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Asalto al cuartel Moncada



El asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, fue parte de una acción armada realizada el 26 de julio de 1953 por un grupo de hombres y mujeres de la juventud del Partido Ortodoxo a cuyo mando estaba el entonces abogado Fidel Castro con el fin de derrocar al dictador Fulgencio Batista.

El movimiento se completó con el ataque al cuartel «Carlos Manuel de Céspedes», de Bayamo y fue derrotado. Fidel Castro se haría conocido en el país por el ataque al Cuartel Moncada, y su posterior enjuiciamiento. Su alegato de autodefensa quedó recogido en el libro La Historia me absolverá.

El cuartel Moncada, en el año 1953 era la sede del regimiento número 1 «Antonio Maceo» en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia de Oriente, al mando del Coronel Alberto del Río Chaviano. Por su importancia, el Moncada era la segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos mil hombres. Su lejanía de La Habana dificultaba el envío de ayuda al Ejército Oriental. Además, Santiago se hallaba situada en la costa sur, junto al mar, y rodeada de montañas.

Por esas condiciones el 26 de julio de 1953 un grupo de guerrilleros cubanos, con ideas revolucionarias y buscando librar a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista del 10 de marzo de 1952, liderados por Fidel Castro decidieron atacar este cuartel. Una vez tomado el Moncada las condiciones que presentaba la ciudad le facilitaba a los rebeldes la defensa de la misma cuando fuera tomada, y el inicio de la lucha guerrillera si había que abandonarla. A eso se unía un elemento histórico: en Oriente se habían iniciado las tres guerras independentistas en el siglo pasado que se habían librado en Cuba, allí se produjeron insurrecciones populares en varios momentos del período republicano —incluso durante la Revolución de 1933—, sus montañas eran conocidas por la resistencia armada de los campesinos frente a los latifundistas, ese territorio era llamado «el Oriente indómito». Una vez dueños del Moncada, los revolucionarios tomarían las estaciones de la Policía Nacional, la Policía Marítima y la Marina de Guerra, así como una radioemisora, a fin de dar a conocer sus objetivos y llamar a incorporarse a la lucha. En la concepción de Fidel, la insurrección armada era inseparable de la movilización de las masas populares.

Para apoyar la acción del «Moncada» se decidió tomar simultáneamente el cuartel «Carlos Manuel de Céspedes», de Bayamo, ciudad situada en el centro de la provincia de Oriente y que constituía un importante nudo de comunicaciones terrestres. Esta acción comprendía la voladura de los puentes sobre el río Cauto, a fin de impedir o dificultar la llegada de refuerzos por tierra para las tropas de Santiago de Cuba.

El plan se elaboró en secreto. Además de Fidel Castro, solamente lo conocían tres miembros de la dirección del movimiento, incluidos Abel Santamaría y Renato Guitart. Los demás sabían que se iba a realizar un combate, pero ignoraban cuál era exactamente este. La misma preocupación se tuvo al estructurar el movimiento: se hizo en forma celular y se observaban estrictamente las normas de seguridad que exigía su carácter clandestino. Tenía dos comités de dirección: uno militar, al mando de Fidel Castro, y otro civil, dirigido por Abel Santamaría. Además, se trataba de una organización selectiva. Por orientaciones de Fidel Castro, sus miembros se reclutaron entre las clases y sectores de la población: obreros, campesinos, empleados, profesionales. Eran personas preferentemente jóvenes. A principios de 1953, el movimiento contaba aproximadamente con 1200 miembros.

Las armas, los uniformes y los recursos necesarios para la lucha fue posible por la voluntad de los propios combatientes, y simpatizantes. Natalia Revuelta, amante de Fidel Castro, y madre de su hija Alina Fernández, dio 5000 pesos, un joven vendió su empleo y aportó $300.00 «para la causa»; otro liquidó los aparatos de su estudio fotográfico, con los que se ganaba la vida; otro más empeñó su sueldo de varios meses y fue preciso prohibirle que se deshiciera también de los muebles de su casa; este vendió su laboratorio de productos farmacéuticos; aquel entregó sus ahorros de más de cinco años, y así se sucedieron los casos de abnegación y generosidad. También se hizo uso del robo, muchos de los automóviles utilizados en el asalto al Moncada fueron sustraídos a sus dueños, el propio Fidel Castro fue a defender en Matanzas a un afamado ladrón que trabajaba para la "causa", que fue capturado en un intento de robo, lo cual identifica al movimiento como una organización en la cual "valía todo" con tal de lograr el objetivo de poner al futuro tirano en el poder.[1]

Con esos recursos se adquirieron 165 armas, principalmente fusiles calibre 22 y escopetas de caza. Se iniciaron los entrenamientos y prácticas de tiro que tuvieron lugar en la Universidad de La Habana, el Club de Cazadores del Cerro y distintos sitios en las provincias de La Habana y Pinar del Río. Para asegurar la acción se alquiló una pequeña finca de recreo, la granjita «Siboney», situada en las afueras de Santiago de Cuba, con el supuesto fin de dedicarla a la cría de pollos. En ella se situaron las armas, los uniformes (iguales a los del ejército de Batista), y los automóviles que se utilizarían en el ataque, y allí se concentrarían los combatientes en el momento oportuno.

Se escogió para la acción, el 26 de julio por ser domingo de carnaval, fiesta a la que tradicionalmente asistían personas de diferentes puntos de la isla, por lo cual la presencia de jóvenes de otras provincias no causaría extrañeza. Por razones de seguridad, se evitó escoger para el ataque al cuartel Moncada a residentes de Santiago de Cuba.

En la madrugada de ese día, 135 combatientes, vestidos con uniformes de sargento del ejército y dirigidos por Fidel, precisaban el plan de ataque al Cuartel Moncada en la granja Siboney. Se organizaron en tres grupos, el primero de los cuales, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos, mandados respectivamente por Abel Santamaría —segundo jefe del movimiento— y Léster Rodríguez, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel: el Hospital Civil Saturnino Lora, desde donde se atacaría al cuartel, y el Palacio de Justicia, donde radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal. El grupo de Santamaría trataría de tomar el hospital, y el grupo de Léster, que incluía a Raúl Castro, hermano de Fidel, tomaría el Palacio de Justicia. Fidel Castro no había invitado a su hermano a esta acción, fue José Luis Tassende, uno de los asaltantes, el que lo hizo, y Fidel se sorprendió al ver a su hermano en la granja Siboney.

Cuando todos estuvieron listos, se le dio lectura al «Manifiesto del Moncada», redactado por el joven poeta Raúl Gómez García bajo la orientación de Fidel. En él se caracteriza el ataque al Moncada como la continuación de la lucha histórica por la plena independencia y la libertad de la patria, se plasman los principios revolucionarios y los objetivos del movimiento, y se hace un llamado a la dignidad y la vergüenza del pueblo cubano. Gómez García leyó sus versos «Ya estamos en combate» y Fidel les dirigió esta brevísima exhortación:

Alrededor de las 4:45 de la madrugada, todos comenzaron a salir en 16 autos desde Siboney hacia el cuartel Moncada. El auto en que iba Ernesto Tizol, que hizo las gestiones para alquilar la granja Siboney, se extravió en la ciudad, y nunca llegó al cuartel. Los grupos dirigidos por Abel (20 miembros) y Léster (5 miembros) cumplieron su objetivo: la toma del Hospital Civil y el Palacio de Justicia. El grupo principal con 90 atacantes, dirigido por Fidel Castro, llegó al cuartel (aprox. 5:00 a. m.), hasta la posta No. 3, la desarmó, pero solo 5 asaltantes pudieron entrar al cuartel, y murieron en la acción. Una patrulla de 2 soldados de recorrido alrededor del cuartel, que llegó inesperadamente, provocó un tiroteo prematuro que alertó a la tropa, y permitió que se movilizara rápidamente el campamento. La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel, y se prolongó en un corto combate de posiciones (aprox. 20 minutos) en la posta No. 3. La lucha de los guardias y los asaltantes en otros sitios duró alrededor de 2½ horas. Los revolucionarios confundieron el Hospital Militar y viviendas de militares, que estaban fuera del cuartel, como si fueran parte de este, y los atacaron por error.

Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada general. La orden no fue conocida por Santamaría y su grupo, que permanecieron dentro del hospital civil, fueron apresados, y fusilados por el ejército.

Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago de Cuba, 25 revolucionarios dirigidos por Raúl Martínez Ararás asaltaron el Cuartel de Bayamo, operación que tuvo una mala ejecución, y fracasó.

Inmediatamente después de estos hechos, el gobierno reaccionó con una brutal represión. Batista decretó el estado de sitio en Santiago de Cuba y la suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional; clausuró el periódico «Noticias de Hoy», órgano del Partido Socialista Popular, y aplicó la censura a la prensa y la radio de todo el país. Creaba así las condiciones para lanzar a los cuerpos represivos con violencia y sin riesgo de publicidad contra la rebeldía popular.

Excepto unos pocos combatientes que pudieron escapar ayudados por el pueblo, casi todos los demás fueron capturados y gran parte de ellos asesinados en los días sucesivos. Sólo 6 asaltantes al Cuartel Moncada habían perecido en la lucha; pero las fuerzas represivas del régimen asesinaron a 55 asaltantes prisioneros, y después se les presentó como caídos en combate[cita requerida]. Fidel Castro, Raúl Castro y otros fueron apresados en los días siguientes al ataque, enjuiciados y condenados a prisión. Fidel Castro fue condenado a 15 aňos de cárcel, y su hermano Raúl a 13. En total, 99 asaltantes sobrevivieron, 51 fueron enjuiciados, y 30 cumplieron condenas. En 1955, antes de cumplidos 2 años de condena, todos estos prisioneros, encarcelados en el Presidio Modelo de Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) fueron amnistiados por el dictador Fulgencio Batista. Seis días después del ataque, Fidel Castro, Juan Almeida, Mario Chanes de Armas y otros cinco, fueron arrestados por el teniente Pedro Sarría y su tropa, en un bohío de la finca Las Delicias, de Manuel Leizán, cerca de Santiago de Cuba, al ser sorprendidos durmiendo. Sarría protegió la vida de Fidel Castro y sus acompaňantes. El arzobispo católico de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serantes dio garantías que se les perdonaría la vida a todos los atacantes capturados. Batista había dado la orden al ejército después de algunos días del ataque, de respetar la vida de los prisioneros. La familia Díaz-Balart, a la que pertenecía Mirta, esposa de Fidel, era amiga de Batista, e intercedió con el dictador para que perdonara la vida a Castro. El yerno de Fidel era el ministro de Transporte, y el cuñado era viceministro del Interior del gobierno de Batista. El teniente Jesús Yánez Pelletier no cumplió la orden de envenenar la comida de Fidel Castro, mientras estaba preso en la cárcel de Boniato, en la provincia de Oriente.

Más tarde, ante el tribunal que lo juzgó en Santiago de Cuba, Fidel Castro denunciaría:

Los crímenes cometidos en esos días por el régimen los denunció Fidel Castro en su alegato de autodefensa La Historia me Absolverá. Los médicos forenses y los servicios funerarios que atendieron los cadáveres de los revolucionarios que participaron en el ataque al Cuartel Moncada, no encontraron huellas de tortura, como afirmó Fidel Castro. La frase "la historia me absolverá" nunca fue pronunciada en el juicio realizado a Fidel Castro en 1953. Él dijo allí: "la historia, definitivamente, lo dirá todo". En realidad, La Historia me Absolverá, fue escrita por Fidel Castro mientras estaba en prisión, como su alegato en su juicio por el asalto al cuartel, pero él añadió frases que no fueron pronunciadas en su real alegato ante el tribunal, según constan en las actas del juicio, y en testimonios posteriores de los jueces. Algunos historiadores seňalan que la frase "la historia me absolverá", está inspirada en una frase del libro de Adolfo Hitler, Mi Lucha (en alemán Mein Kampf), que Castro había leído.

Después del triunfo de la revolución el Moncada fue convertido en una ciudad escolar que tomó el nombre de "Ciudad Escolar 26 de julio" y un espacio de ella se dedicó a un museo sobre los hechos relacionados con el asalto.



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