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Ventanas



Una ventana es un elemento arquitectónico que se ubica en un vano o hueco. También se denomina ventana a algún conjunto de dispositivos que se utilizan para cerrar ese vano.

El término proviene del latín ventus (viento), haciendo referencia a la capacidad de ventilación que proporciona. Antiguamente la ventana también se denominaba fenestra o también denominada "finistra", de forma idéntica a como se llama en latín y en griego. Este sería el modo directo de derivación etimológica. No obstante, aunque ahora este nombre está en desuso, sí se conservan palabras relacionadas con él, como defenestrar que significa arrojar a alguien por una ventana.

El hueco se limita con dos jambas verticales que lo enmarcan lateralmente, con un vierteaguas, que lo remata horizontalmente sobre el antepecho en su parte inferior, y con un dintel o con un arco, que lo cierra por la parte superior. Tanto el dintel (también denominado cargadero) como, en su caso, el arco, tienen por misión soportar las cargas que produce la parte de muro o pared que gravita sobre el hueco y transmitirlas a las jambas.[cita requerida]

El mecanismo de cierre se compone de un marco o bastidor sujeto a las caras interiores del hueco, al que a su vez se fijan mediante herrajes adecuados las hojas, generalmente acristaladas con vidrio.[cita requerida]

Una de las principales misiones que cumple una ventana es la de ventilación, permitiendo a través de ella la comunicación del interior de la estancia con el exterior. Es evidente que, tratándose de un recinto habitable, la exposición al ambiente externo no puede ser permanente por razones climatológicas, de ahí que se precise disponer de un sistema de cierre eficaz. No obstante, las hojas de la ventana que sirven de cerramiento no deben impedir otro de los aspectos funcionales de ésta: la iluminación. Para permitir el paso de la luz a su través las hojas deben ser acristaladas. Aunque antes del siglo XX existían algunas desventajas, como pueden ser el excesivo soleamiento interior o la propia iluminación en circunstancias no deseadas y la reducción de aislamiento térmico, dadas las prestaciones del vidrio aislante a principios del siglo XXI, se puede considerar que estos inconvenientes han sido resueltos.

Para paliar estos inconvenientes, se han utilizado accesorios como las persianas, las contraventanas u otros similares, que contribuyen asimismo a la mejora del aislamiento, sin perjuicio de que, además, se utilice también vidrio aislante diseñado especialmente para este fin. Por último, otra de las funciones que cumple la ventana es la de permitir las vistas a través de ella. Es muy común desear ver hacia el exterior sin que desde fuera se pueda ver lo que hay o sucede dentro; únicamente es posible lograrlo con vidrios altamente reflectantes bajo unas condiciones lumínicas determinadas. Toda vez que estas condiciones varían, el efecto producido puede ser inverso al deseado. Un ejemplo son los llamados espejos-espía. Estos espejos actúan reflejando las imágenes en la cara del vidrio con mayor luminosidad. En la cara con menos luminosidad, un espectador puede ver a través del vidrio qué ocurre al otro lado. En cambio, si variamos las condiciones lumínicas, ambos lados permiten ver lo que hay detrás aunque con cierta dificultad debida a la reflexión en ambas caras.

Contribuyen también a la funcionalidad los variados modos en que pueden maniobrar las hojas de una ventana. Bajo este punto de vista, y sin ánimo de efectuar una relación exhaustiva, se cataloga una ventana como:

El empleo de la ventana en los edificios ha sido y es generalizado, aunque su grado de utilización en un mismo edificio puede oscilar tanto como entre la nada y la totalidad. Algunos tipos de edificios, por razones de insonorización (teatros de ópera, salas de conciertos...), o bien de focalización de la atención (salas de espectáculos), o por conseguir interiorizar la actividad que en ellos se desarrolla (grandes almacenes), no poseen ventana alguna. Esto es posible, entre otras razones, por los actuales sistemas de acondicionamiento de aire que lo tratan térmica e higiénicamente.

Por el contrario, en edificios de oficinas, por ejemplo, es habitual que toda su fachada se convierta en una pura ventana mediante la utilización de «muros cortina» u otros sistemas de acristalamiento integral. Para el caso de las viviendas, la dotación de ventanas en las piezas habitables es obligada por disposición legal. Los reglamentos de habitabilidad suelen imponer no solo su uso sino también sus dimensiones mínimas, exigiendo por lo común que su superficie no sea inferior a un décimo de la de la estancia a la que prestan servicio.

Las ventanas más modernas en las nuevas edificaciones, cuentan con doble acristalamiento, con fines de eficiencia energética (ahorro de energía,[2]​ mediante aislamiento térmico) y aislamiento acústico. Constan de dos capas de vidrio con una capa de gas inerte sellada entre ellos.

El vidrio acústico[3]​ es un vidrio compuesto en el exterior por un vidrio laminado de dos láminas unidas entre sí por una capa de plástico (butiral de polivinilo-PVB) diseñada para reforzar el aislamiento acústico, una cámara de gas inerte (aire) y un segundo vidrio interior, que puede ser un vidrio simple (transparente o mateado al ácido para preservar la intimidad) o un vidrio también laminado con función de aislamiento térmico, control solar, baja emisividad o de seguridad.[4][5]

Un vidrio doble puede lograr una atenuación de 30-32 dB. Con un vidrio doble acústico normal se logra una atenuación acústica de 36-40 dB. Con un vidrio doble acústico elevado se logra una atenuación acústica de 42-45 dB[cita requerida]

La ventana, presente casi siempre en las fachadas de los edificios, constituye uno de los elementos primordiales de su composición estética. Aún tratándose de simples huecos rectangulares provistos de cualquier aditamento ornamental, su repetición armoniosa y rítmica, en unos casos, o, por el contrario, su aleatoria disposición de apariencia desordenada, en otros, suele producir un efecto de apreciable valor artístico. Este mismo resultado se intenta conseguir en ocasiones dotando a la propia ventana de formas llamativas, incluso de un cierto barroquismo exento de cualquier funcionalidad que no sea la decorativa. La fachada meridional del Monasterio de El Escorial podría ser un buen ejemplo del primer supuesto, mientras que el último caso podría ilustrarse con las románicas ventanas ajimezadas, las góticas caladas de primorosa tracería, las conopiales isabelinas, las efectistas ventanas angulares, las barrocas, las modernistas, ... y tantas otras.


Fachada meridional del Monasterio de El Escorial, y las hileras de ventanas.

Ventana románica.

Bífora gótica. La bífora es una ventana dupla dividida por una columnilla.

Una ventana ornamental japonesa.

Ventana del Palacio da Pena, Sintra, Portugal.



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