La batalla de Papayal fue un enfrentamiento armado producido durante la disolución de la Gran Colombia el 10 de febrero de 1831, entre las fuerzas leales al vicepresidente constitucional Domingo Caicedo y los ejércitos de la dictadura de Rafael Urdaneta, con victoria de las primeras.
El 5 de septiembre de 1830 el general Rafael Urdaneta dio un golpe de estado contra el gobierno de Joaquín Mosquera y Domingo Caicedo, instalando una dictadura en nombre de Simón Bolívar, produciéndose rebeliones en su contra de inmediato. Los generales José María Obando y José Hilario López estaban reuniendo un ejército entre Popayán y Patía para enfrentar a Urdaneta, reclutando exguerrilleros realistas patianos y pastusos. Entre tanto, el general Tomás Cipriano de Mosquera marchaba desde Ibagué al Cauca para unirse al general Pedro José Murgueitio Conde y acabar con los rebeldes.
Obando dejó una fuerte guarnición en Patía por si debía retirarse y pasó por El Tambo, Timbío y Popayán, donde recibió grandes muestras de apoyo.
Entre tanto, el general Murgueitio, jefe militar de Cauca, había organizado 400 milicianos en Buga y Cauca y marchaba a unirse con el nuevo general, Pedro Murgueza, que estaba en las cercanías de Palmira. Este último no conocía bien el país y no sabía de los movimientos enemigos hasta que estos ocuparon Palmira y quedaron muy cerca de su campamento, interponiéndose entre él y Murgueitio. El jefe militar del departamento, dándose cuenta de la situación, retrocedió a Cartago pero sus milicianos se dispersaron en la retirada. Murgueza quedaba solo con sus 400 soldados del batallón Cazadores, 130 jinetes del 2° regimiento Húsares de Junin, 200 milicianos de Cali y 50 hombres de una compañía del batallón Vargas. Entre tanto, Obando y López consiguieron infiltrar agentes en una unidad enemiga, el batallón Cazadores de Bogotá, estableciendo contactos con su comandante, Vicente Bustamente. De hecho, tanto ese oficial como su unidad eran considerados poco fiables por Urdaneta y por ello se los envió tan lejos. Además, cuando un aparente rebelde desertor llamado Renfijo Palacios apareció en el campamento de Murgueza anunciándole la llegada de Obando a Palmira, el general no confió en él y lo dejó en custodia de Bustamante, pero en realidad había sido enviado a negociar con ese oficial. Poco después, los revolucionarios lograban capturar dos destacamentos de caballería dictatorial.
Cuando Murgueza se enteró de la retirada de Murgueitio, resolvió atacar al enemigo sin conocer bien sus fuerzas o posición. Así que decidió aproximarse durante la noche al campamento enemigo, pero su vanguardia, el batallón Cazadores, se dividió en dos partes por orden del capitán Nicolás Maidedo, quien secretamente había conspirado con Obando. Así, cuando los rebeldes se enteraron de esto, resolvieron atacar a los dictatoriales en la llanura abierta donde estaba la hacienda El Papayal a las 05:00 horas del 10 de febrero de 1831. Atacaron por el centro aprovechando la brecha dejada por Maidedo y aunque una compañía del Vargas con 200 milicianos de Cali liderados por el capitán Luis Quintero y el comandante Manuel José Collazos respectivamente intentaron resistir, se hicieron con el campo. El escuadrón de húsares, diezmado por los dos destacamentos perdidos el día anterior, intentó defender la retirada y reunión del Cazadores, pero acabó huyendo vencido. El mencionado batallón se negó a combatir. El general huyó con 12 húsares y 8 oficiales a Cali.
El 13 de febrero Collazos y 60 hombres abandonaron Cali y se dispersaron en las montañas de Hoya. Poco después, fueron fusilados los capitanes Quintero y Reyes y los sargentos Saldaña y González.
Los rebeldes duplicaron sus fuerzas gracias a la deserción masiva de bogotanos, su camino a la capital ahora estaba libre. Todas las ciudades del Cauca proclamaron su unión con Ecuador, lo que llevó a una guerra. En marzo se sumaban las sublevaciones del coronel Salvador Córdova en Antioquia y el general Juan José Neira en Cundinamarca. También Joaquín Posada Gutiérrez se declaraba por los constitucionalistas en Neiva con 450 soldados. Para esos momentos, la costa atlántica, Panamá, Cauca, Magdalena y Casanare estaban en manos rebeldes.
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