Vicente de Valverde y Álvarez de Toledo O.P. (Oropesa, Toledo, 1498 – Isla Puná, 1541) fue un noble y religioso español de la Orden de los Dominicos que participó en la colonización de América junto a su pariente Francisco Pizarro, predicando el Evangelio, y fue conocido por haber bautizado, entre otros, intentar bautizar al emperador Inca Atahualpa.
Fue el primer obispo del Cuzco, y por ello el de toda Sudamérica, por ser Cuzco el primer obispado creado en ella.
Nacido en la villa de Oropesa (actual provincia de Toledo) fue hijo de Francisco de Valverde y Pizarro, noble natural de Trujillo y pariente de Francisco Pizarro, y de Ana Álvarez de Toledo, hermana de Fernando Álvarez de Toledo y Zúñiga I conde de Oropesa, al ser hija de Fernando Álvarez de Toledo y Herrera, IV señor de Oropesa, y Leonor de Zuñiga y Lara, quien era hija de Álvaro de Zuñiga y Guzman 1er duque de Béjar y Arévalo y Leonor Manrique de Lara y Castilla, y ella es nieta de Fadrique, duque de Benavente, (hijo del rey Enrique II de Castilla), y Leonor de Castilla, estos son nietos del rey Alfonso XI de Castilla. Su hermano mayor fue Francisco de Valverde y Álvarez de Toledo, que sirvió en las guerras de Nápoles a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba «el Gran Capitán», y posteriormente acompañó a Francisco Pizarro en la conquista del Perú, quedando allí establecido dando origen a una de las familias más importantes e influyentes en la historia de Perú.
En el año 1515 fue enviado a la Universidad de Salamanca, donde se encontraba en 1523 cuando ingresó en la Orden de los Dominicos, en el convento de San Esteban de la misma ciudad, profesando con votos solemnes al año siguiente, de manos del prior Juan Hurtado de Mendoza, confesor de Carlos I de España y arzobispo electo de Granada y Toledo.
De inmediato pasó al colegio de San Gregorio, en Valladolid, cuyos estatutos juró el 17 de septiembre de 1524, donde estudió teología y tuvo como condiscípulo a Bartolomé de Carranza. Tuvo por maestros a Diego Astudillo y a Francisco de Vitoria, llegado de París y a quien escuchará los años 1524-1526. Allí también entró en contacto pleno con las ideas de Bartolomé de las Casas.
Acompañó a su pariente Francisco Pizarro a la conquista del Perú, predicando el Evangelio, y bautizó al inca Atahualpa antes de ser ejecutado, y protagonizó el famoso episodio con la Biblia. Cuenta la leyenda, que Atahualpa escondió la mayor parte de su tesoro en algún lugar desconocido, pero nunca se ha encontrado, ni por los españoles ni por las generaciones posteriores. Ésta leyenda está recogida en un libro, del que existen muy pocos ejemplares, llamado El derrotero Valverde.
Cuando se instituyó la ciudad de Cuzco como sede del primer obispado de aquellos inmensos territorios, por el papa Paulo III en el consotorio celebrado en Roma el 13 de enero de 1536 y real cédula del 8 de enero de 1537, fue nombrado primer obispo el 8 de septiembre de 1538. Ese mismo año comenzaron las obras de la que sería catedral de Cuzco. El obispado de Cuzco se extendía desde la actual Nicaragua hasta Tierra de Fuego.
Vivió en Cuzco la mayor parte de su vida como obispo, residiendo en el palacio de los Marqueses de San Juan de Buenavista, uno de los edificios más notables de Cuzco y del Perú. En uno de sus viajes, cuando se dirigía a Centroamérica, fue capturado por un grupo de nativos de la isla Puná, donde le torturaron y dieron muerte en represalia por sus intentos de predicarles la religión cristiana.
En 1563, el Virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco conde de Nieva, ordenó fundar la villa de Valverde, en honor a esta familia, aunque a partir de 1640 pasó a llamarse Ica, nombre que conserva en la actualidad.
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