Batilde de Orleans (en francés: Bathilde d'Orléans; Saint-Cloud, 9 de julio de 1750 – París, 10 de enero de 1822) fue la única hija del Duque de Orleans Luis Felipe I de Orleans y Luisa Enriqueta de Borbón. Fue madre de Luis Antonio, último descendiente de la rama Borbón-Condé.
Hija de Luis Felipe I de Orleans, quedó huérfana de madre a los nueve años. La nueva esposa de su padre, a causa de los celos, logró convencerlo de enviar a la pequeña a un convento, del que Batilde salió sólo a los 20 años para casarse con su primo de 14 años, Luis Enrique José de Borbón-Condé, hijo del príncipe de Condé.
Él al poco tiempo se cansó de su esposa, pero de sus pocos y esporádicos encuentros íntimos nació un solo hijo, Luis Antonio.
Las traiciones de su esposo se volveron escandalosamente públicas en 1778 y las consecuencias recayeron por completo en Batilde. Se separaron en 1780 y ella no fue nuevamente recibida en los ambientes aristocráticos y tuvo que organizar su vida en su palacio de Chantilly.
De la relación con un oficial de marina tuvo en secreto una hija, quien fue oficialmente declarada hija de su secretario, para así poder mantenerla cerca.
Abandonó el cristianismo para dedicarse a las artes ocultas, estudió quiromancia, astrología, interpretación de los sueños y mesmerismo. Su salón de reuniones al poco tiempo adquirió gran notoriedad por su libertad de pensamiento y por las personas que lo frecuentaban.
Durante la Revolución Francesa, tal como su hermano Felipe, Batilde se declaró republicana. Mientras el antiguo régimen se desmoronaba, su hijo y marido (ambos realistas) huyeron al exterior, poco después de la toma de la bastilla. Ella, al contrario, tomó el nombre de Citoyenne Vérité (Ciudadana Verdad) y ofreció sus riquezas a la causa, antes que le fueran confiscadas.
En abril de 1793, su sobrino Luis Felipe se asiló en Austria, como medida de venganza, la Convención Nacional decretó la prisión en Marsella para todos los Borbones que aún residían en Francia. Al ser así recompensada por su lealtad a los ideales democráticos de la revolución, Batilde vivió un año y medio en una siniestra celda y, en noviembre de ese año, su hermano murió en la guillotina.
Se salvó milagrosamente durante El Terror. Fue liberada durante la realización del Termidor y pudo volver a su residencia en el Palacio del Elíseo (comprado por ella anteriormente en 1787 a Luis XVI) en París. El estado de sus cuentas la obligó a llevar una vida miserable y tuvo que alquilar gran parte del palacio.
En 1797, el Directorio decidió exiliar a los últimos Borbones residentes en Francia que no habían sido ajusticiados. Batilde fue subida a una vieja carroza junto a los pocos objetos que conservaba, y fue enviada a España con su hija ilegítima. Durante el viaje, que duró varios meses, mantuvo una relación con el gendarme que la escoltaba. Batilde tenía 47 años y el guardia, 27. Esta relación duró hasta que él fue llamado a Francia.
Relegada en las cercanías de Barcelona, Batilde fundó (malogrando sus escasos medios) una farmacia y un dispensario para los pobres, convirtiendo su casa en un asilo. Se volvió completamente republicana durante este período, a pesar de su condición de exiliada.
En 1804 Napoleón, a quien ella admiraba, raptó e hizo fusilar a su único hijo en el Castillo de Vincennes y durante diez años le impidió entrar en Francia. Ella tuvo su venganza en 1814 cuando el pueblo, viendo en ella a la madre del Mártir de Vincennes la aplaudió en su regreso por las calles parisinas.
En 1815, al comienzo de la Restauración, Luis XVIII cambió el Hotel Matignon por el Palacio del Elíseo. Batilde instaló una comunidad religiosa en el Matignon para que rogasen por las almas de las víctimas de la revolución. Su familia, según el orden moral que caracterizaba a la nueva era, presionaba para que volviera a vivir con su antiguo esposo después de una separación de cuarenta años, pero ella rechazó la idea. Como provocación instaló en su residencia al gendarme con quien había tenido una relación durante su exilio en España, pero él murió tres años más tarde.
En 1822, mientras participaba de una procesión hacia el Panteón de París, perdió el conocimiento y murió en la casa de un profesor de Leyes de La Sorbona. Su sobrino Luis Felipe, que tenía las memorias y mucha información referida al joven gendarme, quemó todo en busca de cierta respetabilidad a la mujer que por toda la vida luchó para reafirmar su pensamiento y su propia independencia.
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