La arquitectura popular, como el arte popular, es la arquitectura de las clases populares, realizada por los propios usuarios o por artesanos con escasa instrucción, los cuales construyen diversos tipos de edificios, básicamente los alojamientos de las áreas rurales, así como diversos tipos de edificaciones auxiliares destinadas a fines propios o secundarios, relacionados con la vida y el trabajo como pueden ser las construcciones de piedra para uso agrícola, los corrales, las pallozas, los hórreos, las bordas, etc.
Las construcciones y edificios de la arquitectura popular son funcionales adecuándose siempre a la finalidad prevista y a los materiales disponibles en cada lugar. Se caracterizan por una gran economía de medios, volumen y obra, ya que sus constructores buscan el ahorro de trabajo y materiales, ello conlleva que dichos materiales son siempre locales o próximos y se emplean con técnicas sencillas cuyo origen se remonta a épocas anteriores que se han transmitido de una a otra generación mediante la tradición oral.
Arquitectura popular o arquitectura vernácula, son términos que se aplican indistintamente a las construcciones o a los edificios que presentan rasgos o características tipológicas comunes en determinados ámbitos geográficos de diversa extensión, por ejemplo: la arquitectura de barro en España, propia de las comarcas de la Tierra de Campos o la arquitectura subterránea, que se extiende por muchas parte del mundo.
La teoría y la historia de la arquitectura, tradicionalmente se han ocupado del estudio de los monumentos, de la obra de los arquitectos, de las corrientes y estilos de la «arquitectura culta» dejando de lado la «arquitectura sin arquitectos» que representa el 90 % de los espacios donde la humanidad vive y trabaja, frente al 10 % que representan los edificios y espacios de la «arquitectura culta».
La arqueología nos ha descubierto el interés que tiene el contexto de un monumento al investigar tanto los templos, palacios o tumbas como la ciudad entera que constituye el más expresivo testimonio de la civilización que creó aquella cultura cuyos monumentos admiramos.
Amos Rapoport, en su libro Vivienda y cultura, establece tres categorías para la arquitectura : la culta, la primitiva y la vernácula. Dentro de esta última establece una división adicional entre arquitectura vernácula preindustrial y postindustrial, aun cuando el mismo Rapoport señala el carácter un tanto arbitrario de esta segunda división así como el hecho indiscutible que las tres categorías no constituyen una división cerrada sino un esquema referido a algunos aspectos fundamentales. Las fronteras entre una u otra son a menudo imprecisas y las influencias actúan, de hecho, en todas direcciones.
La arquitectura primitiva es una categoría más fácil de delimitar ya que se asocia a la arquitectura de las sociedades definidas como primitivas por los antropólogos, ya sean las sociedades primitivas actuales o las culturas históricas que al final del neolítico realizaron las primeras construcciones cuyos restos han llegado hasta nosotros, son las sociedades que se establecieron en el valle del Nilo, Canaán, Siria, Mesopotamia o Anatolia y evolucionaron hacia la historia. Son también las culturas neolíticas primitivas de diversas comarcas de Europa cuya huella en la civilización prácticamente se extinguió con ellas.
La arquitectura popular, seria el equivalente a la arquitectura vernácula preindustrial, presupone y es complementaria de la arquitectura culta, ya que ambas evolucionaron a partir de la arquitectura primitiva. Por otra parte, la arquitectura popular refleja los modelos de la arquitectura culta, ya que las clases populares, históricamente sometidas, reflejan el comportamiento y los modos de las clases dominantes.
La historiografía de la arquitectura moderna ha presentado la construcción de hábitats tradicionales como un elemento con alto significado cultural, así tenemos la siguiente cita del libro Arquitectura in Nuce, obra del arquitecto e historiador de la arquitectura moderna Bruno Zevi :
La arquitectura popular está influida por las necesidades de cobijo de los habitantes de cada zona en función de las características climáticas de la misma y condicionada por los materiales que en sus alrededores podían encontrar y utilizar. Así pues hay una distribución zonal de la arquitectura popular, pudiéndose encontrar construcciones populares típicas en las diferentes zonas de España. Estas construcciones comprenden desde viviendas, hasta edificios públicos pasando por edificios con fines agrícolas e industriales. También son de consideración las casas situadas en las localidades o pueblos edificadas como simple vivienda. Algunos ejemplos de construcciones características son:
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