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Vía Campesina



La Vía Campesina es un movimiento internacional que coordina organizaciones de campesinos, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, comunidades indígenas, trabajadores agrícolas emigrantes, jóvenes y jornaleros sin tierra.

La Vía Campesina es una coalición de 182 organizaciones alrededor de 81 países, representando a más de 200 millones de campesinas y campesinos, que defienden una agricultura familiar y sostenible. Esta coalición lanzó el concepto de soberanía alimentaria como el derecho de los pueblos a definir sus políticas agropecuarias y de producir alimentos a nivel local.

La soberanía alimentaria da prioridad a las economías y los mercados locales y nacionales y otorga el poder de la gestión de los recursos a los campesinos y agricultores familiares, destacando también la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, colocando la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica de los pueblos. La Vía Campesina tiene su sede actual en Yakarta, capital de la República de Indonesia, en el Sudeste Asiático.

Fundada en abril de 1992, la Vía Campesina ha tenido desde entonces varios encuentros:

Los ejes de trabajo de la Vía Campesina son la soberanía alimentaria, la reforma agraria, la biodiversidad, los recursos genéticos, la situación de las mujeres jornaleras, los derechos humanos, las migraciones, los trabajadores rurales y la agricultura sostenible.

En febrero de 2007 la Vía Campesina, junto con la Marcha Mundial de Mujeres, organizó el Foro por la Soberanía Alimentaria en Nyeleni, localidad de Mali. Su objetivo era “llevar a cabo un debate estratégico sobre qué se entiendo desde los movimientos sociales por soberanía alimentaria, qué propuestas concretas se reivindican y cómo llevarlas a cabo”.[2]

La Vía Campesina lanzó el concepto de la soberanía alimentaria en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996. La idea fue creciendo y actualmente forma un movimiento popular global promovido por una gran variedad de sectores sociales tales como pobres de las grandes ciudades, grupos medioambientales, grupos de consumidores, asociaciones de mujeres, pescadores, pastores y otros muchos sectores. Además, cuenta con el reconocimiento de numerosas instituciones y gobiernos. Sin embargo, a pesar de su gran margen global, no ha logrado ningún objetivo significativo en que mejore la producción local y reduzca la antiglobalización, sino que en su propia formación existe el oxímoron "Vía Campesina Internacional" de que luchan por los recursos locales recurriendo a recursos internacionales contra los que en sí luchan. Un ejemplo de esto lo vemos cuando se hace hincapié al numeroso número de personas a nivel global que apoyan el movimiento, sin realizar que ellos mismos luchan porque sus pueblos produzcan recursos locales y que estos sean aprovechados por otros pueblos. Además, se realiza numerosas críticas ante el movimiento por su totalitarismo, uso de lenguaje inclusivo y que dan una imagen muy narcisista de un movimiento que no alcanza ni el millón de personas (Fuente: Informe del World Global Movement 2019).

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles, así como su derecho a definir sus propios sistemas agrícolas y alimentarios. Desarrolla un modelo de producción campesina sostenible que favorece a las comunidades y su medio ambiente. Sitúa las aspiraciones, necesidades y formas de vida de aquellos que producen, distribuyen y consumen los alimentos en el centro de los sistemas alimentarios y de las políticas alimentarias, por delante de las demandas de mercados y empresas.

La soberanía alimentaria da prioridad a la producción y consumo local de alimentos. Proporciona a un país el derecho de proteger a sus productores locales de las importaciones baratas y controlar la producción. Garantiza que los derechos de uso y gestión de tierras, territorios, agua, semillas, ganado y biodiversidad estén en manos de quien produce alimentos y no del sector empresarial. Así, la implementación de una auténtica reforma agraria constituye una de las prioridades del movimiento campesino.

La soberanía alimentaria se presenta hoy en día como una de las repuestas más consideradas a las actuales crisis alimentarias, sociales y climáticas. Sin embargo, la situación de la pandemia y el objetivo global de terminar con el hambre mundial como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible parecen dejar a este movimiento como un absurdo utópico adelantado a su tiempo.




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