La calavera literaria es una composición en verso tradicional en México. Suelen escribirse en vísperas del Día de Muertos.
El primer antecedente de una calavera literaria, se remite al libro La Portentosa Vida de la Muerte, escrito por Fray Joaquín de Bolaños religioso franciscano del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Guadalupe, Zacatecas, ¿Cómo surgieron las calaveritas literarias? , quien escribe unos versos satíricos a un médico. Antiguamente conocidos como panteones, estos versos nacieron en el siglo XIX a modo de epitafio burlesco y como modo de expresar ideas o sentimientos que en otras oportunidades sería difícil decir. Fueron frecuentemente censurados o destruidos ya que, por lo dicho anteriormente, también servían como medio para expresar descontento con los políticos de la época. Las primeras calaveras fueron publicadas en 1879, en el periódico El Socialista, de Guadalajara.
Los dibujos que suelen acompañar los versos son conocidos con el nombre de La Catrina o Calavera Garbancera, figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera.
Gerardo Murillo —cuyo alias es Dr. Atl— en su libro Las artes populares en México
describe la calavera como de «intención aguda, eminentemente popular, que tiene su fuerza y su eficacia en el arte de decir». A modo de ejemplo de su uso prístino puede citarse la calavera escrita por José Guadalupe Posada, llamada Revumbio de calaveras:
En Calaveras de las elecciones presidenciales, escrita por el famoso editor e impresor Antonio Vanegas Arroyo en 1919, se observa una connotación más política, pero sin dejar de ser burlesca. Vanegas Arroyo propone como candidato presidencial a uno de sus escritores colaboradores más fieles, Arturo Espinoza alias “Chóforo Vico”:
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