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Adolfo Martín Andrés



Adolfo Martín Andrés es una ganadería de toros bravos de la provincia de Cáceres y pertenece a Adolfo Martín Escudero. Este hierro tiene un origen zootécnico en las reses procedentes de los hierros del Marquesado de Albaserrada y Escudero Calvo, y conserva el encaste Albaserrada. [1]

Según consta en la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL) la ganadería de Adolfo Martín pasta en las fincas Los Alijares (Cáceres), Caballerías Chicas (Cáceres) y Caballerías de Piedras Labradas (Cáceres). La divisa de la ganadería es verde y roja; con señal hendida en ambas orejas de las reses. [2]

En 1912 el Marqués de Albaserrada compra al Conde de Santa Coloma una porción de la ganadería, concretamente las reses más influenciadas por Saltillo.[3][4]​ En 1920 José Bueno Cantón compra la ganadería, a su muerte los sobrinos de José se quedan con media ganadería y Juliana, su mujer, con la otra mitad. [5][6]

En 1941 muere Juliana y sus sobrinos Florentina, Josefa, Andrea y Antonio Escudero se quedan con la ganadería. Poco tiempo después surgen problemas entre los hermanos y separan las partes de la ganadería. [7]

Entre 1960 y 1965 los hermanos Victorino y Adolfo Martín se hacen con las partes de la ganadería correspondientes a Florentina, Josefa y Antonio Escudero. [8][9]

Adolfo Martín Miguel y Candelas Andrés Calvo tienen tres hijos, Adolfo, Victorino y Venancio. La familia se dedica a la venta y producción de carne de ganado manso. El padre de familia muere durante la guerra civil y un tiempo después los tres hermanos introducen la compraventa de ganado de lidia en los pueblos cercanos a Galapagar. [10][11]

En 1949, Adolfo compra novillos y vacas de Garciliano, se anuncia en Morazarzal y la normativa le obliga a inscribirse en la Asociación Nacional de Ganaderías de Lidia en el 1952.[12]

En 1960, los tres hermanos, compran una de las partes de la ganadería Albaserrada. La ganadería se pone a nombre de Victorino. Entre 1962 y 1965 compran el resto de la ganadería de Albaserrada.[13]​ Se lidió a nombre de Escudero Calvo Hermanos hasta 1966, fecha en la cual se lidia la primera corrida, en Calasparra, a nombre de Victorino Martín. [14][11]

En 1989 los hermanos deciden dividir la ganadería y Venancio vende su parte a sus dos hermanos. En 1992 Adolfo Martín Andrés cede la ganadería a su hijo, Adolfo Martín Escudero. En 1995 lidia su primera corrida en Céret donde consigue todos los premios. [11]

En el año 1998 debuta en Madrid y finalmente, tras lidiar los festejos reglamentarios con resultado satisfactorio, es admitido en la UCTL (Unión de Criadores del Toro de Lidia) en el 2000. [15]

El toro de la ganadería de Adolfo Martín, por su origen genético procede directamente de los prototipos raciales del encaste Albaserrada. Por esta razón corresponde a las características típicas de este encaste. [16]

La morfología de las reses de Adolfo es similar a la del encaste Saltillo. Se trata de ejemplares de talla media, finos de tipo y de piel. Presentan perfiles cefálicos rectos y la cabeza es estrecha, alargada y voluminosa, de sienes estrechas y morro afilado (hocico de rata). Las encornaduras suelen ser finas y normalmente se dirigen hacia arriba dando lugar a ejemplares veletos, cornivueltos y cornipasos. Su cuello es largo y móvil, el morrillo no suele ser muy prominente, y son degollados de papada. [17]

Lucen capas cárdenas en todas sus variantes y negras acompañadas de accidentales entrepelados, bragados, meanos, rabicanos, axiblancos, mulatos y más raramente salpicados, listones y ojalados. [18]

Sobre el comportamiento de los adolfos, los toreros siempre han considerado a estos animales como exigentes e inteligentes durante su lidia. Se trata de un tipo de toro encastado, de raza, con temple y bravura.[19]​ Se caracteriza por su capacidad de embestir, y agresividad durante esta, humilla mucho, se emplea en todos los tercios y exige. Acomete despacio y permite torear con profundidad, pelea hasta el final sin rajarse y no perdona los errores, ya que aprende muy rápido. [20]

Para una buena lidia requiere pocos capotazos, los imprescindibles, esperándole mucho y llevándole para delante. Se entrega en el caballo, siendo un número de 2 puyazos el más adecuado, y permite lucirse en la muleta. [21]



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