 y que sí es de José de la Tixera. La otra gran aportación fue dilucidar que la Tauromaquia de Paquiro, la de Francisco Montes de 1836 no era de «Abenamar», Santos López Pelegrín, como también se creía, sino de Manuel Rancés Hidalgo, gaditano asimismo.

Aparte, se han seguido publicando facsímiles y ediciones de bibliofilia de excelente factura, a veces acompañadas de grabados originales al aguafuerte u otras técnicas. Los toros de Castellano, de Cabrera y su mujer María Teresa Artigas, es otra de las publicaciones destacadas de este último período en cuanto a material gráfico, pues reproduce dibujos que permanecían inéditos en la Biblioteca Nacional de España y que son verdaderas «fotografías» a lápiz del tipo de toro que se lidiaba en la plaza de Madrid a mediados del siglo XIX.

Este período de la UBT se inició en los años ochenta con otra obra de gran aliento, realizada al alimón entre Francisco López Izquierdo, muy activo en la UBT tras Ruiz Morales, y Rafael Cabrera, Plazas de toros de la Puerta de Alcalá (1739-1874), en dos volúmenes, que asimismo se ocuparon de los festejos realizados en la Plaza Mayor de Madrid. En cuatro volúmenes se han publicado además, a cargo de Víctor Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1900), obra detallada que continúa las anteriores en cuanto al desarrollo de los festejos madrileños. Otras obras de especial interés se han editado a cargo de otros miembros señalados de la UBT, como José María Moreno Bermejo, o Jesús María García Añoveros. Enlazando con la política de la primera época de editar manuscritos inéditos de tratados de jineta con contengan noticias sobre toreo a caballo se publicó a fines de 2012 uno de los primeros al respecto, del caballero burgalés Hernán Ruiz de Villegas. Por tanto, la intensidad y calidad de las publicaciones se viene sosteniendo, de modo invariable, desde hace unos veinte años tras el bache de los setenta-ochenta, motivado en gran parte por el cambio generacional en la entidad.

Hay que distinguir en relación a los asociados entre las dos épocas. En la primera fueron numerosos los escritores y periodistas taurinos, ganaderos, nobles y los libreros anticuarios. En la segunda época son más profesionales liberales y empresarios, además de personas procedentes del mundo académico como profesores o estudiosos. En la primera época, junto a los miembros constituyentes mencionados, figuraron así los ganaderos Eduardo Sotomayor, de Córdoba, y el salmantino Sánchez y Sánchez y otros como Tomás Murube Urquijo, los periodistas y escritores Antonio Bellón, Julio de Urrutia, Ventura Bagués, Auguste Lafront («Paco Tolosa»), Luis Fernández Salcedo, Adolfo Bollain, Luis Cervera Vera y Guillermo Sureda Molina, Luis Videgaín —con gran biblioteca—, los marqueses de Almunia y de la Cadena, los libreros anticuarios, Estanislao Rodríguez, Julián Barbazán, Luis Bardón o Antonio Mateos, el veterinario Cesáreo Sanz Egaña, el prolífico editor de bibliofilia Antonio Pérez y Gómez, de Cieza, el gran bibliófilo mexicano Eleuterio Martínez y el peruano Fernando Berckmeyer. Prueba del nivel bibliofílico de la primera época es la presencia como asociado de don Antonio Rodríguez-Moñino, al que el gran hispanista Marcel Bataillon definió como «el Príncipe de los bibliófilos españoles». Por muestra, en su riquísima biblioteca conservaba los dibujos originales de la Tauromaquia de Antonio Carnicero, hoy en la Real Academia Española tras donar a ella la biblioteca su viuda, doña María Brey.

Al dejar de impulsar Diego Ruiz Morales la actividad de la UBT, se siguieron publicando algunos títulos, destacando Verdad y mentira de las corridas concurso de Fernández Salcedo, pero el declive era patente. Era mediados de los años setenta y la nueva etapa se iniciaría a mediados-fines de los ochenta, cobrando al acabarse esta década un impulso que pervive en cuanto a cantidad y calidad de las publicaciones. Este nuevo auge vino dado por la actividad de Francisco López Izquierdo primero y luego de Rafael Cabrera Bonet, este último auténtico motor de la UBT ya desde hace lustros. El perfil de asociado ha cambiado algo y aunque permanecen miembros vinculados directamente de algún modo al mundo del toro, hay, como referimos, empresarios, profesionales liberales y, sobre todo, están más presentes estudiosos o al menos se manifiestan más en sus aportaciones a la UBT. Son los casos de Jesús María García Añoveros, Víctor Pérez López o José Campos Cañizares, cada uno desde perspectivas distintas, el primero historiador generalista de mentalidades con respecto al toro, el segundo historiador localista de festejos (Madrid) y el tercero analista del toreo caballeresco y su evolución. Una de las últimas incorporaciones notables en este sentido es la del catedrático Gonzalo Santonja, al que se deben las aportaciones más notables a la historia de la tauromaquia en los últimos años desde perspectiva documental. En la actualidad es vicepresidente de la UBT Valentín Moreno Gallego, doctor en Historia Moderna y especialista en Humanismo hispano del siglo XVI, particularmente sobre la recepción de Juan Luis Vives en España, entre otras materias de estudio. Y La Junta Directiva se completa con Fidel Carrasco como secretario de la entidad y Juan Gutiérrez como tesorero.

El presente listado no es selectivo, es total.

Primera época:

Segunda época:

Última revisión de los Estatutos de la Asociación, legalizados ante en Ministerio del Interior en 2010.




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