Zhu Xi (en chino, 朱熹; pinyin, Zhū Xī, Wade-Giles: Chu Hsi, c. 18 de octubre de 1130 - 23 de abril de 1200) fue un erudito chino confuciano de tiempos de la dinastía Song que llegó a ser uno de los más importantes neoconfucianos. Reconstruyó la famosa "Academia de la Cueva del Ciervo Blanco" (白鹿洞书院,白鹿洞書院,Báilùdòng Shūyuàn), una de las cuatro más importantes de la antigua China. Zhu Xi también tuvo influencia en Japón, donde sus seguidores fueron llamados la escuela Shushigaku (朱子学, Zhūzixué, "la escuela del maestro Zhu"), y en Corea, donde su filosofía es conocida como Jujahak (주자학). Durante la dinastía Song sus enseñanzas fueron consideradas heterodoxas.
Junto con otros eruditos codificó lo que ahora es conocido como el canon confuciano de textos clásicos: los Cuatro Libros (四书, 四書, Sìshū): el Gran Saber, la Doctrina de la medianía, las Analectas de Confucio, y el Libro de Mencio y los Cinco Clásicos (五经, 五經, Wǔjīng). También escribió extensos comentarios sobre todos esos textos que, a pesar de no ser reconocidos por sus contemporáneos, fueron después aceptados como ejemplares. Articuló lo que más más tarde se convertiría en la interpretación ortodoxa confuciana de algunas creencias del Taoísmo y el Budismo.
Zhu Xi aseguraba que todas las cosas son creadas por dos elementos universales: el qi (气, 氣) o fuerza vital y el li (理) o principio racional. La fuente y suma del li es el Taiji o principio generador de todas las cosas que, de acuerdo con sus ideas, causa que el qi se mueva y cambie en el mundo físico, dando como resultado la división del mundo en dos modos de energía (yin y yang) y el posterior surgimiento de los Cinco Elementos (fuego, tierra, metal, agua y madera).
De acuerdo con la teoría de Zhu Xi, cada objeto físico y cada persona contiene li y por tanto tiene contacto con el Taiji, principio regulativo supremo que trabaja en cada persona y que sería lo que llamamos alma, mente o espíritu.
Según Zhu Xi, el qi y el li operan juntos en una relación de dependencia mutua. No son por completo fuerzas espirituales, pues un resultado de su reacción es la creación de materia. Cuando su actividad es rápida se genera energía yang, y cuando es lenta, se genera energía yin. El yang y el yin interactúan constantemente, ganando y perdiendo dominio entre sí. El resultado de esta interacción son las fases de la naturaleza conocidas como los cinco elementos.
En términos del li y el qi, el sistema de Zhu Xi es bastante semejante a las ideas budistas del li y el shi, aunque él y sus seguidores aseguraban que no copiaban las ideas budistas, sino que usaban conceptos presentes en el I Ching, el Libro de los Cambios.
Según Zhu Xi, la naturaleza moral fundamental de los humanos es la bondad. Incluso si una persona muestra un comportamiento inmoral, el principio regulativo supremo es bueno. Como es difícil establecer de dónde surge la inmoralidad según ese argumento, Zhu Xi afirmaba que surge por efecto del enturbiamiento del li al ser envuelto por el qi, pero esta afirmación no soluciona el problema de la inmoralidad, pues el qi de por sí forma parte del Taiji.
A pesar de que Zhu Xi veía su concepto del Taiji compatible con el del Taoísmo, era en realidad muy diferente de lo que el Taoísmo entiende por Tao. Mientras el Taiji es un principio diferenciador que resulta en el surgimiento de algo nuevo, el Tao es algo quieto y silencioso, que actúa para reducir todas las cosas a la igualdad y la indistinguibilidad. Zhu Xi aseguraba que existe una armonía central vacía que no es estática, sino dinámica, y que el Taiji está en constante movimiento.
Zhu Xi no sentía apego por las ideas tradicionales de un Dios-Cielo (Tian), aunque comentaba cómo sus propias ideas reflejaban los conceptos tradicionales. Alentó una tendencia agnóstica dentro del Confucianismo, ya que creía que el Taiji es un principio racional, al que se refería como una voluntad inteligente y ordenadora detrás del Universo. No fomentó la adoración a los espíritus ni las ofrendas a las imágenes y, a pesar de que practicaba ciertas formas de adoración a los ancestros, no creía que las almas de estos existiesen, sino que lo consideraba una forma de remembranza y gratitud.
Zhu Xi practicaba una forma de meditación similar, pero no igual, al dhyana budista, llamado chan (禅, 禪, chán) en China. Su meditación no requería el cese de todo pensamiento como en el caso del Budismo, sino que se caracterizaba por una introspección que ayudaba a balancear varios aspectos de la personalidad de cada uno, permitiendo el pensamiento enfocado y la concentración. Su forma de meditación era por naturaleza confuciana, en el sentido de que estaba preocupada por la moralidad. Él creía que ese tipo de meditación acercaba más a la humanidad y le traía armonía.
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