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Zelotes de Tesalónica



Los zelotes (griego: Ζηλωταί) fueron un grupo político antiaristocrático que dominó los acontecimientos de Tesalónica desde 1342 hasta 1350. Las fuentes contemporáneas, notablemente contrarias al movimiento, proporcionan poca información sobre su gobierno en la ciudad griega, pero sabemos que lograron establecer un autogobierno ciudadano efectivo durante ocho años. Aunque confiscaron las propiedades de la aristocracia y redistribuyeron la riqueza, es difícil saber si los zelotes tenían un verdadero programa de reformas sociales. Una posible explicación a estas medidas podría ser que al estar la ciudad bajo un constante estado de sitio, se pudo haber desarrollado una sociedad igualitaria.

A principios del siglo XIV, el Imperio bizantino entró en un dramático declive. Una gran guerra civil en los años 1320, acompañada de invasiones desde todas las fronteras, debilitó el Imperio, y a medida que se volvía más pobre, la miseria de las grandes masas del campo y las ciudades se hacía más insoportable. Tanto en la zona rural como en la urbana la riqueza se concentraba en manos de una pequeña clase aristocrática, y fue contra ellos a la que se dirigió la amargura de la plebe.

El líder de la todopoderosa clase aristocrática era Juan Cantacuceno, que después de la muerte del emperador Andrónico III Paleólogo había asumido la regencia del joven hijo de este, Juan V. Una facción en Constantinopla, formada alrededor del influyente megaduque Alejo Apocauco, se confabuló contra Cantacuceno, logrando el apoyo de la emperatriz viuda Ana de Saboya y el patriarca Juan Calecas. El conflicto entre los conspiradores, que aspiraban a formar una nueva regencia, y Cantacuceno, estalló abiertamente en octubre de 1341.

Esta disputa política y dinástica rápidamente se transformó en una basada en las clases sociales: mientras los terratenientes de Macedonia y Tracia y las clases adineradas apoyaron en general a Juan Cantacuceno, las clases medias y bajas apoyaron la regencia de Apocauco.[1][2]​ Además, la sociedad bizantina también estaba dividida por las querellas religiosas, entre los misticistas hesicastas o palamistas y los intelectuales o barlaamitas, que promovían el estudio de la filosofía y la apreciación de la herencia de la Antigua Grecia.[3]

Tesalónica en aquella época era la segunda ciudad del Imperio después de la misma Constantinopla. Rica y por lo menos tan poblada como la capital, su población estaba resentida por el control de la lejana Bizancio,[4]​ y ya una vez se habían rebelado contra el gobernador nombrado desde Constantinopla: en 1322, durante la primera guerra civil entre los Paleólogos, se expulsó al déspota Constantino Paleólogo en favor de Andrónico III y su lugarteniente Juan Cantacuceno.[5]​ Cuando se produjo la segunda guerra civil, el control de la urbe era de gran importancia para ambos bandos, y los partidarios aristocráticos de Cantacuceno, encabezados por el gobernador Teodoro Sinadeno, trataron de entregársela. La gente común, sin embargo, reaccionó liderada por los trabajadores portuarios y los marineros, expulsándoles y tomando el control de la ciudad.[6]​ Apocauco llegó pocos después con una flota e instaló como gobernador nominal a su hijo el megas primikērios Juan.[7]​ El poder real de Tesalónica residía en el líder de los zelotes, Miguel Paleólogo, quien junto a Juan tenía el título de arconte. Se estableció un consejo (boulē), pero su composición y funciones no están claros.[6]

A pesar de que los zelotes, a lo largo de su existencia, siguieron reconociendo como legítimo emperador a Juan V Paleólogo, la ciudad fue organizada como una comuna o una república popular, bajo la que las propiedades de los patricios fueron confiscadas. Los zelotes, que eran considerados discípulos de Barlaam de Seminara y Gregorio Acindino en los círculos conservadores eclesiásticos, se opusieron violentamente a los hesicastas, que apoyaban a Cantacuceno. Los zelotes políticos eran por tanto enemigos de los «zelotes» de la Iglesia ortodoxa.[8]

Miguel y Andrés Paleólogo fueron los líderes de la revuelta. A pesar de los esfuerzos por identificarlos, no encajan de ninguna manera en el árbol genealógico conocido de la dinastía Paleólogo, y ni siquiera podemos establecer una relación entre los dos. Pueden provenir de algún tipo de familia cliente o familias que tomaran el nombre dinástico como extensión. Pero un punto permanece insoslayable: los llamados "revolucionarios" siempre se identificaron con la legitimidad de los Paleólogos.[9]

Durante los años siguientes, la ciudad resistió exitosamente los intentos de Cantacuceno de conquistarla con la ayuda de sus aliados, el emir selyúcida Umur Beg y el rey Esteban Uroš IV Dušan de Serbia.[10]​ Sin embargo, poco a poco la victoria se inclinaba hacia Cantacuceno, a pesar de lo cual Juan Apocauco urdió una conspiración contra sus aliados zelotes. Se puso en contacto con los restos de la aristocracia cantacucenista, y después de haber muerto Miguel Paleólogo, asumió él mismo el poder.[6]​ Pero, tras enterarse de la muerte de su padre en la capital imperial en junio de 1345, Apocauco decidió entregar Tesalónica a Cantacuceno, a lo que se opuso una muchedumbre dirigida por Andrés Paleólogo, el otro líder de los estibadores (parathalassioi). El megaduque y casi un centenar de aristócratas fueron linchados, y todo aquel sospechoso de "cantacucenismo" estaba expuesto a ser asesinado y su casa y propiedades saqueadas.[6]

En 1347, el emperador Juan V y Cantacuceno firmaron la paz, consiguiendo el último ser convertido en coemperador, pero los zelotes ignoraron el acuerdo y las órdenes de la nueva autoridad, tales como el nombramiento de Gregorio Palamás como su arzobispo. La ciudad permaneció aislada del mundo, sufrió la peste negra y estuvo además sujeta a la constante amenaza de Esteban Dušan.[6]​ La situación se hizo cada vez más desesperada, y se llegó a hablar de entregar la ciudad a la protección de los extranjeros, es decir, al Imperio serbio. Sin embargo, esto era inaceptable para los tesalonicenses, incluyendo al otro arconte, Alejo Láscaris Metoquites.[11]​ A finales de 1349, los zelotes fueron derrotados y Andrés Paleólogo huyó al monte Athos. Siguieron las negociaciones, y en 1350, Cantacuceno hizo una entrada triunfal en la ciudad acompañado del emperador Juan Paleólogo y Palamás.[11][12]



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