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Ascensión de Jesucristo



La Ascensión de Jesús es la enseñanza cristiana sustentada por varios pasajes del Nuevo Testamento de que Jesucristo entró en la gloria con su cuerpo resucitado en presencia de once de sus apóstoles, cuarenta días después de la resurrección. En la narración bíblica, un ángel les dice a los discípulos que la segunda venida de Jesús se llevará a cabo de la misma manera que su Ascensión.[1]

Los evangelios canónicos incluyen dos breves descripciones de la Ascensión de Jesús en Lucas 24:50-53 y Marcos 16:19. Una descripción más detallada de la Ascensión corporal de Jesús en las nubes se da en Hechos 1:9-11.

La Ascensión de Jesús es profesada en el Credo de Nicea y en el Credo de los Apóstoles. La Ascensión implica la humanidad de Jesús siendo tomada en el Cielo.[2]​ La Fiesta de la Ascensión es una de las principales fiestas del año cristiano.[2]​ Se celebra en el día 40 del Domingo de Pascua, por lo que siempre cae en jueves. La fiesta se remonta al menos al siglo IV, como es ampliamente atestiguado.[2]​ La Ascensión es uno de los cinco principales hitos en la narración del evangelio de la vida de Jesús, los otros son el bautismo, la transfiguración, la crucifixión y la resurrección.[3][4]

En el siglo VI se había establecido la iconografía de la Ascensión en el arte cristiano, y las escenas de la Ascensión en el siglo IX estaban siendo representadas en las cúpulas de las iglesias.[5][6]​ Muchas escenas de la Ascensión tienen dos partes, una parte superior (celestial) y una parte inferior (terrenal).[7]​ El Jesús ascendiendo es representado a menudo bendiciendo con la mano derecha, bendición dirigida hacia el grupo terrenal por debajo de él y que significa que él está bendiciendo a toda la Iglesia.[8]

Los evangelios canónicos incluyen dos breves descripciones de la Ascensión de Jesús en Lucas 24:50-53 y Marcos 16:19.[9][10][11]

En el Evangelio de Marcos 16:14, después de la resurrección, Jesús «se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa». Durante la comida, Jesús les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15).

Después de esto, la Ascensión se describe en Marcos 16:19 como sigue:[9]

Y el Señor, después de hablarles, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.

Sin embargo, basándose en fuertes evidencias textuales y literarios, estudiosos de la Biblia ya no aceptan Marcos 16:9-20 como original del libro.[12]​ Más bien, esta sección parece haber sido compilada basándose en otros relatos de los evangelios y anexada mucho más tarde. Como tal, el escritor de Lucas-Hechos es el único autor original en el Nuevo Testamento que se refirió a la Ascensión de Jesús.

En Lucas, Jesús lleva a los once discípulos a Betania, cerca de Jerusalén. Lucas 24:50-52 describe la Ascensión de la siguiente manera:[9][10]

Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo.

La bendición es a menudo interpretada como un acto sacerdotal en el que Jesús deja a sus discípulos bajo el cuidado de Dios Padre.[10]​ El regreso a Jerusalén después de la Ascensión finaliza el Evangelio de Lucas en el mismo lugar donde comenzó: Jerusalén.[11]

La narración de los Hechos de los Apóstoles comienza con el relato de las apariciones de Jesús después de su resurrección y su Ascensión cuarenta días a partir de entonces en Hechos 1:9-11.[10][11]Hechos 1:9-12 especifica la ubicación de la Ascensión como el «monte llamado de los Olivos», cerca de Jerusalén.

Hechos 1:3 afirma que Jesús:

se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Después de dar una serie de instrucciones a los apóstoles, Hechos 1:9 describe la Ascensión de la siguiente manera:

Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

Después de esto, dos hombres vestidos de blanco aparecen y dicen a los apóstoles que Jesús regresará de la misma manera que fue llevado, y los apóstoles regresan a Jerusalén.[11]

Una serie de declaraciones en el Nuevo Testamento pueden interpretarse como referencias a la Ascensión.[13]

Hechos 1:9-12 indica que la Ascensión tuvo lugar en el Monte de los Olivos (el «Monte de los Olivos», en la que el pueblo de Betania se encuentra). Después de la Ascensión, los apóstoles son descritos como regresando a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, dentro de viaje de un sábado. La tradición ha consagrado este sitio como el Monte de la Ascensión. El Evangelio de Lucas dice que el evento se llevó a cabo «en las proximidades de Betania» y el Evangelio de Marcos no especifica ninguna ubicación.

Antes de la conversión de Constantino en el año 312 d. C., los primeros cristianos honraban la Ascensión de Cristo en una cueva en el Monte de los Olivos. Hacia el año 384, el lugar de la Ascensión fue venerado en el actual sitio abierto, cuesta arriba de la cueva.[16]

La Capilla de la Ascensión en Jerusalén es hoy un lugar sagrado cristiano y musulmán que, se cree actualmente, marca el lugar desde donde Jesús ascendió al cielo. En la pequeña iglesia redonda/mezquita existe una piedra grabada con lo que algunos dicen ser las mismas huellas de Jesús.[16]

Alrededor del año 390 una mujer romana adinerada llamada Poimenia financió la construcción de la iglesia original llamada «Basílica de Eleona» (elaion en griego significa «jardín de olivos», de elaia «olivo», y tiene una similitud a menudo mencionada a eleos que significa «misericordia»). Esta iglesia fue destruida por los persas sasánidas en 614. Posteriormente fue reconstruida, destruida y reconstruida de nuevo por los cruzados. Esta iglesia final fue más tarde también destruida por los musulmanes, dejando sólo una estructura octogonal de 12x12 metros (llamado un martyrium, «memorial» o «edículo»), que se mantiene hasta nuestros días.[17]​ El sitio fue adquirido finalmente por dos emisarios de Saladino en el año 1198 y se ha mantenido en la posesión del Waqf Islámico de Jerusalén desde entonces. La Iglesia ortodoxa rusa también mantiene un Convento de la Ascensión en la cima del Monte de los Olivos.

La Ascensión de Jesús se profesa en el Credo de Nicea y en el Credo de los Apóstoles. Implica la humanidad de Jesús siendo tomada en el Cielo.[2]

El Catecismo de la Iglesia católica (Punto 668) afirma:[18]

La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo.

Refiriéndose a Marcos 16:19 («Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios»), el papa Juan Pablo II declaró que la Escritura posiciona el significado de la ascensión en dos afirmaciones: «Jesús dio instrucciones, y luego Jesús tomó su lugar».[19]

Juan Pablo II también por separado enfatizó que Jesús había predicho de su Ascensión varias veces en los Evangelios, por ejemplo, Juan 16:10 en la Última Cena: «voy al Padre, y no me veréis más» y en Juan 20:17, después de su resurrección, le dice a María Magdalena: «No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».[20]

Para la teología ortodoxa, ortodoxa oriental y asiria, la Ascensión de Cristo se interpreta como la culminación del misterio de la Encarnación, ya que no solamente marcó la finalización de la presencia física de Jesús entre sus apóstoles, sino que consumó la unión de Dios y el hombre cuando Jesús ascendió en su cuerpo humano glorificado para sentarse a la diestra de Dios Padre. La Ascensión y la Transfiguración tanto ocupan un lugar destacado en la doctrina cristiana ortodoxa de la theosis. En las Iglesias calcedónicas, la Ascensión corporal al cielo también se entiende como el símbolo definitivo terrenal de las dos naturalezas de Cristo: divina y humana.[21]

La Confesión de Fe de Westminster (parte de la tradición reformada en el calvinismo e influyente en la iglesia presbiteriana), en el artículo cuatro de capítulo ocho, declara:[22]

Al tercer día resucitó de entre los muertos, con el mismo cuerpo que tenía cuando Él sufrió, con el cual también subió al cielo, y está sentado a la diestra de su Padre, intercediendo, y volverá, a juzgar a los hombres y de los ángeles, en el fin del mundo.

La Segunda Confesión Helvética aborda el propósito y el carácter de la ascensión de Cristo en el capítulo 11:[23]

La verdadera Ascensión de Cristo.

También creemos que nuestro Señor Jesucristo con su mismo cuerpo ha ascendido a todos los cielos visibles hasta el gran cielo, la morada de Dios y de de los santos, hasta la diestra de Dios. Y si esto significa, en primer lugar, una verdadera comunión con la gloria y la majestad, aceptamos que el cielo es un lugar determinado, lugar al que el Señor se refiere en el Evangelio: «Voy, pues, a preparar lugar para vosotros» (Juan 14:2). Pero también dice el apóstol Pedro: «Es menester que el cielo tenga a Cristo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas» (Hechos 3:21).

El estudioso del Nuevo Testamento Rudolf Bultmann escribe: «La cosmología del Nuevo Testamento es esencialmente mítica en carácter. El mundo es visto como una estructura de tres pisos, con la Tierra en el centro, el cielo, y el inframundo debajo. El cielo es la morada de Dios y de los seres celestiales-ángeles [...]. Nadie que tenga edad suficiente para pensar por sí mismo supone que Dios vive en un cielo local».[24]

El Jesus Seminar considera los relatos del Nuevo Testamento de la ascensión de Jesús como invenciones de la comunidad cristiana en la era apostólica.[25]​ Describen la Ascensión como un dispositivo conveniente para desacreditar las reivindicaciones de apariciones constantes dentro de la comunidad cristiana.[25]

Por lo demás, las ascensiones al cielo eran, en la época en que se escriben los evangelios y desde muchos siglos antes, algo habitual referido a personajes de cierta importancia o legendarios. Así, según el teólogo católico Gerhard Lohfink, ya el mítico fundador de Roma Rómulo, Heracles, Empédocles, Alejandro Magno o Apolonio de Tiana cuentan con historias similares, en las que son transportados hacia lo alto en una nube o envueltos por la oscuridad, a menudo desde un monte o colina elevada. Por tanto, se trataba de un fenómeno considerado factible dentro de la cultura de su tiempo.[26]

La Fiesta de la Ascensión es una de las grandes fiestas del calendario litúrgico cristiano, y conmemora la Ascensión corporal de Jesús al Cielo. El día de la Ascensión se celebra tradicionalmente en jueves, el cuadragésimo día desde el primer día de Pascua. Sin embargo, algunas provincias católicas han trasladado la observancia al domingo siguiente. La fiesta es una de las fiestas ecuménicas (es decir, universalmente celebradas), superando a las fiestas de la Pasión, de la Pascua y Pentecostés.

La Ascensión ha sido un tema frecuente en el arte cristiano, así como un tema en los escritos teológicos.[6]​ En el siglo VI se había establecido la iconografía de la Ascensión en el arte cristiano, y las escenas de Ascensión en el siglo IX estaban siendo representadas en las cúpulas de las iglesias.[5][27]​ Los Evangelios Rabbula (c. 586) incluyen algunas de las primeras imágenes de la Ascensión.[27]

Muchas escenas de la Ascensión tienen dos partes, una parte superior (celestial) y una parte inferior (terrenal). El Jesús ascendiendo es representado a menudo bendiciendo con la mano derecha.[7]​ El gesto de bendición de Cristo con su mano derecha se dirige hacia el grupo terrenal por debajo de él y significa que él está bendiciendo a toda la Iglesia.[8]​ En la mano izquierda, él podría sostener un Evangelio o un pergamino, lo que significa la enseñanza y la predicación.[8]

La representación ortodoxa de la Ascensión es una metáfora importante para la naturaleza mística de la Iglesia.[28]​ En muchos iconos orientales la Virgen María se coloca en el centro de la escena en la parte terrestre de la representación, con las manos levantadas hacia el cielo, a menudo acompañada por varios Apóstoles.[28]​ La representación mirando hacia arriba del grupo terrenal coincide con la liturgia oriental en la Fiesta de la Ascensión: «Venga, vamos a elevarnos y levantar nuestros ojos y nuestros pensamientos [...]».[8]

Pietro Perugino, 1496–1500.

Garofalo, 1520.

John Singleton Copley, 1775.

Basílica del Rosario, Lourdes, siglo XIX.

Andrei Rublev, 1408.

Icono macedonio del siglo XIX, Bitola, Macedonia.

Sacramentario Drogo, c. 850.

Manuscrito evangélico armenio, 1609.



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