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Vapor Reina Victoria Eugenia



El vapor Reina Victoria Eugenia fue un gran buque de vapor transatlántico español de la Compañía Transatlántica, botado en 1912 y nombrado en honor de Victoria Eugenia de Battenberg, reina de España y esposa del rey Alfonso XIII. Prestó servicio hasta que fue requisado como barco prisión en 1934, y a partir de ahí fue utilizado con ese fin y después como pontón hasta su desguace en 1945.

Fue de los pocos buques transanlánticos españoles que no acabó hundido sino en el desguace, no tuvo accidentes graves y sobrevivió a la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial; siendo todos estos sucesos que acabaron con muchos navíos de la Compañía Transatlántica y la Naviera Pinillos en el fondo del mar.

El vapor Reina Victoria Eugenia fue encargado el 4 de septiembre de 1911 a Swan Hunter & Wigham Richardson, en Wallsend-on-Tyne, Inglaterra. Era el buque gemelo del Infanta Isabel de Borbón, construido en Escocia siguiendo los mismos planos y presentando mínimas diferencias. El Reina Victoria Eugenia tenía dos motores de cuádruple expansión, que le permitían una velocidad de crucero superior a los 18 nudos.[1]​ Estaba diseñado para la ruta entre Barcelona-Montevideo-Buenos Aires, conforme a las leyes de emigración italianas. Estaba configurado inicialmente para llevar a bordo 1.500 pasajeros en cuatro clases (250 en primera, 100 en segunda, 75 en tercera preferente y 800 en emigrante).[2]​ Este buque, como otros grandes vapores españoles construidos en el periodo 1909-1914, fue el resultado del impulso de la construcción naval y el comercio marítimo que propició la Ley de 1909 de Protección de las Industrias y Comunicaciones Marítimas, que aprobó el gobierno de Antonio Maura. Fue botado el 26 de septiembre de 1912.

La nave fue asignada a la lucrativa ruta hacia América del Sur, realizando una singladura mensual desde Barcelona a Montevideo y Buenos Aires, con numerosas escalas intermedias. El viaje inaugural tuvo lugar el 15 de marzo de 1913. La prensa de la época recoge entusiastamente la calidad tecnológica y el lujo de los alojamientos de primera clase del transatlántico: el recibidor, de 13 metros de ancho, la sala de música, el comedor de primera clase estilo Luis XVI, el gimnasio y otras comodidades que situaban a este vapor a la altura y por encima de la mayoría de las grandes compañías europeas, a excepción de los supertransatlánticos británicos y alemanes.[3]

El estallido de la I Guerra Mundial no afectó de manera apreciable la actividad de la Cª. Transatlántica ni de sus buques. No obstante, en 1918, el almirantazgo británico interceptó y obligado a fondear en Gibraltar al Reina Victoria Eugenia puesto que a bordo iban dos súbditos alemanes en edad militar, lo que violaba las convenciones firmadas entre el Reino Unido y España, que permanecía neutral en el conflicto. El Foreing Office instó a la Cª Transatlántica a dar cuenta de este tipo de situaciones con antelación para no ser excluida de la lista blanca es decir, mantenerse operativa y ser considerada neutral en el bloqueo continental.[4]​ En noviembre de 1918 participó en las labores de rescate del buque alemán Teresa Horn. En 1920, en ruta de Montevideo a Buenos Aires, fue abordado por el barco noruego Terrier.[5]

El vapor, como ocurría con muchos otros, transportó a varias personalidades empresariales y culturales de la época. Se puede señalar al escritor argentino José Luis Borges del que se conserva una carta a su amigo el pintor y poeta Jacobo Sureda escrita a bordo en 1921.[6]​ En la misma travesía, Borges escribió al poeta Kurt Heynicke otra misiva, también conservada.[7]​ El cantante Carlos Gardel también viajó a bordo en 1926, de Barcelona a Buenos Aires.[8]

Durante la II República Española fue rebautizado como Argentina por su compañía. Con el cambio de la legislación en 1933 que exigía mayor espacio por pasajero, quedó configurado para 121 pasajeros en primera, 112 en segunda y 728 en tercera, desapareciendo las denominaciones de tercera preferente y emigrante. En 1934 el gobierno requisó el buque para servir de cárcel, permaneciendo amarrado en el puerto de Barcelona donde le sorprendió la Guerra Civil Española. Sufrió los bombardeos del bando nacional, sufriendo importantes daños pero a diferencia de su gemelo, no naufragó. En 1939 fue utilizado como pontón y desguazado finalmente en Bilbao en 1945.

El Pabellón de la navegación de Sevilla expone una maqueta donde podemos ver el interior del barco.




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