La agricultura incaica referencia al conjunto de técnicas y saberes utilizados en el territorio del Tahuantinsuyo por los pobladores del Imperio Inca para cultivar la tierra. Al desarrollarse en los Andes una sociedad predominantemente agrícola, los incas superaron al , venciendo las adversidades que el terreno andino y las inclemencias del clima. La adaptación de técnicas agrícolas que ya se empleaban con anterioridad en distintas partes, permitió a los incas organizar la producción de diversos productos, tanto de la costa, sierra y selva, para poder redistribuirlos a pueblos que no tenían acceso a otras regiones. Los logros tecnológicos, alcanzados a nivel agrícola, no hubieran sido posibles sin la fuerza de trabajo que se encontraba a disposición del Inca, así como la red vial que permitía almacenar adecuadamente los recursos ya cosechados y repartirlos por todo su territorio. El desarrollo agrícola inca y las técnicas usadas fueron tan efectivas que muchos expertos consideran que si se reutilizaran hoy en día se solucionarían los problemas de nutrición de la gente de los Andes por muchas décadas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el aumento de población durante más de cinco siglos y, sobre todo, la transformación de las técnicas agrícolas y la expansión de la tierra agrícola a zonas menos pobladas y llanas, pero más aptas, invalidarían por sí solas la especulación con el uso de técnicas ya obsoletas. No pasa en balde un tiempo tan largo y pensar en volver a las técnicas del pasado no deja de ser una idea romántica pero totalmente impracticable. El abandono de las tierras agrícolas de Machu Picchu, aún en la época indígena, serían la mejor prueba de que la adaptación de la agricultura a técnicas anticuadas no resulta factible ahora. A pesar de lo dicho anteriormente, existen otras posturas que cuestionan la creencia de que los métodos de redistribución Inca no funcionarían hoy en día, ya que estas afirmaciones parten de una imposibilidad de re imaginar y reconstruir los principios del Allyu utilizando las tecnologías y los saberes que poseemos en la actualidad. Es decir, responden a un epistemicidio, creyendo que las figuras de organización social, económica y política traídas por los europeos, con todo y sus falencias, son naturales e imposibles de erradicar
Los antiguos peruanos del Cusco, al no tener yunta por la falta de animales, para realizar sus labores agrícolas utilizaron, el arado de tracción humana que denominaban a tajlla o chaquitaqlla, que es un palo puntiagudo, con una punta un tanto encorvada, que a veces era de madera o de piedra. Antes de su terminal tenía esta herramienta otro palo transversal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco. Las herramientas manuales incas empleadas en la agricultura no han podido ser superadas, sobre todo cuando se trata de trabajar en las laderas andinas o en ámbitos limitados.
La importancia de la agricultura llevó a los indígenas a buscar fertilizantes para sus cultivos. La información que poseemos sobre abonos procede de la costa y manifiesta el aprovechamiento de recursos naturales renovables. Los principales abonos empleados son nombrados por los cronistas y fueron usados sobre todo para la producción de maíz lo cual confirmaría la sugerencia de Murra acerca de la prioridad de este cultivo. Un primer abono consistía en enterrar junto con los granos, pequeños peces como sardinas o anchovetas. Una representación de este sistema estaba pintada en los muros de uno de los santuarios de Pachacámac donde figuraba una planta de maíz germinando de unos pececitos. El segundo abono usado era el estiércol de las aves marinas que por millares anidan en las islas del litoral. El recurso llamado guano se formaba por las deyecciones de las aves y los costeños tenían por costumbre extraer el guano de las islas. El tercer recurso renovable provenía del mantillo de hojas caídas de los algarrobos y guarangos utilizadas para mejorar los suelos.
Los incas tuvieron una especial preocupación por encontrar formas para mejorar las condiciones del suelo para la agricultura. La variedad del clima y del territorio difícil, los llevaron a buscar soluciones diversas, y fueron muchas las formas que encontraron para hacer frente al problema. Entre las medidas más conocidas se encuentran la construcción de andenes, que durante el gobierno incaico se le dio una gran importancia. Aunque demandaban movilizar grandes cantidades de mano de obra, que el estado inca podía realizar con relativa facilidad.
Los andenes son terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para la siembra en las laderas andinas. Permitían aprovechar mejor el agua, tanto en lluvia como en regadío, haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles, con esta medida evitaban al mismo tiempo la erosión hidráulica del suelo. Los andenes no sólo servían para el cultivo del maíz, sino para el cultivo de diferentes productos agrícolas, y aún para diferentes usos: para sembradíos, para evitar la erosión, para el lavado de la sal mineral.
Los andenes han merecido amplias investigaciones e inclusive se trata actualmente de reconstituirlos para beneficio de la agricultura. Ellos permiten cultivar las laderas empinadas de las quebradas y evitar la erosión producida por las lluvias.
La tierra acarreada en los andenes después de la construcción de los muros de piedra y del canal hidráulico que lleva el agua para el regadío desde el primer andén hasta el último, es labrada con la chaki-taclla, típico "arado" de pie indígena que es una herramienta para remover la tierra y para abrir huecos donde poner las semillas.
En la costa, algunos angostos andenes que carecen de agua y de canales de riego fueron utilizados como tendederos para secar algunos productos agrícolas como el ají (Capsicum sp.). Ejemplo de esto son los andenes que están detrás del edificio de Puruchuco en Lima. Otros como en Carquín, cerca de Huaura, servían para secar pescado fresco.
Eran terrenos artificiales construidos en las riberas del lago Titicaca. Se trataban de montículos de tierra que permitían almacenar y aprovechar mejor el agua en lugares de frecuentes inundaciones a causa de las lluvias. Usaron una serie de técnicas agrícolas en los camellones, entre ellas, el trazado de surcos artificiales para dar protección a las plantas, facilitar el drenaje durante las lluvias, inundaciones, riego, como fuentes de abono y, especialmente, para disminuir el crudo frío nocturno en las alturas, evitando de este modo las heladas.
En tiempos prehispánicos se crearon en las punas las llamadas cochas o lagunas artificiales usadas para cultivar y para dar de beber al ganado. Estas lagunas pueden ser redondas, alargadas o rectangulares, y están compuestas por un gran número de surcos simétricos que recolectan el agua de las lluvias y la conducen entre los camellones de los surcos. El agua no debe empozarse más de un día por temor a podrir los sembríos y causar enfermedades como el dengue. En sus bordes crecen pastos consumidos por el ganado que actualmente aprovechan las cochas abandonadas.
Eran lagunas artificiales o cochas que se usaban para aprovechar el territorio del altiplano y adaptar la agricultura a las condiciones climáticas extremas que tiene esta región. Son concavidades compuestas por varios surcos. El agua no debe empozarse más de un día, porque puede hacer que se pudran los cultivos. En sus bordes crecen pastos que alimentan al ganado. Esta tecnología es usada intensamente en la actualidad.
Los conocimientos hidráulicos -canales y bocatomas-, permitieron la irrigación y el cultivo, especialmente del maíz. El litoral peruano se caracteriza por sus dilatados desiertos cortados por ríos que bajan por las serranías y cuyos caudales permiten el surgimiento de la agricultura. Los costeños fueron los mayores ingenieros hidráulicos pues se perfeccionaron y lograron métodos bastante sofisticados de irrigación, sobre todo los mochicas y más tarde los chimú. En el Cuzco se canalizaron los dos riachuelos que atraviesan la ciudad, empedrando sus cauces y estableciendo puentes peatonales. Un ejemplo de la tecnología serrana es Cumbe Mayo, en Cajamarca, canal tallado en la piedra. La importancia de las obras hidráulicas se manifiesta en los numerosos mitos que cuentan los orígenes de dichas obras.
Junto con la ganadería, la agricultura fue la actividad más importante que representó la base de la economía inca. Las poblaciones que habitaron el área andina lograron domesticar y aclimatar una gran variedad de productos a diversas condiciones, sacando provecho de terrenos considerados más bien difíciles para la producción agrícola. El principal producto que cultivaron era la papa, con la cual preparaban diferentes tipos de chuño; también otros tubérculos como la mashua, el olluco y la oca. El maíz era considerado un recurso de tipo suntuario que otorgaba prestigio y era cultivado con fines burocráticos, militares y ceremoniales. En la costa cultivaron el camote, frijol, etc.
Se estima que los incas cultivaron cerca de setenta especies vegetales, entre ellas, papas, camotes, maíz, ajíes, algodón, tomate, maní, oca y quinua.
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